Epílogo4

21.4K 1.5K 125
                                        

Sus manos me rodean bajo mi pecho y su respiración hace que el bello de mi cuello se erice. Medio dormido apoya su cuerpo en mi espalda empujándome hacia delante, creando una prisión entre su pecho descudo y la isla de la cocina. Sigo cortando la fruta mientras hace esos pequeños gruñidos perezosos que siempre me resultan tan excitantes, una de sus manos se eleva hasta acunar mi pecho y la otra baja hasta el dobladillo de mi pantalón de pijama veraniego. Una risa entre dientes se me escapa. Y golpeo mi culo hacia atrás para intentar apartarlo, consiguiendo que me apretuje más entre mis brazos.

- Buenos días nena- ronronea mientras deja peqeños besos húmedos por mi cuello.

- ¿Has dormido bien, cariño?

- Siempre cuando usted se encuentra a mi lado señora Harrison- su voz gutural todavía inundada de sueño hace que mi sonrisa se ensanche.

- Es Harrison Halen señor Harrison-  giro sobre mis pies para enfrentarle y me elevo en mis puntas para darle un perfecto beso- me alegro que duerma bien junto a la señora Harrison Hale señor Harrison.

- Esa mierda me pone tan caliente- termina diciendo a la vez que palmea mi culo.

- ¡Trav!- gruño susurrando para no hacer ruido.  

- Sabes que te encanta- besa rápido mis labios y se mueve para preparar una un par de tazas de café. 

- ¿Puedes preparar el biberon por favor?- le pido para yo poder seguir haciendo el desayuno.

- Por supuesto. ¿No crees que deberíamos de ir quitándoselo ya?- pregunta.

- No, se lo damos un mes más, fue lo que dijo la estúpida de su médico- digo. 

- Amas a Safi- dice mirándome divertido. Lo que respondo con una mueca- Creo que hiciste una gran elección al llevarla a tu clínica. 

- Solo los mejores junto a mi, soy selectiva ya sabes- digo esto ultimo de forma insinuante mientras aprecio de arriba a abajo ese hermoso cuerpo, consiguiendo una carcajada de su parte.

Preparo las tostadas con un poco de aceite y las llevo a la mesa de madera junto con la gran bandeja de fruta. Definitivamente me da flojera hacer zumo de naranja natural, por lo que saco el embotellado de la nevera y lo reparto en diferentes vasos.

Unos pequeños pasos somnolientos se escuchan caminar por el pasillo, Travis deja el biberon preparado sobre la encimera y se gira para observar a nuestro hermoso hijo caminando hacia nosotros mientras restriega sus manos en puños por sus ojos para despertar.

Y por supuesto, viene directo hacia su hermosa madre, abrazando mis piernas, mientras sujeto el azucarero y el cacao en las manos me agacho para besar su cabellera negra.

- Buenos días mi amor- le susurro; gruñe. Ruedo los ojos, es malditamente igual que su padre al despertar, y al comer, y al hablar, y al andar, incluso al dormir hacen esos ruiditos con la boca abierta. Levanta su barbilla y me da esa preciosa sonrisa qe tanto amo y tantas cosas consigue que haga a través de ella.

Con un último beso va hacia su padre, el cual lo aprieta entre sus brazos levantándolo y besando su mejilla. Caleb esconde su cara en el cuello de su padre y este lo comienza a mecer como si fuese un bebe.

- ¿Qué tal has dormido campeón?

- Bien- dice tras aclarar su garganta.

Yo los observo, amo mirarlos cuando están el uno junto al otro. Son dos perfectas calcamonias en todo. Menos los ojos, Caleb tiene mis ojos. Realmente es un niño guapísimo, y no lo digo porque sea su madre, es así.

- ¿Te apetece desayunar ya?- le pregunta mi marido.

- ¿Todavía no se ha despertado?- le responde con otra pregunta. 

Como mi tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora