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Daba vueltas por su cama, abrazaba la cintura de su esposa dormida, le daba besos en la mejilla pero nada lograba hacer que consiliara el sueño. Incluso aunque imaginaba que la mujer a su lado era elizabeth eso solo le provocaba un dolor agudo en su pecho que le hacía alejarse, su matrimonio con zaneri se había convertido en dos personas atadas en contra de su voluntad que querían cosas diferentes, aunque claro, zaneri no lo dejaría escapar por su dinero pero eso ya poco le importaba.

Suspiro mirando hacia el techo agradeciendo que su esposa tuviera un sueño profundo y sus empleados ya se hubiera ido, menos mela, melascula siempre se quedaba con el chófer en la bodega y aveces se quedaban ahí.

—¡Meliodas! ¡Meliodas! —zaneri soltó un quejido por esos gritos que venían desde afuera mientras él solo abría sus ojos con sorpresa y se levantaba rápido balbuceando cosas incomprensibles. Esperaba que fuera su mente engañandolo—¡Meliodas por favor! ¡No quiero perderte! —no era un juego, ella en verdad estaba bajo la lluvia gritando afuera de su casa. Empapada, con sus características faldas cortas y su camisa sin mangas, estaba temblando, llorando y gritando. Se abrazaba a su misma contra el frío y cuando miró como él la observaba solo susurro un "por favor", lo único que hizo fue volver hacia su habitación para ponerse una chamarra rápido.

Ella estaba loca de remate, podía enfermarse y aunque estaba molesto y dolido no era tan cruel como para dejarla bajo la fría lluvia.

Dirty ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora