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Miro a meliodas, miro el cielo, miro el dinero entre sus manos y luego miro a meliodas otra vez. No tendría por qué dudar, siempre hacia lo mismo después de todo, pero después de conocer un poco de la vida de el hombre desnudo en su cama no sabía que hacer. Agitó su cabeza con fuerza; apartando esas ideas absurdas de su mente, guardo algo de dinero en efectivo su cajón, cerró aquella cartera de cuero y finalmente la dejo en la bolsa de su pantalón; agradecida por qué el blondo siguiera plácidamente dormido. Era obvio, después de el oral que le hizo y la cogida que tuvieron sin duda estaba cansado

Suspiro con desgana. Mierda, su rostro infantil le hacía querer devolverle lo que le robo pero no iba a hacerlo, ¡no!, de eso vivía y le gustaba, un hombre con problemas con su esposa, tímido, sexy, adorable y hermoso no podría cambiar eso, ademas, ¡apenas y lo conocía!. Solo pudo volver a suspirar mientras se recostaba a su lado y admiraba su faz dormida. Extrañamente le dieron una intensas ganas de darle un beso 

Dirty ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora