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Entro a aquel hotel con la mirada iluminada, subió a el elevador picando el botón de el piso correspondiente y luego empezó a andar por el pasillo con una sonrisa en su cara, estaba tan feliz de volver a verla, ya quería poder mirarla y besarle la mano si es lo único que ella aceptaba. Le había pedido de favor a king que le pasara el número de la habitación por lo que apenas estuvo enfrente de aquella madera la tocó suavemente, el suave respingo que escucho le causó una risa

—¿Q-Quién? —

—Servicio a el cuarto señorita—la risa que escucho por parte de elizabeth le causó tales mariposas en el estómago que incluso creyó poder morir de amor en ese momento

—¿Servicio al cuarto? ¿Acaso me trae de comer joven? —

—Si señorita, le traigo a un apuesto y guapo hombre sazonado que podrá comerse a besos. Pero rápido por que la comida se enfría nishishi —ella abrió la puerta de inmediato envuelta entre risas por sus bellas palabras, le permitió entrar adorando como este sonreía por su platica pero antes de que este se acercara más y ella se asustara; meliodas se arrodilló, la tomó de la mano y luego le dio un beso de forma caballerosa. Al instante elizabeth se sonrojo riendo, tomó aire, le quito la mano dejándolo confundido y se arrolló a el suelo a abrazarlo fuerte. Meliodas aceptó ese contacto gustoso sonriendo feliz al hundir sus dedos en su cabellera plateada y rodear su cintura, de poco a poco ella se reponia. Cuando la adoraba

Dirty ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora