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- Muy bien, mi pequeño ángel. Es momento de explicarme muchas cosas- Ry se sienta a mi lado en el desayuno. Tras las presentaciones en la noche anterior todos nos fuimos a la cama, y Ry durmió en mi habitación, en el sofá. 

- ¿Qué quieres que te cuente?

- Primero, ¿Por qué no le he sacado la mierda al soldadito nuevo? no a tu hermano, al otro, por el que suspirabas en Vegas cada vez que estabas borracha- me mira con su peculiar brillo en los ojos y su sonrisa ladeada peligrosamente escandalosa- es decir, casi todo el día, perra. 

- Larga historia, demasiada mierda, no quiero hablar de eso ahora- contesté sin mirarle con un cigarro en una mano y el perfecto y humeante café en la otra. 

- Muy bien- baja su mirada hacia su taza caliente y...jodidamente se sonroja. Ryder.Maldito.Prez.Está.Ruborizándose- Mierda Dani...me cago en la puta, no puedo verte así- levanta su mirada hacia la mía y la sostiene- ¿Qué mierda, perra? tu no eres así, te avisan de qué estamos aquí, en tu jodida casa, en la madrugada, y tu no estas aquí, estás en casa de un tipo al que estoy seguro al jodido cien por cien que ni siquiera te follas porque como la mierda no es tu tipo. ¿Qué está pasando? En Las Vegas... tu no eres así, Dani, se que la vida te ha dado mierda y te ha pueteado de mil formas diferentes, pero ni cuando el hijo de puta de tu padrastro te "llamaba"- dice sabiendo perfectamente a qué se refiere- estabas tan en la basura. ¿Ese tipo? te tiene en la mierda, ángel. 

-Lo sé- dios... esto es lo qué me encanta de Ry, no tengo que hablar, el solo puede sacar todo de ti. Y creo que es al único al que no intentaría arrancar la cabeza por decir estas cosas. 

- Eres mi perra, lo sabes, lo sé, ellos lo saben- dice refiriendose a sus chicos- todos lo saben. Eres la única perra por la que daría mi mierda. Y no quiero verte así no voy a soportar verte así. ¿Qué quieres que haga? ¿Lo mato a golpes? ¿Te rapto y te encadeno en el club? no lo entiendo, Dani...

- Ni siquiera yo me entiendo ahora mismo Ry, es solo que...todo se ha complicado demasiado, no sé que hacer, no sé como actuar, es como si todo lo qué he pasado se hubiese juntado ahora, como si esto fuese la gota que colmó el vaso ¿sabes?- levanto mi mirada a la suya y se qué mis ojos están aguados.

- Ven aquí- palmea sus piernas y sin que lo repita una segunda vez me siento en su regazo. Apoyo mi cabeza en su hombro. Este es Ry, lo único que parece no ha cambiado en mi vida, el qué sigue siendo familiar, el qué no me trata diferente- Te conozco, sabes que lo hago, y sabes que puedes contarme lo que sea cuando sea, siempre, jodidamente siempre estoy aquí para ti- sus brazos me rodean y siento la calidez familiar. Tantas noches pasadas envuelta a su alrededor, como una mole de protección contra el mundo. 

Nos quedamos así, callados, sin decir nada, disfrutando el uno de la cercanía del otro. Es demasiado temprano, nadie está despierto, estamos solos en la terraza, pensando, haciendo memoria. Recordándo. Amaba estar en el club, era una jodida niñata de quince años, una muy, muy jodida niña, rodeada de hombres peligrosos y llenos de mierda. Me sentía comprendida, en casa. Ahora mismo me siento comprendida. 

Cuando Ry era pequeño, el novio de su madre lo mataba a golpes todas las noches, este llegaba puesto de alcohol y drogas hasta el culo y se desquitaba con él por su madre, que era una puta drogadicta, la cual llegaba por la madrugada despues de hacer su trabajo en las esquinas de las peores zonas de Las Vegas. Cuando Ry cumplió quince años ya había encontrado su sino en la delincuencia, robos, tráfico... Una noche al llegar a casa, se encontró al cabrón follándose el cuerpo muerto de su madre, que todavía tenía una jeringuilla colgando en el brazo, siempre me dijo, Lo único que podía ver era la aguja en movimiento tras cada embestida de la polla del desgraciado. Esa noche lo mató. Fue su primera muerte. Al día siguiente ingresó en el MC. Doce años después es el presidente de este. 

Nos encontrámos cuando yo tenía quince, a punto de cumplir dieciséis, hace algo más de cuatro años, el estaba en su otra sede del club, cerca de donde yo vivía. Me llevó allí y me resguardó bajo su ala. Yo tenía quince el veintidós. Cuando cumplí dieciseis, las cosas cambiaron, pasé a dormir en su cama, follándo como conejos, disfrutando y perdiéndonos el uno en el otro. 

El sabía todo lo que pasaba en la casa donde vivía con mi madre y su nuevo marido, quería matarlo, más de una vez que llegué llorando al club, tuve que colocarme frente a su moto para que no corriese a matarlo. Pero como una pequeña venganza se cargaron alguno de sus negocios. Estos chicos se convirtieron en mi familia, los tenía a ellos y a Dylan. A Luc solo podía verlo en vacaciones. Pero aun así yo tenía mis dos refugios. Nunca mezclándolos, hasta Las Vegas. Que Dylan y Ry se conocieron. Y ahora mismo está todo en n revoltijo en mi casa. 

- ¿En que piensas?- me saca de mis pensamientos dándome una nalgada. 

- En como nos conocimos, en todo lo que vivimos...

- Joder buenos tiempos, perra- dice suspirándo. 

- Si- me rio, pero sin un ápice de diversión. Si, eran buenos tiempos. Nos miramos fijamente a los ojos. 

Pero nuestras miradas se traban fuera de estos deslizándose hacia los labios del otro. Esa tensión, esa maldita tensión que siempre nos rodea cuando estámos juntos. Puramente sexual, desgarrandonos el uno al otro de dentro hacia afuera. Nunca nos importó la edad, que yo fuese menor, muy menor, jamás importó lo que pasaba en el exterior. Eso es lo que Ry consigue conmigo. Consigue que olvide. Que todo alrededor desaparezca. Y juro por dios que es lo único que necesito ahora. 

No me doy cuenta cuando estámos demasiado cerca. Siento el metal que adorna su lengua raspar contra mis labios ahora húmedos, el frío de la pequeña bola hace que todo mi cuerpo tiemble. Y finalmente nuestros labios se juntan, no, chocan, es una guerra de lenguas, la suya entra en progunda en mi boca, buscándo y encontándo por cada rincón, el sabor a café y cigarros mezclándose en la boca del uno contra la del otro. Sus manos se posan en mis caderas y hace que pase una pierna al otro lado de su cadera, quedándo a horcajadas sobre él, sus manos van a mi culo con insistencia, apretándo y magreándo. Mis manos raspan contra su cabeza, arañándo, necesitándolo. 

Nunca cerramos los ojos, nunca lo hicimos, nos miramos, observamos el uno al otro, bebiendo de la apariencia que nos afecta desde hace tánto tiempo. Mis caderas se mueven suavemente, creando movimiento, el con sus manos hace que sea más rápido , nuestras bocas nunca separadas. Dios...hacía tanto tiempo, tanto tiempo que no me perdía en el cuerpo de otra persona de esta forma que siento que voy a explotar de un momento a otro. 

Y así sucede, como una cría de quince años, me corro en mis pequeños pantalones de pijama. Y jodido cielo, necesitaba a Ry. Siempre aparece en el momento adecuado. 

- Esta noche no pienso dormir en el puto sofá de tu habitación a metros de ti- dice lamiendo mi mandíbula hasta mi oreja. 

Y ahí es cuando miro hacia la cristalera de la cocina, y veo al chico de la máquina de café...y Travis a su lado. Ambos mirándo espectantes, uno con una sonrisa en su rostro y otro serio. 

Genial, me he corrido en seco delante de ellos. 

- ¡Bonito show pornográfico para la mañana chicos!- puto Dylan de mierda. 

Como mi tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora