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—No podré acompañarte a casa cuando te den de alta—dos días habían pasado en los que él la cuidaba en el hospital. De poco a poco y con paciencia ella había permitido los besos en la mano y eso para meliodas era un progreso enorme, pronto podría abrazarla para sentir su calor una vez más, ella tenía miedo y no la juzgaba, la única culpable era la maldita de su esposa a la que tendría que ver esa noche en la cena con su suegro. Cuando esas palabras salieron de su boca elizabeth bajo la mirada desilusionada—Lo lamento linda, debo ir a ver unas cosas de trabajo, controlar la empresa, ir a ver a un par de personas y en la noche tengo una cena con zaneri y mi suegro—eso la hizo soltar una mueca

—No me gusta que estés con ella—

—A mi tampoco me gusta estar con ella, menos después de lo que paso—alzó una ceja confundida—No te preocupes, puede que yo no le ponga un dedo encima, respeto a las mujeres. Pero puedo hacerla pasar un mal rato mínimo—eso la hizo reir—Tu risa es hermosa ellie —ella volvió a reír con nervios y se sonrojo de inmediato—Escucha, Ban y king te llevarán a un hotel lujoso donde te podrás hospedar. No te preocupes por tus cosas o por el dinero, eso lo cubro yo—

—¿C-Con Ban y king? —

—Se que tienes miedo pero ellos dos son de confianza, prometieron que no se acercaría a ti y que sólo te ayudarían con la recepción, si tu quieres puedes ir a tu habitación sola —elizabeth asintió con la cabeza. Comprendía que meliodas estaba ocupado y aunque eso la ponía triste no podía hacer nada más, eso sí, la próxima vez que viera a la dama castaña no iba a dudar en tomarla de los cabellos.

Dirty ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora