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—Ven, rápido —¿si la había perdonado? No lo sabía, pero después de haber correspondido a ese beso con el mismo cariño que ella solo la había tomado de el brazo y la había guiado entre la oscuridad de esa enorme casa. Al lugar al que llegaron fue a la que parecía la habitación de invitados y luego cerró la puerta a sus espaldas —Veré si puedo encontrar algo para ti, aunque lo dudo— murmuró

—¿Qué hacemos aquí? —

—Elizabeth, está lloviendo afuera y tu estas empapada. ¿No me creerás tan cruel como para dejarte afuera y correrte verdad? — esta solo agachó la cabeza con arrepentimiento cosa que desilusionó a meliodas, al parecer si lo creía capaz de hacer eso. Solo suspiro algo desanimado tomándola de la mano suavemente y empezó a guiarla hasta el baño de aquella habitación—Por favor quitate la ropa, será mejor que te des un baño caliente—

—Mel, es demasiado noche—

—Eso no importa. No quiero que te enfermes ellie —ella se sonrojo por su lindo apodo y lo cálidas de sus palabras, solo asintió con la cabeza empezando a desvestirse sin ningún pudor hasta dejar su cuerpo desnudo y cuando él tocó el agua cálida de la bañera se introdujo en esta. Al instante soltó un suspiro de alivio cuando entró en calor sin notar la sonrisa dulce que este le dedicaba—Te perdono—

—¿¡De verdad!? —

—Shhh no grites— había olvidado que no estaban solos en ese lugar—Si, por que yo también me enamore de ti. Sin embargo no sé si podamos estar juntos —

—Tu esposa tiene miles de amantes, no creo que se enoje si tu tienes solo una— meliodas sonrió y negó con la cabeza, lo que le preocupaba era que en algún punto elizabeth quisiera dejar de ser la otra y tuviera que enfrentar a zaneri.

Dirty ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora