Capítulo 27

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El Círculo


Theo

¿Por qué las personas eligen sacrificar su vida por la de alguien más? ¿En qué punto decides que la vida de otra persona vale más que la tuya?

A temprana edad aprendí que en este mundo nadie va a pelear por ti, nadie ganará tus batallas. Las personas pueden llegar a ser realmente egoístas, y es esto mismo lo que garantiza tu éxito. Tú sólo debes enfrentarte al mundo y sacar las garras si quieres sobrevivir. Así que desde niño aprendí que la vida de nadie está por encima de la mía, o esa era mi filosofía, hasta que conocí a Lucia.

No dejo de darle vueltas en mi cabeza al asunto, y es que por más que quiera ignorarlo, por más que quiero poner miles de excusas, la respuesta está ahí, enterrada en un sitio que pensé no existía, un sitio al que jamás acudiré porque eso sería admitir que tengo una debilidad.

He tratado de ponerme a prueba, pero el solo pensamiento de dejarla a su suerte y que resulte herida me pone malo. Y ni hablar de imaginármela en brazos de otro hombre, la sangre se me pone caliente, se me tensan los músculos y una molesta punzada se asienta en mi estómago.

No estoy familiarizado con el sentimiento que me abruma cada que aparece frente a mí, de esa manera tan casual y despreocupada que solo le he visto a ella cada que camina descalza usando una de mis camisetas, como si fuese lo más normal del mundo. También es desconcertante la calidez que viaja por mi cuerpo cuando nuestras miradas se encuentran de manera repentina en algún momento del día, o cuando ríe por alguna estupidez que ha visto en internet.

Lucia me hace... sentir, y sea lo que sea, no es bueno para ella, para mí, ni para nadie que intente hacerle daño.

El pitido de la tetera en la estufa hace que regrese de mis pensamientos. Rebusco en los estantes en busca de las hierbas para prepararme un té. Durante los años que viví en Japón solía consumirlo mucho, era casi como un ritual el cual me ayudaba a poner las ideas en orden y prepararme para lo que se avecinaba, y esta noche sin dudas lo necesito.

Escucho un ruido detrás de mí y medio volteo para encontrar a Haha mirándome curiosa.

—¿Dónde guardas las hierbas para el té?

Me dirige una mirada dulce característica en ella, a pesar de que yo siempre mantengo mi distancia.

—Yo me encargo. —gesticula y me aparto.

Rebusca en la primera gaveta y ahí, dentro de un recipiente, están las dichosas hierbas.

—Si son de hôjicha mejor. —recalco y asiente.

—Luci me dijo que saldrían.

—¿Qué?

Repara mi atuendo de vaqueros, camiseta, chaqueta y zapatillas, todo en tonos oscuros, antes de ponerse a preparar el té.

—Estoy lista. —anuncia la rubia entusiasmada entrando a la cocina.

Pretendo replicar pero las palabras se me quedan atoradas cuando reparo los botines rojos que le llegan más arriba de las rodillas haciando lucir sus piernas estilizadas y apetecibles. Lleva un cortísimo kimono floreado con mangas largas y el corset negro estrecha y reafirma su pequeña cintura.

El carraspeo de Haha para avisarme de que el té está listo me hace quedar como un idiota. Trato de disimular y tomo asiento llevando la taza a mi boca.

—¿A dónde crees que vas así? —soplo y bebo un poco.

—Mmm... contigo, a donde sea que vayas. —se sienta a mi lado cruzando una pierna, dejándome ver gran parte de la piel de su muslo.

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