Epílogo

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Ayla.

Siento el frío viento envolver mi cuerpo. Humedezco mis labios secos y me obligo a enfrentar la horrible realidad.

Perdí.

Perdí contra Ámbar.

Y eso me arde en cada parte de mi piel y no dudo en soltar un sollozo de angustia, observando el lugar donde fui dejada como una maldita basura.

La insoportable nieve me distrae del dolor de la herida que me hizo la desgraciada de Ámbar. Estoy en el bosque y pronto los depredadores vendrán por mí, pero no me importa. Simplemente me da igual. No entiendo muy bien mis pensamientos en este momento. Solo siento como un sentimiento oscuro me abarca y todo lo quiero olvidar. Todo lo quiero disipar y solo quiero cerrar los ojos y dejar que....

¡No!

Me obligo a abrir mis ojos. No sé si estoy delirando o no, pero no puedo quedarme aquí. No puedo dejar que todo acabe aquí. Que todo lo que construí sea destruido solo porque no di más pelea. No entré al combate más difícil al que me he enfrentado en toda mi vida.

Y es conmigo misma.

Hago todo lo posible para levantarme, mas es inútil. Mis piernas parecen que se están congelando. Hasta mis lágrimas caen como nieve, mientras opto por arrastrarme hacia dentro del bosque. No tengo ni idea de que encontraré ahí, pero algo me dice que ahí está mi salvación.

Cubro con una mano la herida y con todas mis fuerzas empujo mi cuerpo hacia adelante con la ayuda de mi otra mano libre. Duele mucho, pero dolerá más si dejo que Ámbar gobierne. Mi mente exclama que me rinda, mi cuerpo me exige que deje esta batalla, mas mi corazón no. Sabemos que está tragedia no se quedará así. Nadie ganará, nadie tendrá la victoria más que yo. Esto solo es el principio de una nueva era y si salgo viva del bosque, todos sabrán porque soy la maldita reina de la oscuridad.

Gruño cuando mis piernas no cooperan. Me coloco boca arriba y trato de golpearlas. Puedo moverlas, pero sé muy bien que si me pongo de pie caeré al suelo y eso es lo que me frustra más.

Entonces empiezo a arrastrarme con la ayuda de mis codos por un largo período de tiempo, no obstante, es inútil. Me dejo caer de espalda y decido descansar unos segundos.

Mala idea.

Cuando despierto, parece qué pasó mucho tiempo. Me quejo de mí misma y sigo mi camino con dificultad por varios eternos minutos. Tengo una constante batalla conmigo misma. Tengo fe en que sobreviviré y otra parte de mí me dice que moriré congelada. Arrugo mi cara por la tortura que estoy elaborando conmigo misma solo para buscar una luz de salvación, pero poco a poco mis ojos se van cerrando. Agito la cabeza y suelto un gruñido cuando mi cuerpo se siente más pesado que antes.

Niego con la cabeza y continúo el camino, continúo tan lentamente que mi parte negativa me está controlado. Mi corazón empieza a agitarse menos y mi debilidad se apodera de mí. La vida empieza a tener menos sentido. Mis recuerdos circulan todo mi cabeza como si fuera la última vez que pudiera tener acceso a ellos y cuando estoy apunto de detenerme y aceptar mi destino, cuando ya no hay nada más por hacer que aceptar que este fue mi fracasado final....la llegada repentina de mi manada salva mi vida.

Mis Woiz Sorogoz han llegado a rescatarme

El alfa sujeta con el hocico la parte trasera del cuello de la armadura y empieza a arrastrarme hacia un lugar completamente desconocido, pero confío en ellos. Confío en cada lobo que me rodea con protección y me guían a mi salvación.

A la salvación que me tendrá de vuelta a mi trono.

Ya sea sola o con compañía, volveré y fielmente prometo que lo lograré. Por mi hermana, por mi padre, por mi pueblo, por mis amigos y por mí.

Porque soy Ayla Clayton, la reina imperial de Mohagi. La opción de que esta derrota tenga un solo final, no existió ni existirá.

Porque sea cual sea mi destino, aprenderé a levantarme y recuperaré lo que es mío. Lo que me pertenece y pertenecerá hasta el día de mi muerte.

Y se trata de mi corona.

                                          Fin.

QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora