capítulo cuatro

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---- Siempre que te mantengas lejos de él no hay problema.
_ ¡Eso no es asunto tuyo!
---- ¿Quieres apostar?
_ ¿Qué pasó con la chica?
---- En aquel momento había sido una suerte que mi ente estuviese en el cuerpo de aquella chica, era joven y hermosa y me servía para mis propósitos. Para entrar en la persona que queremos poseer necesitamos que se encuentre en un estado vulnerable sino es casi imposible. Utilicé a esa chica para que tuviese una aventura con tu padre, no fue difícil, tu padre creyó realmente que esa chica estaba enamorada de él, se pensaba que podía volver a vivir una segunda juventud al lado de ella, su infidelidad acabó con su matrimonio y tú te convertiste en mi victima perfecta, estabas demasiado vulnerable y me aproveché de ello, cuando ya no necesité a aquella chica hice que saltase de un puente, murió en el acto, prácticamente no sufrió.
_ ¡Eres un hijo de puta!, ¿tú, tú fuiste el culpable de que mis padres se separasen?
---- ¡Eh, eh quieta ahí!, yo no tengo la culpa de que ese matrimonio estuviese sentenciado al fracaso, si hubiese querido a tu madre jamás se tiraría a una chica de veintiséis años.
_ ¡Si tú no le tendieses una trampa él jamás sucumbiría!
---- ¿De verdad te crees esa idiotez?, ¿cómo sabes tú que tarde o temprano tu padre no acabaría tirándose a una mujer?
_ ¡Porque eran felices así como estaban!, tú, tú, has destrozado nuestras vidas, ¡te odio!, ¿me oyes?, ¡jamás te lo perdonaré!
Se escuchó unos golpes en la puerta y la abrí con brusquedad, Mar llevaba puesto un sujetador y unos pantalones cortos, tenía levantada la mano para golpear de nuevo la puerta, la bajó en cuanto le abrí.
_ ¿Qué son esos gritos, estás con alguien?
Miró hacia el interior de la habitación y no vio a nadie, me miró de nuevo.
_ ¿De verdad Mar?, ¿me vas a hablar tú de gritos?, ¡tuve que disculparme con la vecina de enfrente por culpa tuya!
No le di tiempo a que abriese la boca, cogí mi bolso y mi chaqueta y salí de aquel apartamento, pensaba ir al bar donde trabajaba los fines de semana pero no quería ver a Adam, sabría que me preguntaría por mi estado de alteración y no quería dar respuestas, me dirigí más al centro de la ciudad y entré en un bar que por su decoración parecía tener mala reputación.
---- ¿Qué vas hacer Beel?, regresa a casa
_ ¡Vete a la mierda!
Me tomé una primera copa mientras observaba a unos tíos jugar al billar, me miraron, les sonreí. Uno de los tíos, pelo negro, ojos negros, varios piercings en la oreja y otro en la boca me invitó a una copa, no estaba mal, tenía buen cuerpo y era guapo.
_ ¿Quieres jugar?
_ No sé jugar.
_ Yo te enseñaré.
_ Pues entonces me apunto.
---- ¡No lo hagas Beel!
Decidí ignorar sus palabras.
Aquel tío se puso detrás de mí y me enseñó como sujetar el taco mientras sus manos agarraban suavemente mi cintura y bajaban despacio hacia mis caderas, su cara se pegó a la mía y me susurró al oído.
_ Ahora dispara y golpea a la bola amarilla, hermosa.
Olía a tabaco y alcohol, sentía a mi intruso cabreado pero me daba igual, no pensaba mostrar miedo, estaba harta de él, si quería matarme para deshacerse de mí que lo hiciese, ya estaba harta de esta situación. Cuando metí la bola en el agujero pegué un brinco y luego me abracé a aquel chico.
_ Biennn, ¡lo he conseguido!
_ Lo has hecho muy bien preciosa.
---- ¡Aléjate de él Beel, no me hagas enfadar!, no sería bueno para ti.
Poco me importaban sus amenazas, volví a colocar el taco en posición con la ayuda de aquel chico que se encontraba de nuevo detrás de mí y demasiado pegado a mi cuerpo, su cara rozaba la mía mientras me hablaba acariciando con su aliento mi oreja.
_ Ahora dale a esa que tienes a tu derecha.
Estaba tan nerviosa que no conseguí que entrase en el agujero.
_ No pasa nada, para ser tu primera vez lo has hecho muy bien, oye ¿te apetece salir de aquí?
_ Sí, porqué no.
---- ¡No lo hagas Anabel!
Mientras caminábamos hacia su coche aquel chico no dejaba de besarme cada dos por tres y de chupar la piel de mi cuello, yo respondía encantada a sus besos y caricias, sobre todo porque sabía que eso cabrearía aún más a mi ente personal.
_ Este es mi coche, vamos sube.
Nos sentamos en los asientos traseros, ni siquiera se había preocupado de salir del aparcamiento, el lugar apenas estaba iluminado y solo quedaban unos pocos coches en el recinto. Me recostó suavemente en el asiento y empezó a besarme, mi pulso se aceleró, empecé a perder el control de mis sentidos, aquel chico me devoraba, su lengua se introducía en el interior de mi boca y con sus besos me provocaba sensaciones maravillosas, mis manos temblorosas se introducían por dentro de su camiseta negra y acariciaba su piel bronceada, emitió un gruñido mientras su deseo se hacía más patente, más notorio. Me sacó la camisa a toda prisa y besó mis pechos mientras intentaba deshacerse de mi sujetador.
_ ¡Joder!, estás muy buena.
Su cuerpo apretado contra el mío emitía un calor abrasador , sentía que iba a arder de un momento a otro, sus manos acariciaban mi trasero, mis caderas y luego se separó unos centímetros de mi cuerpo para desabrochar los botones de mi pantalón mientras me susurraba al oído lo que pretendía hacerme para luego mordisquear mi oreja.
_ No me has dicho tu nombre.
_ ¿Importa?
Levantó su rostro hacia el mío y me miró a los ojos, de pronto se apartó de mi cuerpo con rapidez y se pegó al cristal de la puerta del coche, sus dos manos subieron hasta su cuero cabelludo apartando dos mechones de su cara, en su mirada se reflejaba cierto temor.
_ ¡Joder!, ¿qué cojones te pasa en los ojos?
_ ¡Mierda!
Cogí mi ropa a toda prisa, me vestí, agarré mi bolso que estaba en el asiento delantero y salí a toda leche del coche mientras aquel chico me miraba asustado sin pronunciar una sola palabra.
---- ¡Te dije que te apartases de él!
_ ¡Vete a la mierda!
---- Debiste hacerme caso
_ ¡Olvídame!
---- Si tantas ganas tienes de follar puedo ayudarte.
_ ¿Ayudarme?, ¡si acabas de estropearme un buen polvo!
---- No quiero que nadie toque tu cuerpo.
_ ¿Entonces cómo piensas ayudarme?
---- Tienes dos manos ¿no?, puedo guiarte.
Dejé de caminar para tomar aliento, luego moví la cabeza de un lado a otro.
_ ¡Estás loco, definitivamente has perdido la razón!, ¡no quiero dos manos, quiero a un tío que me haga sentir que soy completamente normal!
---- ¡Ya te lo he dicho, no dejaré que nadie te folle!
Llegué a casa cerca de las dos de la madrugada, estaba mentalmente agotada, aquel había sido un día de mierda. Los siguientes días parecía que mi intruso se había olvidado de mí, ya no lo escuchaba en mi cabeza, eso me hacía sentir bien, empezaba a creer de nuevo que yo era una chica normal. Aun así no podía evitar usar gafas oscuras cuando el tiempo me lo permitía y usar mis cascos que siempre iban conmigo a todas partes, no quería que nadie me viese hablar sola o se encontrase con mi mirada, seguramente no les gustase lo que veían en ella. El jueves después de ir al supermercado y comprar una serie de cosas que necesitaba para un trabajo de la universidad decidí regresar al apartamento caminando, no quedaba muy lejos del lugar donde vivía. El tiempo no era malo, a pesar de hacer frio unos rayos de sol se dejaban asomar tímidamente a través de las nubes. No había caminado más de unos cien metros cuando escuché el ruido de una potente moto delante de mí, mi corazón empezó a acelerarse cuando reconocí aquella moto, estaba casi segura que era la misma que había visto cuando fui a visitar a Amelia Louzagar y el que la manejaba a pesar de que llevaba casco se parecía mucho al chico al que habían gritado asesino. Aunque en la prensa del día siguiente al asesinato confirmaron que la escritora había muerto de un infarto fulminante y de que las noticias no decían nada del chico que la había visitado toda esa historia a mí me resultó sospechosa. Cuando estaba solo a unos pocos metros de mí yo bajé mi rostro hacía el suelo por miedo a ser reconocida, la marcha de aquella moto empezó a ralentizarse, cuando estaba solo a un metro de distancia giró su cabeza hacia donde yo me encontraba y mi cuerpo empezó a temblar de miedo. ¿Me había reconocido?, ¿sabía lo que se ocultaba en mi interior?, aceleré el paso y me metí en el primer portal abierto que encontré, ya que segundos antes una mujer había salido del edificio. Me apoyé en la pared del fondo, fuera de la vista de aquel chico que había alterado mi cuerpo y mi mente y dejé las bolsas en el suelo mientras aspiraba profundamente para luego soltar el aire que tenía retenido en mis pulmones y recuperar poco a poco mi alterada respiración. El ángulo del pasillo impedía ser vista desde el exterior aun cuando alguien se acercase a la puerta de la entrada, me senté en el suelo de aquel rincón y coloqué mis manos a cada lado de mi rostro.
_ ¿Lo has visto?, creo que me ha reconocido.
Nada, silencio, volví a formular la pregunta pero no obtuve respuesta alguna, ahora cuando necesitaba que mi intruso me calmase, me hablase, que me dijese que era lo que tenía que hacer, él no estaba dispuesto a hacerlo. ¿Seguiría molesto por lo que había ocurrido el fin de semana?, ¿él?, ¿cuándo la única perjudicada había sido yo? Perfecto, si no quería hablar no me importaba, de hecho esperaba que siguiese así durante mucho, mucho tiempo. Salí despacio y vigilante de mi escondite y me acerqué a la puerta discretamente, me apoyé en la pared cuando vi que la moto y su propietario aún seguían allí, parado en la acera, mirando hacia el edificio. Pasó bastante tiempo cuando decidí de nuevo mirar otra vez hacia el exterior, suspire de alivio cuando descubrí que aquel chico ya se había ido, cogí mis bolsas, salí del edificio y empecé a caminar a toda prisa hasta mi apartamento, apenas estaba a diez minutos de allí. ¿Y ahora qué, se movería por estas calles hasta dar conmigo otra vez?, ¿qué me ocurriría si llegaba a encontrarme de nuevo con ese chico?, llegué a casa, dejé las bolsas en la cocina y me senté en el sofá del salón para calmarme antes de colocar la compra en los armarios.
---- De buena nos hemos librado.
Pegué un brinco en el sofá.
_ ¿Por fin te dignas a hablarme?
---- ¿Qué, me echabas de menos?, sabía que mi ausencia te iba a perturbar.
_ Sigue soñando.
---- Recuerda que soy un ente que vive en tu interior, puedo leer tus pensamientos.
_ ¿Por qué no me has ayudado cuando apareció el tío de la moto?
---- Era peligroso, es un rastreador, ¿recuerdas?, no estoy de todo seguro hasta donde llegan sus capacidades rastreadoras, tenía que permanecer oculto.
_ Así que un demonio maligno le tiene miedo a un simple chaval.

EL ENTE QUE VIVE EN MÍ  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora