capítulo uno

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EL ENTE QUE VIVE EN Mí


Me había puesto uno de los pocos trajes de chaqueta y pantalón que tenía, era de color azul y debajo me había puesto una camisa rosa, quería aparentar cierta madurez, esperaba que cuando aquella mujer me viese me tomara en serio, no tenía intención de que me viese como lo que era, una chica de universidad algo asustada al enfrentarme y hablar con la mujer que había escrito sombras posesivas, aún no estaba segura de cómo abordar el tema, sus libros me resultaban intrigantes, un poco sentimentales al principio con tanto romanticismo pero que con el paso del tiempo dejaron de ser sensibleros para convertirse luego en oscuros, sombríos, tenebrosos. Subía las escaleras de aquel centro psiquiátrico no muy segura de mí misma, en apenas diez minutos tendría una cita con la famosa escritora Amelia Louzagar, después de muchos intentos para conseguir una reunión con ella por fin había recogido mis frutos, no había sido fácil pero ahora que estaba no pensaba desaprovechar esa oportunidad, pues mi vida tal vez podría cambiar después de esa reunión. Me presenté en recepción y me hicieron esperar un buen rato, luego apareció una mujer de mediana edad que me acompañó hasta una sala blanca y amarilla, por el cristal de la puerta podía ver a una mujer joven, no más de cuarenta años, sus ojos grises y apagados se habían cruzado con mi mirada, la mujer que me acompañó me invitó a entrar. En una de las esquinas se encontraba un hombre vestido de blanco, pantalón blanco, camisa blanca... sin duda debía ser un enfermero o alguien que estaba allí para asegurar mi seguridad, o eso es lo que yo pensaba. Estaba sentado en una silla y había levantado la vista unos instantes para luego volverla a posar en el periódico, Amelia me sonrío con una pequeña mueca de boca.
_ Por fin nos conocemos señorita Anabel Berroguero, me ha sorprendido mucho su insistencia para querer verme.
_ He leído todos sus libros y seguido su trayectoria y...
_ Y seguramente se preguntará porque he terminado en este lugar.
_ No exactamente, ha sido usted una mujer de éxito, durante su comienzo su género literario se dirigía más a escribir novelas románticas pero sus últimos libros eran bohemios, tenebrosos...
_ En sus cartas me ha dicho que no era periodista, ¿qué es usted exactamente señorita Berroguero?
_ Ya se lo he dicho cuando le escribí aquellas cartas, simplemente soy una fanática de sus libros, me gusta escribir al igual que usted y quería conocerla.
Me miró atentamente, sus ojos sondeaban el interior de los míos, me moví inquieta en mi asiento, tenía el cabello rubio y lo llevaba recogido en un moño aunque algunos de sus mechones se habían escapado de él, su vestimenta azul resaltaba su ojos, me ponía nerviosa que me estuviese observando atentamente, ¿acaso había descubierto mi secreto?
_ Sabe, no la creo, tal vez esté loca, paranoica, pero aun sé distinguir a una persona cuando miente y usted miente muy mal. Dígame a que vino realmente, puede que ésta sea su última oportunidad para hablar conmigo, no me gustan las mentirosas así que no la desaproveche.
Mis manos por debajo de la mesa no dejaban de retorcer los bordes de mi chaqueta, no tenía ni idea de cómo abordar el tema, estaba segura de tenerlo todo bajo control esta mañana cuando había decidido presentarme a la cita pero ahora los nervios habían hecho su aparición y me estaban jugando una mala pasada, ¿o era otra cosa? La escritora me miraba atentamente esperando a que yo hablase, sabía que debía calmarme y como siempre hacía conté primero hasta diez y luego volví a contar pero esta vez al revés.
_ Yo quería hablarle de su último libro, me ha intrigado, ha sido un gran éxito, se han vendido millones de copias pero también dicen que fue la causa que la ha llevado a este lugar.
_ Sombras posesivas fue todo un reto para mí, sigue siéndolo y aún no he terminado de escribir mi última página.
_ ¿Quiere decir que habrá una segunda parte?
_ ¿Qué le preocupa señorita Berroguero?, ¿por qué está aquí?
_ Llámeme Beel por favor, así me llaman todos mis conocidos y amigos.
_ Me ha dicho que era escritora aficionada ¿verdad señorita Berroguero?
Aquella última palabra la había pronunciado despacio para afirmar que ella no era ni una amiga ni una conocida.
_Soy solo una principiante, escribo por ahora en páginas web.
_ Ya veo, y ¿qué es lo que le intriga de mi último libro?
_ Bueno sobre todo la trama en el que un demonio se apodera de su cuerpo y siente como poco a poco la protagonista va perdiendo la razón y el control.
_ ¿Cree al igual que el resto del mundo que estoy aquí por voluntad propia?, ¿para darle más realismo a mi novela?, ¿cree que he pagado a esta gente para que me internen aquí simplemente para obtener más fama y más ventas en mi libro? Todo eso hace tiempo que ya lo he conseguido y como verá aún sigo aquí, nadie me ha invitado a irme.
_ No, yo no vengo..., yo estoy escribiendo un libro en donde se hablan de ese tipo de seres y no sé, tal vez pueda darme algunas ideas.
La escritora se echó hacia atrás pegando su espalda contra el respaldo de la silla y luego volvió a observarme detenidamente.
_ ¿Qué ha escrito hasta ahora?, ¿tiene algún borrador en su bolso?
Mi mano temblaba un poco pero aun así conseguí mantenerla firme cuando deposité en la mesa y delante de ella unas pocas hojas, las leyó despacio, como analizando cada palabra que había escrito, de vez en cuando me miraba y luego volvía a posar sus ojos en mis papeles.
_ ¿Qué quiere saber realmente Anabel?
Tragué mi saliva nerviosa y aspiré una gran bocanada de aire.
_ Que me hable de ese ser que describe en el libro.
El hombre que estaba en la esquina de la habitación nos miró unos segundos, la escritora puso su vista en él con una mirada fría.
_ ¡Carlos, ocúpate de tus propios asuntos, sigue leyendo el periódico esto no es asunto tuyo!
El hombre la miró a los ojos antes de soltarnos una risa sarcástica para luego volver a lo que estaba haciendo.
_ Si quieres un buen consejo deberías escribir sobre otros temas, sobre algo que conozcas, no intentes indagar en historias para las que no estás preparada a afrontar. A veces cuando escribes tu mente te hace ver una parte de ti que mantenías oculta y que no sabías que estaba ahí, no deberíamos enfrentarnos a retos que nos pueden superar, corremos el peligro de quedarnos atrapados en nuestras mentes.
Sus ojos estaban llenos de miedo y miraban fijamente hacia un punto en la pared.
_ ¿Qué quiere decir con eso?
La escritora ya no me miraba, seguía con la vista fija en la pared, una lágrima había resbalado por su rostro. Me miró unos segundos, sus ojos empezaban a cambiar de color pero antes de que yo pudiese percibir algo más su vista se posó en la mesa y la dejó puesta allí durante varios segundos que para mí fueron incómodos e interminables.
_ ¿Está usted bien?
No me contestó, volví a repetirle la pregunta.
_ ¿Le ocurre algo señorita Louzagar?
Ahora mi voz sonaba preocupada, el hombre que estaba sentado en la esquina de la habitación me miró primero a mí y luego a la escritora, se levantó del asiento despacio y caminó hacia ella, le puso su mano en el hombro y aquella mujer volteó la cara para luego pegar un grito desgarrador antes de atacar al hombre, le había arañado la cara y él le había sujetado por detrás e inmovilizado los brazos, ella movía piernas y cabeza con frenesí, intentaba soltarse de aquel hombre mientras gritaba que todos estaríamos muertos cuando otros seres intentasen apoderarse de nosotros. Yo me había levantado de mi silla con rapidez cayendo ésta al suelo, luego me alejé unos pocos pasos mientras la observaba asustada, un hombre y la mujer de mediana edad que me había acompañado antes hasta la sala entraban con rapidez en la habitación, mientras ella me sacaba del cuarto el hombre le inyectaba algún tipo de líquido blanquecino en el brazo de la escritora, el que nos había acompañado todo el rato en nuestra entrevista y se hacía llamar Carlos seguía agarrándola con verdadero esfuerzo, al salir por la puerta la escritora me habló, aunque ahora parecía más calmada.
_ ¡No dejes que te atrape o jamás volverás a ser la misma!
La miré, en sus ojos cubiertos de lágrimas había miedo, salí de allí apresuradamente y caminé al lado de aquella mujer por el pasillo y en silencio, cuando llegué a casa estaba mentalmente cansada. Miré encima de la mesa del salón, allí estaban esparcidos la mayoría de los libros de Amelia Louzagar, cogí entre mis manos temblorosas el libro de sombras posesivas, las palabras de aquella mujer volvían a mi mente, "no dejes que te atrape o jamás volverás a ser la misma", ¿se había dado cuenta ella de lo que me estaba sucediendo? Recogí todos sus libros y me los llevé a la habitación, si regresaba Ana y veía los libros esparcidos por la sala montaría un gran revuelo, ella siempre tan ordenada y organizada, aún no entendía cómo lograba sobrevivir al desorden de nuestra otra compañera, aunque supongo que se había acostumbrado a su caos, llevaban años siendo amigas, en cambio yo solo llevaba unos meses conviviendo con ella y con Mar y era ahora cuando empezábamos a conocernos las tres, encontré este apartamento cuando mis padres dejaron de entenderse y discutían continuamente poniéndome en medio de sus batallas antes de divorciarse, luego parece que todo volvió a la normalidad o por lo menos eso era lo que querían aparentar, pero para mí ya era tarde porque cansada de sus disputas había abandonado el hogar familiar. Ellas buscaban una tercera compañera de cuarto y yo no me lo pensé dos veces, aquella era mi oportunidad para madurar y alejarme de mis padres. Trabajaba los fines de semana en un bar a dos manzanas del apartamento y daba clases dos veces por semana a tres niños que vivían dos pisos más abajo, no ganaba mucho pero con lo que tenía ahorrado y esos dos trabajos me daba para el alquiler, comer y pagar la universidad ya que mis padres se negaron a ayudarme cuando me pusieron entre la espada y la pared para que decidiese con quien quería irme a vivir y yo me había decidido por no hacerlo con ninguno de los dos. No se daban cuenta de que yo ya era mayor de edad, tenía diecinueve años y podía no elegir a ninguno de mis progenitores. Me senté en la cama con el libro aún en mis manos, lo abrí, lo había leído unas tres veces pero aun así me temblaban las manos cuando lo tenía entre mis dedos, también tenía algunos recortes de las noticias que escribían sobre Amelia Louzagar. Mis pensamientos regresaron a unos meses atrás, recuerdo una tarde después de quedar con mis padres en una cafetería y verlos discutir nuevamente no pude más y estallé, me levanté de mi asiento y les grité, les dije que ya estaba harta de oírlos y que no me buscasen más , no quería verlos, salí de aquel lugar alterada y me refugié en mi habitación, lloré durante mucho rato y cuando me calmé me fui al baño a lavarme la cara, lo que vi en el espejo me dejó helada, unos ojos que no eran los míos me miraban con curiosidad mientras mi boca formaba una pequeña curvatura sonriendo sin que yo pudiese evitarlo, me alejé de aquel espejo y me refugié nuevamente entre las sábanas de mi cama, temblaba de terror, no estaba muy segura de lo que había ocurrido en aquel cuarto. Al día siguiente tuve miedo de mirarme otra vez en el espejo, respiré tranquila cuando al otro lado solo vi mi propio reflejo. Pero dos días más tarde mientras miraba un precioso vestido y el cristal del escaparate me devolvía mi propia imagen me sorprendí al darme cuenta de que había adelgazado unos cuantos kilos y ni siquiera lo había notado, el divorcio de mis padres había sido la causa, cuando regresé mi vista a mi rostro los mismos ojos que había visto unos días antes me miraban con admiración, mi cuerpo empezó a temblar otra vez de miedo y me alejé con prisa de aquel lugar, para cuando llegué a casa ya me había calmado un poco. Esa noche mientras esperaba que el sueño me llegase una voz en mi interior me decía que no luchase contra él porque perdería y que aceptase mi nueva situación, ¿qué situación?, algo raro estaba sucediendo dentro de mí y yo no tenía ni idea de lo que era. De eso habían pasado ya unos cuantos meses y aquella presencia en mi interior se había vuelto más real. Busqué información en internet, tal vez me ayudase a descubrir que me estaba pasando pero todo lo que encontraba no se asemejaba a lo que me estaba sucediendo, hasta que mi busca me llevó a Amelia Louzagar y su último libro " sombras posesivas" , hablaba primero de una presencia y luego lo catalogó de un demonio malvado en su interior, había dejado que formase parte de su vida cotidiana y ahora se había convertido en alguien más fuerte que ella, ya no era dueña de su cuerpo ni de su mente y se dejaba manipular por él, aceptando retos peligrosos y llevándola hasta el límite de sus fuerzas y su mente. La manipulaba o eso era lo que había escrito en su libro y ella se había vuelto con el tiempo dependiente de esa presencia, llegando incluso a enamorarse de él. Cuando salió a la venta el libro no había tenido una buena acogida y en una sesión de firmas se desató el caos, intentó acabar con la vida de su representante diciendo que ella era la culpable de lo que le estaba ocurriendo, en algunas noticias ya adelantaban que la escritora no estaba pasando por un buen momento y que se le notaba en su estado mental. Cuando la encerraron en aquel centro sus libros empezaron a venderse con rapidez llegando a posicionarse en el número uno de ventas en el ranking de los libros más vendidos. Muchos hablaban de que todo había sido una estratagema para vender más libros y que pronto estaría fuera de aquel lugar, pero ya había pasado tres años y después de lo que yo había visto no parecía que estuviese muy cuerda y aquello me asustaba, no quería acabar como ella.

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