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Se jalo sus cabellos desesperado, no, no. Su mente le jugaba una broma no todo tenía que ver con ella acostando se con otro, ¿verdad? Celos y rabia se revolvía en su interior, el enojo le gritaba que se largará de ahí y está vez se asegurará de no volver a caer en sus malditos y sucios juegos. Su corazón en cambio, le susurraba que esperara, que tocará y que derrumbara la puerta de ser necesario. Tomó algo de aire sin conseguir calmarse y se alejo de la puerta buscando una forma de entrar, las ventanas de arriba estaban cerradas, ella nunca las cerraba, la puerta era obvio que tenía seguro pero noto una entrada. La ventana de la sala estaba medio abierta

—¡Agh!... ¡HMM!... ¡Mhhh! —ignorando esos jadeos, choques, cosas que caían a el suelo destrozandose y pequeños gemidos que suponía eran de la dulce voz de su albina el rubio consiguió colarse en la casa con el corazón latiendo a mil y la cabeza punzando. Sin embargo lo que vio lo dejó con el corazón destrozado, el ceño frunció y los puños apretados de la ira

Dirty ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora