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Apenas entro en su habitación como un loco y cerró la puerta detrás de él mirándola, ya estaba despierta mirando hacia la ventana como el amanecer empezaba a salir con sus hermosos ojos azules brillando al compás de las estrellas que se despedían de ella. Aunque eso perturbar a su paz no dudo ni un segundo en hacerse visible y captar su atención, al inicio ella se asustó de verlo e intentó alejarse pero al ver cómo este subía sus dos manos en señal de rendición suspiro buscando calmarse después de aquel susto.

—Tranquila, si no me quieres cerca aquí estaré — le sonrió de la misma forma que lo hacia siempre causándole un sonrojo en sus pálidas mejillas y calmandola, en definitiva era su mel el que están parado ahí mirándola fijamente. Podía notar las ganas de correr y abrazarla, la necesidad de besarla o tomarla de la mano, pero por más fuerte que sea su deseo él seguía ahí parado. Por cosas así es que lo amaba tanto

—Perdón, solo en estos momentos tengo miedo —el blondo negó y bajó sus brazos para esconderlo detrás de su espalda

—No te preocupes, comprendo. No me acercaré a ti hasta que te sientas lista, mi amor —eso la puso tan colorada que la albina tuvo que reírse nerviosamente mientras jugaba con su cabello, ese espíritu tímido de ella seguía ahí, ese amor que se tenían no se había roto pero aunque esa parte sensual de su amada se había ido por ahora no le importaba, ella estaba a salvo, ella estaba segura y estaba de nuevo en sus brazos. Solo eso importaba

Dirty ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora