Capítulo 49

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No cierres los ojos

MARATÓN 1/3

[⚠️Este capítulo contiene escenas que pueden resultar fuerte para algunos. Se recomienda discreción.⚠️]

“Los placeres violentos terminan en la violencia, y tienen en su propio triunfo su propia muerte, del mismo modo que se consume el fuego y la pólvora en un beso voraz

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“Los placeres violentos terminan en la violencia, y tienen en su propio triunfo su propia muerte, del mismo modo que se consume el fuego y la pólvora en un beso voraz.”

–Romeo y Julieta.


Luci

Día 2 del secuestro.

El tiempo se ha vuelto mi enemigo, siento que pasa demasiado lento cuando a esto se le suma el hambre, el cansancio, el frío, y la incomodidad de haber tenido que orinarme encima dos veces. Me mantienen completamente a oscuras, el silencio tan absoluto es una auténtica tortura que me permite escuchar cada pequeño ruido de este lugar, el chirrido de tuberías tras las paredes y el horrible sonido de las ratas que consiguen ponerme los pelos de punta.

Grito para mantenerlas a raya cada que las siento acercarse y mi cerebro me juega malas pasadas recreando una y otra vez las asquerosas patas, el hocico, dientes y cola arrastrándose por todo mi cuerpo. Me sacudo en la silla todo lo que puedo cada que me escoce la piel al pensar que alguna cucaracha puede caminar sobre mí. Y así paso las horas, sin saber qué planean hacer conmigo, dónde me encuentro, si Theo me estará buscando o si será capaz de encontrarme a tiempo.

El sonido de la cerradura me pone alerta y a continuación el bombillo sobre mí me ciega por unos segundos hasta que poco a poco me adapto a la luz. Escucho los pasos escaleras abajo y trato de controlar el creciente temblequeo en todo mi cuerpo.

No tarda en aparecer frente a mí el viejo Grimaldi con tres de sus hombres, los cuales ya empiezo a diferenciar.

—Aquí huele mal —dice el de la coleta olisqueando el aire—. ¿Te has meado encima?

—¿Y qué esperabas genio? —increpo sin poder contenerme—. Si al menos me hubiesen dejado amarrada a un inodoro no tendría que ensuciarles su hermosa suite.

—Eres una... —Da varios pasos en mi dirección con intenciones de golpearme, pero la voz de su jefe los detiene.

—Ya, ya, luego tendrán tiempo de golpearla. Además la chica tiene razón —admite divertido—, no le queda de otra que hacerse encima.

Los demás ríen y fulmino con la mirada al hombre que se apoya de manera elegante sobre su bastón, sus palabras creando un agujero de miedo dentro de mí.

—Considérate afortunada —Vuelve a hablar—. Hacía mucho que no usábamos estas bodegas. Limpiamos el lugar especialmente para ti. Estaba lleno de cadáveres en descomposición, ni siquiera recuerdo de quiénes eran —Desvía su mirada pensativo.

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