capítulo dieciocho

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Aquella mañana cuando me desperté sentí unos besos suaves en mi hombro y en mi cuello, me alejé de mi amigo y lo miré sorprendida, él había levantado las manos hacia arriba.
_ Tranquila he cumplido con lo que me has dicho, nada de tocarte con las manos, pero no me dijiste nada de mi boca.
_ ¡Eres pero que muy tonto!
Me levanté y le sonreí mientras me iba al baño, no me sentía atraída por él y aquellos besos no me parecían apasionados, aunque me había gustado despertarme de aquella manera. Eduardo se había convertido en una persona importante en mi desastrosa vida y estaba agradecida por ello, no pensaba meter la pata con él como lo había hecho con Adam. Cogí mi móvil y descubrí apenada que no había ningún mensaje de él, le había dado tiempo y él se lo estaba cogiendo, no podía reprocharle nada, puede que yo hiciese lo mismo en su lugar. Regresé a la habitación, mi amigo miraba por la ventana, tenía el semblante serio, cuando escuchó mis pasos se giró y me sonrió.
_  ¿Y ahora qué, bailarás para mí?
De nuevo volvía a ser el mismo chico que yo conocía.
_ Para que eso ocurra necesitaré algo más que dos salidas sorpresas contigo.
_ Eso está hecho.
Una hora después salíamos rumbo a su casa, iba a cocinar para mí y luego tendríamos una sesión de tarde de videojuegos. Vivía solo en un piso que había heredado de su abuelo, tenía dos habitaciones, no era muy grande pero se veía acogedor y limpio. Me sorprendió lo bien que se movía en la cocina, comimos espaguetis con pollo al curry y setas marinadas, una explosión de sabores que invadieron mi boca y me dejó asombrada. Cuando terminamos de limpiar nos fuimos a sentar en el sofá del salón, enfrente había una enorme televisión y en el mueble donde estaba apoyada un par de consolas y bastante videojuegos.
_ ¿Qué prefieres Fortnite, (salvar al mundo) o  Red Dead  Redemption 2?
_ Me da lo mismo, yo no juego a esas cosas, ni siquiera tenemos una consola de esas en mi apartamento.
_ En el primero hay que luchar contra criaturas parecidas a los zombis, te divertirás te lo aseguro, el segundo va de acción y aventuras en el viejo oeste.
Después de jugar durante bastante rato, de reír, gritar y pelear contra nuestros enemigos mis dedos estaban cansados de tanto movimiento y mi cabeza empezaba a dolerme.
_ No estás acostumbrada pero con un poco de práctica acabarás disfrutando del juego.
Eché hacia atrás mi cabeza apoyándola en el respaldo y empecé a masajearla.
_ Espera, yo lo hago.
Se sentó detrás de mí y con sus manos empezó a darme pequeños masajes en círculo en la cabeza, sus movimientos hacía que de mi boca saliesen algunos suspiros, yo cerré los ojos deleitándome con aquella agradable sensación. Sus manos pasaron de enroscarse en mi pelo a acariciarme detrás de la oreja  para bajar hasta mi cuello y llegar a mis hombros. De pronto sentí  pequeños besos en mi cuello y mi cuerpo se tensó,  me miró unos segundos a los ojos, tenía que haber parado aquello pero algo en mí se bloqueó. Sus besos rozaron el lóbulo de mi oreja y luego llegaron hasta mi cogote para subir hasta mi frente, unos segundos después tenía pegados sus labios a los míos, estaba segura de que no estaba enamorada de él, ni me atraía de una manera carnal, era mi amigo y yo lo había visto de esa manera, ¿entonces por qué dejaba que me besase?, ¿por qué no apartaba mi boca de la suya?, ¿por qué respondía a sus besos?, ¿ qué pasaba conmigo que me tiraba a todo chico que se acercaba a mí?
---- No pienses y solo déjate llevar.
Y eso fue lo que pasó porque se puso frente a mí y allí en aquel sofá nos dejamos llevar por un deseo irrefrenable.  Cuando terminamos de apagar ese calentón fui incapaz de mirarle a los ojos, me vestí rápidamente y salí de allí con un adiós apresurado.  ¿Y ahora que iba a pasar?, no podía cometer el mismo error dos veces, no estaba segura de lo que pasaba con Adam pero nuestra relación nunca volvería a ser la misma y ahora que Eduardo y yo nos llevábamos de maravilla  lo estropeaba todo de nuevo, no se podía ser más idiota. Al día siguiente me levanté con la duda de sí ir a la facultad o no, verle la cara a Eduardo y recordar lo que habíamos hecho me resultaba bastante vergonzoso.  Al final había ido pero a mi amigo no lo había visto en toda la mañana, no estaba segura de si se escondía de mí o le había surgido algún imprevisto, por dos veces cogí el teléfono para enviarle un mensaje pero al final desistí,  sabía que tendríamos que hablar de lo ocurrido pero no tenía ni idea  de cómo acabaría aquello.  Cuando salía de la facultad el sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos, por un momento creí que era Eduardo pero  por una vez sentí alivio de ver que era mi madre.
_ Beel, necesito hablar contigo, es importante.
_ Mamá ahora estoy muy ocupada, no puedo.
_ Es sobre tu padre y la herencia que te dejó.
_ No quiero hablar de eso, en estos momentos es lo que menos me importa.
_ Puede, pero ahora hay alguien que quiere reclamar su parte.
_ ¿Qué quieres decir?
_ Ven a casa y hablemos.
¡Joder!, ¿ cuándo dejarían de acumularse los problemas en mi vida? Mi padre me había dejado el apartamento en el que vivía, su coche y dinero en el banco, ¿y ahora había alguien que reclamaba una parte?, ¿ quién era esa persona? Cuando llegué a casa mi madre me estaba esperando, había llamado al abogado y ahora estaba con ella.
_ ¿Qué pasa mamá?
Nos sentamos en el salón y empezó a explicarme que mi padre una vez terminada la relación con aquella chica intentó volver con ella pero mi madre ya no lo amaba, a pesar de que su vida junto a papá no era todo lo perfecta que había imaginado nunca pensó en dejarlo hasta que la engañó, ahí se dio cuenta de que su vida al lado de él ya no era posible, Rodrigo era un amigo que tenían en común, había pasado por un divorcio tres años atrás y no dudó en apoyarlos  a ambos, supongo que  no pensaron que acabarían enamorándose, pero pasó.
_ Si quieres saber si me arrepiento de lo que pasó con Rodrigo te mentiría si te dijese que sí, estamos bien y siento que tú no lo apruebes, quise a tu padre pero el amor se había acabado como suele ocurrirle a muchas parejas,  aunque tuvimos nuestras peleas y discusiones siempre nos  hemos respetado y al final comprendimos que ya no había amor entre nosotros pero aún sentíamos cariño uno por el otro. Hace cinco meses me comentó que había conocido a una mujer aunque no estaba seguro de hasta donde quería llegar con ella, cuando me habló de su enfermedad le pregunté si su pareja lo sabía, me dijo que no, pero que pensaba dejarla  a pesar de que le gustaba mucho, ella quería una relación formal y duradera y eso era algo que él no podía darle así que prefirió mentirle diciendo que no la quería y la dejó.  Esa mujer se enteró de su fallecimiento y vino a verme, se veía destrozada y me confesó que estaba esperando una hija de él.
_ Como hija de tu padre tiene derecho a la mitad de sus bienes, por supuesto que vamos a pedirle que le hagan una prueba de paternidad, es por eso que por ahora no puedes hacerte con su herencia, tendrás que esperar a que esto se solucione.
El que había hablado ahora era el abogado,  ya se lo había dicho a mi madre, no me importaba su herencia, jamás la había necesitado así que no me preocupaba, pero saber que iba a tener una hermana por parte de padre eso sí que me había dejado un poco en shock.
_ Me dijo que quiere verte, quiere hablar contigo.
_ ¿Hablar conmigo, por qué?
_ No quiso decirme nada más, éste es su número de teléfono por si quieres llamarla.
Cuando salí de casa de mi madre aún estaba escéptica con todo lo que me habían contado, tenía el papel con su número de teléfono aún en la mano y no estaba muy segura de que hacer con él, habían pasado muchas cosas en un período corto de tiempo y no sabía cómo sobrellevar todo aquello.
---- ¡Vaya!, y  tú que me echabas la culpa de destrozar ese matrimonio, esa relación ya llevaba tiempo haciendo aguas, iba directo al fracaso.
_ ¡Cállate, no quiero oírte!, no es buen momento.
---- Y yo que creía que estarías más relajada después del revolcón que te has dado con tu amiguito.
_ ¡Déjame en paz!, no sigas por ahí.
---- Tranquila, no pensaba reprocharte nada, es más, si quieres volver a tirártelo por mí puedes hacerlo, no pienso impedirlo.
_ Eso fue un error, no volverá a ocurrir.
----- ¿Eso crees?
_ ¿Qué quieres decir?
---- Pensé que te habías  vuelto más lista pero veo que otra vez me equivoqué.
_ No estoy para adivinar tus acertijos, ¿ qué quieres decirme?
---- Solo necesitas ser un poco más observadora y lo averiguarás tu sola.
Cuando llegué a casa me encontré a Eduardo sentado en el sofá con Mar, mi compañera de piso, se reían y parecía que congeniaban de maravilla, el corazón se me paró durante un segundo, ahora  no era el mejor momento para aparecerse, sentía la cabeza demasiado congestionada de preguntas  y tenía la sensación de que me explotaría de un momento a otro.
_  ¿Qué haces aquí?
_ Yo también te he echado de menos, ¿ dónde estabas? , te he llamado al móvil y lo tenías apagado.
Miré mi teléfono, ¡mierda!, me había quedado sin batería, me fui a la habitación y dejé mi bolso con mis libros de la facultad encima de la cómoda, Eduardo se había levantado y seguía mis pasos, cuando entró en la habitación cerró despacio la puerta, yo lo miré un poco sorprendida.
_ Tenemos que hablar de lo que ocurrió entre nosotros, ¿no crees?
_  Eduardo ahora no es el momento, estoy agotada mentalmente, ¿por qué no has venido hoy a clase?
Levantó la mano derecha y fue cuando le vi el vendaje.
_ ¿Qué te ha ocurrido? , no te habrás peleado con alguien, ¿verdad?
_ Solo conmigo mismo, le di un fuerte puñetazo a una pared y tuve que ir al hospital, esta mañana no me apetecía ir a clase.
Mis mejillas se cubrieron por unos instantes de un tono rojo carmesí.
_ ¿Te golpeaste por lo de ayer?
_ En parte sí, yo no quería que esto pasase, me gusta estar contigo, hacer cosas contigo, hablar contigo e incluso dormir contigo a pesar de los pequeños ronquidos que emites.
_ ¡Eh!, que yo no ronco.
_ Ya quisieras.
Un poco de la vergüenza que se había propagado entre nosotros ahora empezaba a disiparse.
_ Me gustaría que pudiésemos borrar ese momento y  volviésemos a tener lo que teníamos.
_ A mí también me gustaría.
_ Está bien, entonces hagamos un pacto, no volvamos a hablar más de lo ocurrido, si uno de los dos comenta algo sobre nuestro pequeño desliz  el otro podrá pronunciar la palabra clave y eso significará que tendrá que cambiar de tema.
_ ¿Palabra clave?, ¿qué palabra clave?
_ Avatar.

EL ENTE QUE VIVE EN MÍ  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora