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Apretaba la base, acariciaba sus suaves esferas en un masaje placentero, admiraba cómo sus ojos verdes parecían divagar y perder color conforme la lujuria se apoderaba de su pequeño cuerpo y jadeaba cada vez que su lengua pasaba por lo largo de su miembro. Joder, aquella mujer era de todo menos una santa. Era experta en la forma de tocarlo, primero había soplado sobre su oreja, luego lo haba desvestido con paciencia como si fuera un bebé permitiéndole que su afrodisiaco olor a fresa lo drogara, le permitió a meliodas quitarle la ropa lentamente dejándolo que explorara sus curvas con las yemas de los dedos y acariciará los costados de sus senos con cariño. Parecía que fuera de ser solo sexo como ella quería le estaba haciendo el amor y eso que solo llevaban dos días de conocerse, pudo saber de inmediato que él estaba necesitado de cariño

—Ahh...mhh—

—¿Te gusta?— en toda respuesta él asintió 

—Ellie...— jadeó, provocándole un escalofrío a la dama que se dedicaba a torturarlo—Por favor preciosa, solo mételo a tu boca...¡ahhhh!— no pudo negarse a tan comprometedora y adorable propuesta cuando su pequeño gemido le hizo sonrojarse levemente 

Dirty ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora