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—Mel, ¿por qué me tapas los ojos? —murmuró riendo la más alta mientras era guiada a ciegas por su amado. Una semana había pasado desde lo ocurrido y poco a poco ella ya estaba como nada, incluso había empezado a coquetear le de nuevo como solía hacerlo antes pero aunque meliodas también estaba deseoso de hacer el amor, debía de esperar hasta que ella le diera luz verde y se sintiera preparada. Le había ayudado a recuperar las cosas que se habían roto de su casa permitiéndole regresar a su hogar y aunque al inicio la desilusionó meliodas le dijo que esperara, él aún tenía planes —¿Acaso me llevas a un motel pequeño pervertido? —

—Nishishi nop—esta hizo un puchero

—¿Me llevaras a cenar? —

—Nop—esta pensó un rato

—¿Me llevas a tu casa? —el hombre soltó una risa burlona consiguiendo que la dama frunciera su ceño molesta y se frustrara, ¿a donde la llevaba? Antes de que pudiera replicar ambos pararon su andar frente a un lugar desconocido y tras sentir la respiración caliente de su amado en su cuello finalmente le destapó los ojos

—Nos costará trabajo, pero este local ahora es tuyo—ella abrió sus ojos con asombro —Dijiste que querías ser veterinaria, ¿no? —no pudo evitar empezar a llorar mientras se lanzaba a abrazarlo. Sin importarle el miedo que tenía ni nada por el estilo solo acunó su rostro entre sus manos consiguiendo que se sonrojada y luego le plantó un delicioso beso en los labios. Apenas se recuperó de él shock meliodas cerró sus ojos gustoso y correspondió, poco le importa si alguien les tomaba fotos, solo importaba lo feliz que la había hecho y ese beso que tanto había deseado desde hace una semana.

Dirty ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora