Recuerdo de hace 11 años.
—¡Mamá! —Llego hasta al frente de ella—. ¡Por favor sácala de ahí y enciérrame a mí! ¡Por favor mamá te lo suplico!
Su séquito me observa con tristeza, menos Amelia, que sonríe al ver mi desespero, al igual que mi madre que me toma por los hombros reflexiva.
—No lo haré hija mía, así que ya vete a hacer tus deberes y no me molestes más —me ordena haciéndome a un lado.
Sin embargo, es un instante que me posiciono donde anteriormente estaba, obligando a que detenga su recién caminata.
—Excelencia, ya retírase —me dice Amelia, al ver la irritación de mi madre.
Pero niego con mi cabeza, decidida a enfrentarla.
—Quiero estar ahí, soy la que debe de estar encerrada, no ella —ruego tocando mi pecho—. ¡Madre por favor! ¡Le tiene miedo a la oscuridad! ¡No quiero que sufra!
Una lágrima cae por mi mejilla, pero la limpio con rapidez, esperando la respuesta de mi mamá, quien curva la esquina derecha de sus labios en una sonrisa cínica, la cual, me asusta un poco.
—Ya te dije Ayla, tus errores los paga ella —confiesa partiéndome el corazón—. Esa es la única forma en que entiendas lo que debes de hacer en el futuro.
Agito la cabeza con desesperación e intento protestar, pero los guardias me hacen a un lado y ella se va hacia una fiesta que organizó, dejándome en la soledad de los pasillos, sufriendo porque mi hermana está en el sótano por la falta que le hice a nuestra madre.
Caigo de rodillas y cubro mi boca para callar los fuertes sollozos. Estoy cansada del maltrato que le hace a mí pequeña niña, ella no se merece nada de esto, yo soy la única que lo merece, debo de sacrificarme más, debo de cuidarla mejor y no dejar que la dañen más de lo que ya está.
Siento unos brazos rodearme por detrás y no tengo que saber quien es, solo sigo llorando sintiendo su calor paternal cuando coloca su barbilla en mi hombro.
—Perdóname hija —me susurra con tristeza—, nunca las he logrado proteger como me gustaría.
Mi papá es fuerte, pero cuando se trata de mi madre siempre se encierra y no hace nada para detenerla, nunca entendí porqué, sin embargo, cuando se lo pregunté me regañó y eso él jamás lo hace.
—Te dices ser nuestro padre, pero ahora mismo mi hermana está en el maldito sótano por mí estúpida culpa —espeto, separándome.
Me pongo de pie al igual que él.
—Ayla, cuida esa boca...
—¡No me importa! —le grito por primera vez—. ¡No me importa nada! ¡Cuando sea una reina le daré lo que se merece a mi hermana y no de la miseria que ustedes le dan como padres!
Mi respiración está empezando a cambiar. La siento pesada cuando la furia se apodera de mí, más al ver que en sus ojos solo muestran lo mismo de siempre;
Lástima.
—No tienes porque hablarme así, no sabes cómo son las cosas —habla con una voz serena, aumentando mi enojo—, cuando tengas idea de lo qué está pasando puedes recriminar o entenderme, lo que tú desees, pero por favor no sigas diciendo eso.
—¿Diciendo que? —mascullo—. ¿Qué eres un mal padre?
—Ayla...
—¡Pues sí! ¡Si lo eres! —vuelvo a gritar sin medir mis palabras—. Te odio a ti y a mi mamá, que lo sepas de una vez. No hay amor para ustedes de parte mía, solo para mi hermana, y así será siempre.
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QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)
Historical FictionAyla Clayton. Una reina imperial que gobierna un continente entero. Lucha con un enemigo que ha estado intentado extinguir su linaje desde hace muchos años, mientras consigue la justicia que merece su hermana difunta gracias a su maniática madre. Co...