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Miro la puerta con nerviosismo, deslizó aquella tarjeta que abría su cuarto con un nudo en su garganta y cuando miró como la luz cambiaba a verde abrió la manija. Al instante tuvo que ahogar un grito de emoción, prendió las luces, cerró la puerta y como una niña en dulceria corrió hasta aventar se a la cama sin dejar de reír, era tan suave que incluso sintió como si eso le hubiera dado alas que la cobijaban. Tomó una almohada para recostarse y apenas tocó su cabeza sintió una profunda relajación que no se la creía.

Miró como la enorme ventana le daba vista VIP de toda la ciudad, se veía hermosa de noche. Miró los cajones junto a las lámparas, soltó un lagrima cunado miró el televisor que había ahí adentro, mierda, en su casa apenas y tenía una pantalla chiquita que claramente quedó descompuesta por el ataque de esa persona.

Un pensamiento más llego hasta su cabeza haciendo que se levantará de la superficie mullida y corriera una vez más, fue hasta el baño con la mirada iluminada, prendió las luces y una vez más empezó a reírse. Se sentía como una princesa en el mundo moderno por todo lo que tenía, estaba tan emocionada que sin importarle nada entró a el baño y se introdujo en la tina tan pulcra y de buen olor que había ahí

—Wow—fue lo único que pudo susurrar una vez se calmo su creciente emoción, aunque él no estaba ahí sentía como si su meliodas la estuviera abrazando al con sentirla de esa manera

Dirty ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora