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Narra Travis

Todo ha ido según lo planeado. Está todo bien. 

Esas son las palabras que Lucas me dijo cuando estaban todos en el colegio esta mañana. Me siento libre. Siento que puedo dar un paso hacia delante con Dan. Mi Dan. Siempre fue así, y quiero que continúe. Pero tengo el presentimiento de que todo ha sido demasiado fácil. Casidy no volverá a arruinarmelo, o yo no lo arruinaré con ella, mejor dicho. El plan del periódico fue un jodido y duro golpe bajo para ella, mandándola a ella y su popularidad escalofriante en picado al hoyo. No se atreverá a volver a joder, poque estoy seguro que después de esto nadie tomará su mierda a la ligera como antes, nadie agachará la cabeza.

Esto no era solo por Dan y por mi. Esto era para todo el instituto.

No quería estar ahí cuando pasase, no por cobardía, si no porque era la primera vez en semanas que sentía que podía hacer lo que antes hacía sin preocuparme de un murmullo en mi cuello de la arpía. Desayuné con mi madre, hablé con ella de Dan. Tuvimos el momento madre hijo que siempre supe que ella quiso. El momento que no podía darle porque estaba drogado, borracho o en alguna cama con encajes rodeándome.  Hablamos de Lily, cada día está más convencida de que deberíamos traerla con nosotros a casa. Se enamoró de la pequeña, al igual que hice yo. Y por supuesto, después de lloros por su parte al ver un "renovado y mejorado Travis" sus palabras no las mías, marché a ver a mi pequeña niña.

Compré su helado favorito y fui a buscarla. El hijo de puta de su padre no estaba presente cuando entré en la caravana. Si la rejilla de fuera está abierta es una indicación de que se largó de la andrajosa casa demasiado pronto, o que ni siquiera llegó. Es la forma de Lily de darle la "bienvenida" a ese cabrón mal nacido para que no se rompa la nariz contra ella. 

Camino por el corto pasillo dejando la bolsa con comestibles a un lado y lentamente abro la puerta de su habitación. Los lunes nunca va al colegio, está demasiado cansada de todo el fin de semana para poder ir, es su día de vacaciones, de tener un pequeño respiro hasta que él vuelve por la noche. 

Esta cobijada por mantas viejas y malholientes, y me rompe el corazón. Me coloco junto a su cama de cuclillas y soplo aire caliente en su cara. Comienza a hacer esas muecas graciosas arrugando la nariz como un ratoncillo. Y lentamente abre esos ojos azules que volverán locos a los chicos, que serán perseguidos por mi con una escopeta. 

- Trav...- susurra.

- Si pequeña soy yo- sonríe y levanta sus delgados bracitos hacia mi. Le doy un abrazo y la arropo en ellos levantándola y dirigiendola al baño. Hoy tengo planes para y con ella. 

- ¿Qué haces?- pregunta todavía somnolienta. 

- Vamos a salir- contesto. 

- Me debes unas semanas, capullo- rio al ver su perezoso cuerpecillo, pero paro al darme cuenta que está más delgada que antes. Espera...¿acaba de...?

- Oye, niñita, los insultos para los mequetrefes de tu clase, no para tu príncipito. 

- Pfff- bufa y suelta una pequeña risotada- ¿Principito? En serio Travis ¿Principito?

- Si, ahora ducha rápida, vestuario y sonrisa, no necesitas más- comienzo a salir del baño y de repente me descalabra todos los planes con una sola frase. 

- Más vale que me hayas traído helado- suena con altanería. Mierda, joder, es la frase exacta que esperarías de Dan a cualquier hora del día. 

- Sabes que sí, tenemos planes- digo cambiándolos todos en mi cabeza- Voy a presentarte a alguien pequeña. 

Una vez sentados en mi coche, comienza a engullir, literalmente el pote de helado, junto con unas galletas saladas que había en la guantera. Asqueroso. 

Como mi tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora