capítulo treinta y uno

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Esa noche o lo que quedaba de ella apenas pude conciliar el sueño sobre todo porque no dejaba de pensar en todo lo ocurrido horas antes, le había mandado un mensaje a Eduardo para saber si había llegado bien a su apartamento. Tenía que hablar con él sobre Declan pero me asustaba descubrir su reacción, él confiaba en mí y yo casi lo había entregado en bandeja al rastreador. Unas horas después me levanté con un dolor de cabeza, me pegué una ducha, me tomé una aspirina y luego de desayunar una tostada y un zumo de naranja abandoné el apartamento para dirigirme al de Eduardo. Golpeé varias veces la puerta de entrada de su casa pero nadie había acudido a abrir, esperaba que estuviese en el interior durmiendo y no por ahí perdido, me seguía preocupando su actitud, y aunque no quería afrontarlo una parte de mí tenía que darle la razón al rastreador, Eduardo había cambiado, lo comprobé la noche anterior cuando su cuerpo y sus ojos por momentos no le pertenecía, pero de ahí a ser peligroso no lo creía, Eduardo era mi amigo, él jamás me haría daño. Cuando volví a llamar al timbre la puerta se abrió segundos después dejando ver a un Eduardo soñoliento, despeinado y con pantalones de pijama cortos como única vestimenta, al verme allí se hizo a un lado para dejarme entrar.
_ ¿Cómo estás Eduardo?
_ No tan bien como tú como puedes ver, ¿ qué haces a estas horas aquí?
_ ¿Pero tú qué hora crees que es?, vale voy a preparar café y luego tú y yo vamos a hablar, necesito contarte algo importante.
_ Yo también, pero antes quiero disculparme contigo, siento lo ocurrido ayer, espero que no tuvieses problemas con tu novio, intenté manejarlo pero se me fue de las manos.
_ No te preocupes, sé que no eras tú en esos momentos pero me preocupa tu estado.
_ Tranquila, puedo manejarlo.
Yo no estaba tan segura pero ¿ qué decirle?, nos miramos a los ojos y me sentí un poco incómoda, durante los pocos minutos que habíamos hablado la mirada de su invitada había aparecido un par de veces.
_ Beel yo también tengo algo importante que contarte.
Lo miré con sorpresa, los ojos de mi amigo me observaban con detenimiento, sus manos sujetaban el respaldo de una de las sillas de la cocina mientras yo empezaba a preparar café.
_ Dime que has encontrado una solución a nuestro problema, eso mejoraría mi día.
Le sonreí mientras le hablaba, veía como su cuerpo y su boca luchaban para escupir las siguientes palabras, ¿ qué pasaba por su cabeza para que le costase tanto hablarme?, dejé la cafetera encendida y me acerqué a él.
_ ¿Qué ocurre Eduardo?, ¿ qué tan difícil es lo que me tienes que contar?, ¿tengo que preocuparme?
_ Deberías mantenerte alejada de Fernando.
_ ¿Fernando?, ¿ qué ocurre con él?
Parecía que tenía dificultad para hablarme como si las palabras se le atragantasen al mismo tiempo que su mirada aparecía y desaparecía. ¿Por qué todo el mundo me pedía que me alejase de los hombres que me rodeaban?, ¿acaso mi amigo sabía lo que había ocurrido con el rastreador?
_ Te mira raro.
_ ¿Qué?
_ Nada, tú solo mantente alejada de él.
_ Fernando no es peligroso, ni siquiera es capaz de mantenerme la mirada por más de un par de minutos, es demasiado tímido para acercarse a una chica, durante el tiempo que lleva trabajando con nosotros nunca le he visto con ninguna chica o chico, la verdad es que no se mucho de su vida, pero te aseguro que no tiene nada de peligroso, además yo no estoy interesada en él si es eso a lo que te refieres.
Una media sonrisa cubrió su rostro.
_ Está bien hablemos de otra cosa, ¿ qué es eso tan importante que me tienes que contar?
_No quería darle vueltas al asunto así que lo solté de golpe.
_ El rastreador conoce tu existencia.
_ ¿Qué?
Su rostro se cubrió de miedo por unos segundos para luego observarme con detenimiento.
_ Deja que te explique, después de que tú te fueses Declan apareció en el local, yo... le pedí ayuda para deshacernos de nuestros entes, no quería desvelar tu existencia pero acabó descubriendo, lo bueno es que no sabe aún quién eres, solo logró averiguar que conozco a alguien que tiene el mismo problema que yo.
_ Ya pero no tardará en saber quién es esa persona, ¿ cómo pudiste hacerme esto?
_ Lo siento yo no quería desvelar tu secreto perdona, ¿ qué haces?
Eduardo había salido a toda prisa hacia su habitación y ahora estaba metiendo su ropa en una mochila grande.
_ ¿Tú qué crees?, puede que a ti te perdonase la vida, pero no creo que sea tan benevolente conmigo, no me voy a quedar aquí para averiguarlo.
_ No tienes que irte, no por ahora, él se va a ir por un tiempo así por ahora podemos relajarnos un poco, además no pienso dejarte marchar solo, cuando llegué el momento nos iremos juntos, aunque sería bueno tener hecha la maleta para desaparecer en cualquier momento.
_ ¿Dejarías todo para venirte conmigo?
_ Por supuesto Eduardo, no lo dudes ni un instante, estamos en esto juntos.
_ ¿Y qué pasa con tu novio?
Vale, ahí me había pillado, no había contado con él, ¿estaba segura de que me iría con Eduardo dejando todo atrás incluso mi hermana y mi novio?
_ Él entendería, si queremos sobrevivir tenemos que alejarnos de nuestros cazadores, además no sé qué tan seguro sería seguir juntos, ¿y si no conseguimos deshacernos de nuestros intrusos?, ¿y si terminamos siendo peligrosos para la gente que queremos?, tal vez sea mejor así.
_ ¿Hasta dónde sabe tu novio de ti?
_ Se lo conté todo.
_ Y aun así sigue contigo, debe de quererte mucho, ¿y tú lo amas?
¿Por qué tenía dudas para responder a la pregunta de mi amigo?, la imagen de Adam apareció en mi mente, un Adam sonriente, un Adam protector, un Adam cariñoso, un Adam apasionado.... claro que sí, yo también lo quería.
----- ¡ Mentirosa!
Mi cuerpo se sobresaltó. Empezaba a acostumbrarme al ente con sus largos silencios y que me hablase de aquella manera tan repentina me sorprendió.
----- ¿Necesitas que te recuerde el sueño que tuviste esta madrugada antes de despertar con la respiración agitada?, he compartido tus pensamientos, yo estaba allí cuando le suplicabas a tu enemigo que no se fuese, como le confesabas tus sentimientos hacia él, como tu deseo crecía a medida que te acercabas a él y le implorabas que te besase, estoy seguro de que los dos sabemos lo que hubiese ocurrido si no te despertases en aquel momento, así que permíteme que dude de tus sentimientos por tu novio.
_ ¡Eso no es cierto!
Lo había gritado demasiado fuerte para que Eduardo abriese los ojos como platos y se preguntase que me estaba sucediendo.
_ ¿Te ocurre algo Beel?
_ Perdona Eduardo pero tengo un pequeño problema con el entrometido de mi demonio, está empeñado en hacerme la vida imposible y no pienso permitírselo.
_ Me da gusto que aun puedas mantenerlo a raya, si llega a ser un gris te sería muy difícil manipularlo.
_ ¿Un gris, que significa eso?
_ Yo... nada, olvídalo Beel.
_ ¿Qué me estás ocultando Eduardo?, creí que éramos amigos y nos lo contábamos todo.
_ No hay nada que contar.
No insistí más porque nuevamente los ojos que estaba viendo ya no eran los de mi amigo, su ente había tomado el control de la situación, tenía ganas de llorar porque cada día que pasaba sentía a mi amigo más lejano y no sabía cómo ayudarle.
_Tengo que irme pero prométeme que si decides irte lo hablarás antes conmigo, te prometo que por ahora no corres peligro, el rastreador no sabe sobre tu identidad y no voy a dejar que te cause daño, no pienso permitírselo, sé que estás ahí Eduardo y que me escuchas, aguanta un poco más, voy hacer todo lo posible para recuperarte por completo.
Cuando salí del edificio el cielo se había vuelto gris y la lluvia había hecho su aparición, me abotoné la cazadora y caminé sin rumbo, aún me quedaban unas horas para encontrarme con Adam, ¿ qué iba a decirle?
----- Tienes que terminar con él, sabes que esa relación es absurda, ya no le quieres y de paso deberías alejarte de tu amigo Eduardo, espero que no hablases en serio lo de huir con él, ya no es seguro estar a su lado, lo has visto igual que yo, está perdiendo el control, ella ya es mucho más fuerte que él.
_ ¡Cállate!
Durante un rato se mantuvo en silencio, pensé en las palabras de mi amigo, "si llegase a ser un gris sería muy difícil manipularlo".
_ ¡Oye tú!, ¿ qué significa esas palabras?, casi estoy segura de que se trataba de algún ser como tú o algo parecido, ¿ qué sabes tú de eso?
Mi ente seguía escondido en algún lugar de mi cuerpo y por alguna extraña razón que yo desconocía no iba a hablarme de ello.
_ Si tú no piensas responderme le preguntaré a Declan, estoy segura de que aún no se ha ido de la ciudad.
----- ¡No, no lo hagas!
_ Así que estabas escuchándome, ¿ qué pasa con ese ser o esa cosa?, ¿por qué no quieres hablarme de él?
----- No necesitas saber, no hay nada que contar.
_ Claro, por eso tu amiguita parásita no permitió que Eduardo siguiese hablando, y tú, yo no puedo esconderte secretos pero tú si a mí. ¿Sabes?, no importa ya no quiero saber, se lo voy a preguntar al rastreador y me da igual que a ti no te guste.
----- Tú no quieres saberlo, solo intentas buscar una excusa para volver a verlo.
_ No voy a molestarme en contestarte y no voy a enfadarme contigo, volveré a ignorarte como antes.
----- ¡Espera!, te lo diré todo sobre los seres grises, los entes más antiguos.
_ ¿Por qué debería creerte ahora?, ya no quiero escucharte.
Marqué el número de Declan con mis dedos temblorosos, solo habían pasado unas horas desde la última vez que me había besado, al otro lado del teléfono la voz de mi rastreador sonó preocupada.
_ ¿Ha ocurrido algo Beel?
_ ¿Cómo sabes que era yo la que....?, déjalo, quería preguntarte algo pero no sé si estás ocupado.
_ Estaba empacando algunas cosas, me voy esta noche.
_ ¿Tan pronto?
El silencio entre nosotros se hizo tenso.
_ ¿Qué quieres preguntarme Beel?
_ Yo, tal vez no sea nada, puede que ni siquiera hayas escuchado esa palabra, mejor será que lo olvidemos.
_ ¡Puedes hablar de una maldita vez!, me preocupa tu nerviosismo, prometo ayudarte en lo que pueda.
----- ¡No digas nada!
La voz enfadada de mi intruso me asustó, pensé que me había librado por un momento pero ahí estaba, siempre alerta, del susto casi dejo caer mi móvil.
_ No sé si es algo de lo que podamos hablar por teléfono.
_ ¿Estas insinuando que quieres venir a mi casa?
Menos mal que no me podía ver en esos momentos porque yo sentía que mi rostro había enrojecido de vergüenza y el calor había subido a mis mejillas.
_ ¡Yo no quiero ir a tu casa!
_ Perdona, solo quería relajar el ambiente, desde el otro lado del teléfono te escucho tensa.
Decidí que era el momento de decírselo, se lo soltaría así sin más, si no sabía nada colgaría y no seguiría con esta conversación incómoda.
_ ¿Conoces a los seres grises?
De nuevo se hizo el silencio entre los dos, luego de lo que yo creía que habían sido dos minutos incómodos sin decirnos nada y de estar a punto de colgar escuché de nuevo la voz de Declan.
_ ¿Qué sabes tú?
_ Yo pregunté primero.
_ ¡Mierda Beel!, deja de comportarte como una cría.
_ ¡Yo no soy.....!
Antes de que le respondiese volvió a hablarme.
_ Tienes toda la razón al decirme que no eran cosas para hablar por teléfono, ven a mi casa.
_ ¡Ya te dije que no pienso ir a tu casa!, mejor quedamos en una cafetería y....
_ Escucha no voy a quedar contigo en una cafetería para hablar de esto, ni siquiera tendría que hablarlo por teléfono, así que si quieres saber más del tema ya sabes donde vivo.
No pude decir nada más porque me había colgado el teléfono, cogí un taxi que me llevaría hasta el apartamento de Declan, mientras caminaba hacia el interior del edificio la voz de mi ente me sacó de mis pensamientos.
----- No tuviste que pensarlo mucho, después de lo de anoche aún sigues queriendo más, ¿ que hay de tu novio?, ¿ qué pensaría si supiese que la chica a la que ama desea a otro hombre?
_ Deja de decir tonterías, ¿eso no es cierto? solo he venido para buscar información.
----- ¡Mentirosa!, yo te podía hablar de los grises, no necesitas estar aquí.
_ No me fio de ti, ya no creo nada de lo que tú me cuentes.

EL ENTE QUE VIVE EN MÍ  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora