Capítulo 24

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Inglaterra, Ross house

Hasta ahora fue que bailamos Abbey y yo. Llegamos a una mesa en busca de ponche para refrescarnos. Me duele mucho los pies.

—Escuché que en un momento presentarán al famoso duque de Montrose —dijo una de las debutantes, nos miraron, alzaron las cejas. Abbey iba a hablar, pero le tomé del brazo—. Este año invitaron y aceptaron a personas muy desagradables.

—¿Cómo quiénes? —no se puede quedar callada. Las jóvenes me miraron.

—Hay debutantes que así tengan el respaldo de un ducado ya están manchadas —comentó una.

—¡Y donde me dejas a ese enano!, que asqueroso ser.

—¿Qué dijiste? Asquerosa son las personas que pueden tener una fachada inmaculada de belleza por fuera, pero por dentro suelen ser víboras o monstros como ustedes. Eso si es tener una gran mancha —esa es mi amiga Abbey.

—Si tanto te interesa ese ser diminuto —hicieron caras y gestos despectivos de asco—. ¡Pídetelo!, yo solo quiero conocer al duque que nadie conoce —vi en la mirada de Abbey ese brillo peculiar, el mismo que en otras ocasiones le he visto y está próxima a hacer una locura.

—¿Saben? ¡Tienen razón!

—¿Con qué?

—Con pedirme que... —hizo las mismas expresiones de asco realizadas por ellas—. Es una lástima queridas, el duque de Montrose, quedará fuera del mercado —tomó mi mano y nos alejamos.

—¡Abbey! ¿Cómo dices eso?

—No me parece justo que se expresen de él de esa manera.

—¿Y ahora qué vas a hacer?

—No lo sé, él necesita un matrimonio por conveniencia, ¡con esas arpías no lo dejaré!, ¿acaso no te has dado cuenta como lo han mirado y tratado?

—¡Un momento! ¿Cómo es eso que no lo dejarás? —se puso roja—. ¡Y no!, no me he dado cuenta como lo miran.

—¿Has visto a mi hermano? —negué—. Iré a buscarlo. Solo negué al ver a esa loquilla.

Caminé hasta el lugar donde la duquesa viuda de Leinster hablaba con la condesa de Ross, estaban entretenidas y no quise interrumpirlas. He notado que el duque ha bailado con todas las damas debutantes. Solo una pieza con cada una, no se compromete —no se han dado cuenta que estoy cerca—. El duque se acercaba con la última debutante con la que compartió una pieza de baile.

—Milady.

—Ella ya no es una Lady —me puse roja, la joven que no sé cómo se llama me miró despectivamente—. Debes de saber su historia, ¿bailaste con ella por lástima? —el duque calló y eso dolió. Lo miré, él veía a su compañera—. Date tu lugar, mi padre nos dijo sobre la deshonra en la que cayó el barón de Mowbray, el cual está tan endeudado que no tiene para comprarte ropa y joyas, tampoco tienes dote —siento mi rostro arder—. No eres competencia querida —¿esto es ser debutante?, mostrar una pelea siniestra por obtener al mejor partido y ¿acaso el duque piensa lo mismo? se ha mantenido al margen—. Su excelencia, ¿usted se casaría con ella? —el corazón me latió a mil, nos miramos y había calidez en sus ojos y al mismo tiempo un poco de lástima.

—No, pero Lady Violet es una gran amiga —eso dolió—. Debo regresarla al lado de su carabina —me alejé, llegué a la mesa por algo de tomar, me sentía tan humillada.

—Querida, es evidente que todo lo puesto es prestado o tal vez tus amigas que sí tienen dinero te regalaron el vestido —lo que me faltaba. Esta era la hija del conde de Spencer, ya no quiero estar aquí—. Escuché a la duquesa decir que ese collar era de su colección. Mejor retírate, no le des a la nobleza algo de que hablar. No eres competencia, busca un marido de tu nivel.

Apariencias - ¡Mírame...! No podrías amarme (libro 1).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora