capítulo treinta y dos

10 2 0
                                    

Una vez delante de la puerta de su apartamento me entraron las dudas, ¿ qué estaba haciendo allí?, ¿ qué quería realmente de él?, cerré los ojos y respiré profundamente intentando sacar de mi cabeza todas esas preguntas y luego llamé al timbre. Unos segundos después Declan abrió la puerta, llevaba una camiseta azul y un pantalón de chándal del mismo color, se apartó a un lado para dejarme entrar. Su mirada penetró en la mía como para asegurarse que era realmente yo la que le observaba. Pegada a una de la pared más cercana a la entrada se encontraba apiladas tres cajas y un par de mochilas, una era extra grande, intenté poner una sonrisa en mi rostro cuando le hablé.
_ Veo que no bromeabas cuando me dijiste que te ibas.
_ No suelo bromear con esas cosas.
_ Ya.
Mi mirada se fue hasta el suelo, ¿por qué de pronto me costaba mirarle a los ojos?, ¿por qué me dolía su eminente marcha?
_ ¿Quieres beber algo?
_ Un vaso de agua por favor.
No me había dado cuenta de lo seca que sentía mi boca hasta que mencionó aquellas palabras.
_ ¿No quieres algo más fuerte?, ¿tienes miedo de perder el control?, ¿o tal vez te asusta dejar salir todos esas sentimientos que tienes reprimidos?, ¿por qué no te dejas llevar por lo que sientes?
Mientras aquellas palabras salían de su boca se había acercado un poco más a mí, yo ni siquiera intenté huir, su voz sonaba grave, viril, casi inaudible. Con su cuerpo casi pegado al mío me quitó un mechón de mi cabello de la cara y lo colocó detrás de mi oreja, dejando durante unos segundos que sus dedos acariciasen esa parte de mi cuerpo, toda yo se estremeció con ese contacto, su mirada se veía un poco triste cuando mis ojos encontraron los suyos.
_ ¿Por qué no puedo apartarte de  mi mente?
Sus labios atraparon los míos con urgencia y un sabor casi familiar inundó mi boca, dio un gruñido sensual para luego morderme suavemente el labio, sus manos recorrían mi espalda de manera posesiva, cada centímetro de mi piel se puso a vibrar con su contacto. Separó su boca de la mía para tomar aire unos segundos, me miró el rostro y luego se detuvo en mis ojos, su mirada era casi oscura, profunda y magnética, levantó despacio su brazo hacia mi cara y tocó suavemente mi mejilla que empezó a coger un tono rojizo.
_ ¿Dios Beel que has hecho conmigo?
Sus manos ejercían suavemente una presión sobre mis hombros para luego abrazarme fuertemente, su frente cayó sobre la mía, escuché su respiración irregular, nuestro aliento se mezclaba jadeante, lentamente sus labios aprisionaron los míos con un hambre voraz. A mi mente me vinieron sus últimas palabras, intenté poner espacio entre él y yo pero Declan lo impidió abrazándome más fuerte, su mentón estaba un poco rasposo y  su lengua caliente y húmeda marcaba círculos ardientes en mi cuello. Esperaba que no se estuviese burlando otra vez de mí, que no estuviese intentando de nuevo sonsacarme información sobre mi amigo, no podría soportarlo de nuevo. Me miró  con sus ojos ensombrecidos y llenos de deseo antes de cogerme de la mano y llevarme hasta su habitación, me llevó  a su cama y en unos segundos nos encontrábamos tumbados uno encima del otro, sus manos recorrían mi cuerpo caliente y su lengua jugaba con la mía, mis dedos se deslizaron por dentro de su camiseta para acariciar su piel suave y ardiente. Me miró nuevamente lleno de deseo antes de cogerme por las muñecas para inmovilizarme contra la cama, luego me observó detenidamente como dándome tiempo para pensar en lo que estábamos haciendo y si era eso lo que deseaba, lo que Declan no sabía es que yo no quería pensar, por unas  horas no quería ser racional, solo quería  dejarme llevar por el deseo y el temor de que tal vez no volviese  a verlo porque en cuanto regresase, Eduardo y  yo ya estaríamos muy lejos. Pensar en que tal vez esa era la última vez que lo veía hacía que mi deseo creciese un poco más en mi interior, mi boca se acercó  a la suya entrechocando los labios con violencia, besándonos  como dos locos hambrientos uno del otro. Cada centímetro de mi cuerpo ardía  cuando él me tocaba, quité su camiseta con urgencia, mis manos bajaron por sus pectorales y acariciaron  uno de sus  tatuajes, lo miré detenidamente mientras Declan me observaba, con mis dedos acaricié el contorno del animal, una criatura mitad dragón y mitad perro.  Su abdomen estaba duro, me besó apasionadamente mientras me frotaba contra él, su ropa  y la mía desapareció  de nuestro cuerpo, nos dejamos llevar por el fuego que poco a poco se fue consumiendo hasta quedar saciados el uno del otro. Mientras mi cabeza descansaba sobre su pecho y él me abrazaba dejando besos sobre mi cabello le pregunté sobre el significado del enorme tatuaje que tenía en uno de sus pectorales y bajaba casi hasta su abdomen.
_ Se supone que es Aso, una criatura procedente de la mitología de Borneo mitad perro y mitad dragón, se dice que protege al que lo lleva de los malos espíritus.
_ Muy propio, ¿y éste?, señalé a uno que representaba a una antigua brújula un poco más pequeño y que se encontraba en el brazo derecho cerca del hombro.
_ Es una brújula vikinga, el vegvísir, es un símbolo mágico de origen islandés y significa hoja de ruta, es la fuerza que nos guía cuando estamos perdidos, nos ayuda a no errar, a encontrar el camino que tienes que seguir en tu vida.
_ ¿Quieres decir cómo rastreador?
_ Una parte si, aunque ahora no me ha servido de mucho contigo.
_ ¿Qué quieres decir?
_  Cuando te encontré me he desviado de mi camino, de mi deber como rastreador.
_ Yo lo siento mucho.
_ No importa, aceptaré mi castigo, no me arrepiento de mis decisiones, han valido la pena.
Su mirada profundizó en la mía antes de que su boca volviese a poseer la mía con pasión, no le pregunté por las palabras en latín tatuadas en su antebrazo izquierdo y que llegaban casi a su muñeca, Aut inveniam viam aut faciam, por qué ya sabía su significado, voy a encontrar un camino, o hacer uno y en la persona tatuada representaba el camino, el coraje y la confianza en uno mismo. Sabía que tenía que levantarme y preguntarle por el asunto que me había llevado hasta aquí, los entes grises, necesitaba tener toda la información posible para ayudar a Eduardo. Me levanté y me fui al baño, cuando regresé completamente vestida Declan  ya no estaba en la habitación, lo encontré en el salón sentado en el sofá hablando por teléfono y con el pantalón de chándal puesto, mis ojos se detuvieron de nuevo en el tatuaje de la brújula y recordé sus palabras, cuando te encontré me desvié de mi camino, aceptaré mi castigo
_ Declan, ¿ qué significa que aceptarás tu castigo?
_ La orden quiere que regrese, saben que hay cosas que le he ocultado, cuando descubran que he protegido a una humana portadora de un ente me impondrán un castigo.
_ ¡Oh!, ¿ qué te harán?
_ Da igual, no tiene importancia, lo importante es que tú estés a salvo y por ahora lo estás, por eso es necesario que me vaya cuanto antes a su encuentro, no quiero que ellos vengan aquí, te encontrarían y no pienso arriesgarme a ello.
_ ¡Declan yo!
 No pude decir nada más porque el sonido de la alarma de mi móvil decía que estaba a menos de una hora para mi encuentro con Adam.
_ ¡Mierda, tenemos que hablar de los grises!
_ Está bien, ¿ qué quieres saber?
_ Ahora no tengo tiempo, tengo yo me tengo que ir, ¿podemos hablar luego?
_ Beel  me voy en un par de horas.
_ ¡Pero yo necesito saber!
_ Tranquila podemos hablar cuando regrese.
_ ¡Pero puede ser demasiado tarde!
_ Beel, he oído hablar de los grises pero solo conozco una pequeña parte de su historia, no sé qué es lo que quieres saber pero no creo que ellos puedan salvar a tu amigo, necesito que entiendas que aunque su cuerpo siga vivo él ya no es su dueño, puede hacerte daño, la persona que tiene su cuerpo no es tu amigo, tienes que alejarte de él, te prometo ayudarte en cuanto regrese pero ahora tienes que alejarte de él, yo no voy a estar aquí para salvarte.
No podía mirarle al rostro sabiendo que en cuanto regresase mi amigo y yo ya no estaríamos aquí, se lo había prometido.
_ Yo tengo que irme.
Antes de que saliese por la puerta Declan agarró con suavidad mi brazo e hizo girar mi cuerpo quedando a pocos centímetros del suyo.
_ Beel  sabes que cuando regrese tendremos que hablar ¿verdad?
_ ¿Hablar, de qué?
_ De tu amigo, de los entes grises y de nosotros dos.
No llegué a contestarle porque me besó largo y apasionadamente, salí del edificio aún conmocionada por aquel beso e intentando calmar mi cuerpo que estaba en fase de ebullición. Cogí un taxi que me dejó en casa, me duché y me vestí a toda prisa, cuando el ascensor abrió las puertas Ana mi compañera de piso salía de él, sonreía y se veía bien, parecía que ya había superado lo de su ex, me alegraba mucho por ella.
_ Te veo bien Ana, hasta estás sonriendo, me parece que detrás de esa sonrisa hay una historia, me alegro por ti, tienes que contarnos quien es él, pronto las tres tendremos una noche de chicas.
Vi un pequeño rubor en su cara antes de bajar la vista, ¿se avergonzaba de ello?, no tenía por qué, fue su ex quien decidió romper con ella, se merecía una nueva oportunidad. Caminé con paso apresurado hasta el bar, cuando llegué mi respiración se veía  agitada, respiré varias veces para calmar mi estado de agitación, durante el trayecto había pensado que decirle, sabía que me había portado mal con él , ahora que me había dado una oportunidad yo lo mandaba todo a la mierda, esperaba que pudiese perdonarme algún día. Adam era también mi amigo y no quería hacerle daño, tenía que haber hecho las cosas de otra manera y me odiaba por ello. Cuando entré en el local mi respiración se había vuelto normal, Marcos me miró sorprendido, supongo que no se esperaba verme hoy en el trabajo, sonreí y nos saludamos para luego darle la bienvenida, había pasado mucho tiempo desde que dejara a Adam a cargo del local. Esperé a que Adam terminase de atender a varios clientes de la barra y que nuestro jefe pudiese tomar el control por él.  Salimos fuera del local, sabíamos que lo que teníamos que hablar iba a ser algo serio, caminamos por un sendero que nos llevaría a una alameda rodeada de distintas especies arbóreas, un parque de juegos infantil, parterres a ambos lados a lo largo del paseo y un precioso estanque donde vivía una familia de patos. Nos sentamos en un banco cerca del estanque y fingimos mirar al horizonte y a varios viandantes que hacían deporte, ninguno de los dos se atrevía a mirar al otro a los ojos.
_ ¿Sabes que tenemos que hablar de nosotros verdad Beel?
Yo asentí, nuestra relación estaba a punto de finalizar y me sentía culpable.
_ Beel, no quiero arruinar lo que tú y yo hemos logrado, una amistad inquebrantable, no quiero que nos alejemos uno del otro, yo te necesito y quiero pensar que tú también me necesitas a mí, no quiero que nos convirtamos en completos desconocidos porque a pesar de todo lo que ha sucedido todavía te quiero, aunque ahora eso ya no sea suficiente. Estoy seguro que tus sentimientos hacia mí también han cambiado, lo hemos intentado pero no funcionó, lo que tenemos ahora ya no nos basta, yo necesito una persona a mi lado que me ame por completo, que crea en mí, que confíe en mí, que cuando me mire solo exista yo, necesito a alguien que esté ahí para mí.
_ Lo siento, yo no pretendía lastimarte, yo había apostado por nosotros, quería de verdad que nuestra relación funcionase pero no podía implicarte más en mi vida, en esta vida de locura, no quería destruir tu modo de ver la vida, no quería que me vieses otra vez como un bicho raro, intentaba protegerte de todo lo malo que ocurre a mi alrededor y eso ha hecho que nuestra relación se rompiese.

EL ENTE QUE VIVE EN MÍ  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora