capítulo siete

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---- Tarde o temprano tendrás que enfrentarte a tus miedos.
_ ¿Qué miedos? , pensé que por fin tendría unos días de paz pero ya veo que no, ¡eres tan impredecible!
---- Que no te hable no significa que no esté aquí, observándote, analizándote, sentir como  me echas de menos.
_ ¡Ja!, ¿echándote de menos, a ti?, eso jamás ocurrirá.
---- No estés tan segura de ello, ya hemos apostado otras veces y has perdido.
_ Dime, ¿de qué miedos hablas?
__ Ya lo sabes, el miedo a perder la amistad de Adam o el miedo de perder  el control de tu cuerpo, todo eso te asusta y temes enfrentarte a ello porque no estás segura de ganar.
_ Si piensas que voy a permitir que me manipules estás equivocado, voy a luchar, no me voy a dejar vencer.
Me fui con mi plato a medio terminar y lo dejé en el fregadero, ya lo lavaría más tarde, ahora estaba demasiado cabreada, me puse mi ropa de deporte y salí a correr con mis imprescindibles cascos escuchando la música a todo volumen, estaba segura que acabaría con mis oídos castigados si seguía escuchando la música de esa manera. Por la noche me preparé para regresar al trabajo,  últimamente el bar estaba a tope, cosa que agradecía aunque llegase luego a casa agotada,  siempre había nuevos clientes que repetían. Le eché una mano con las mesas a nuestro camarero mientras Adam se las arreglaba solo en la barra,  una mano fuerte apretó mi brazo derecho, miré hacia el chico dueño de ese brazo.
_ ¡Si no me sueltas el brazo ahora mismo te voy a cortar la mano!
Se echó a reír.
_ Está bien perdona, ¿pero qué tengo que hacer para que me sirvan una copa?, llevo un rato esperando.
Miré hacia su mesa, el otro chico permanecía en silencio, encima de la tabla había seis cervezas y tres whiskys, uno  a medio terminar.
_ ¿Quién va a conducir de los dos?
_ Y a ti que más te da.
_ No quiero ser la responsable de la muerte de uno de vosotros.
_ ¿Te preocupa?
_ Creo que ya habéis bebido suficiente.
_ Yo decido cuando es suficiente, además no estoy borracho  y mi amigo necesita olvidar a la hija de puta que lo ha plantado.
_ Parece que lo ha conseguido, está a punto de desmayarse.
Después de aquella pequeña charla me di la vuelta y caminé hasta la barra, Adam me miraba atentamente. ¡Dios!, ¿es que no podía hablar con un cliente sin sentir remordimientos?, esto tenía que terminar, empezaba a molestarme su actitud.
Una hora después mientras salía del baño me crucé con el chico que intentaba que su amigo olvidase que había tenido una mala noche, llevaba en brazos a su compañero.
_ Creo que ya ha sido suficiente por hoy, me lo llevo a casa, mañana no tendrá ganas de pensar en su chica mientras le dure la enorme resaca que se le viene encima.
Me guiñó un ojo antes de salir por la puerta pero luego dio media vuelta y me llamó.
_ Oye, ¿te apetecería una última copa cuando termines aquí?
Lo miré de arriba abajo, el chico no estaba nada mal,  pestañas largas y oscuras, alto, nariz recta y fina, cabello un poco ondulado, despeinado y algo largo que hacía resaltar sus profundos ojos azules, una camiseta azul ajustada que hacía que sus esculpidos bíceps se viesen perfectamente, barba de por lo menos dos días que resultaba sexi.
_ ¿No has bebido ya demasiado?
_ ¿Crees que si fuese así estaría llevando a mi amigo a su casa sin ni siquiera tambalearme?
_  Está bien, ¿por que no?, salgo a las tres.
_ Aquí estaré.
Me sonrió antes de desaparecer por la calle.
Regresé a la barra, Adam hablaba con una chica y le sonreía, de vez en cuando me echaba pequeñas miradas. ¿Qué significaba eso?, ¿me estaba poniendo a prueba?, ¿quería ponerme celosa?, tenía que reconocer que una pequeña parte de mí sí lo estaba pero de ninguna manera iba a mostrárselo. Seguimos cada uno en su puesto dirigiéndonos  solo unas pocas palabras hasta que por fin acabó mi turno, un par de rezagados seguían en el local, yo ya había cogido mi bolso y abrigo, que se ocupase Adam de ellos. Cuando salí a la calle aquel  chico ya estaba esperándome subido a una moto roja y azul.
_ ¿Has llevado a tu amigo en eso?
_ Lo he llevado en su coche, cogí la moto luego, no tendrás miedo, ¿no?
_ Depende de cómo la manejes.
_ ¿Quieres que camine por la acera a ver qué tal anda mi equilibrio?
_ No, creo que correré el riesgo.
_ ¿A dónde quieres ir guapa?
_ ¿Qué te parece a mi casa?, no está muy lejos de aquí, llegaremos enseguida. 
 Le di el nombre de la calle y le expliqué como llegar, me sonrió y luego me dio un casco, antes de ponérmelo se abrió la puerta del local, Adam salía por ella acompañado de Fernando, el camarero que nos ayudaba en el bar. Nos miramos unos segundos a los ojos antes de que me colocase el casco y me agarrase al chico de la moto para salir de ahí.
---- ¿Qué piensas hacer Beel?, ¡ni se te ocurra!
_ Voy a mostrarte que aún tengo el control de mi cuerpo.
---- ¿De verdad quieres apostar contra mí?
_ Solamente quiero ser libre, quiero ser yo misma, sin tener que preocuparme de un ente diabólico metido en mi cabeza y controlando mi cuerpo, ni de un Adam resentido conmigo.
---- ¡No lo hagas!
_ ¡Quédate dónde estabas y déjame en paz!
---- ¡Te lo advierto!
Aparcó la moto delante del edificio y entramos en el ascensor, nos miramos unos segundos, luego bajé mis ojos al suelo, se acercó a mí y rodeó sus brazos a mi cintura, mi corazón pegó un salto, aquello no me lo esperaba, sus labios se posaron en los míos para luego besarlos con avidez, mi cuerpo empezó a llenarse de calor, depositó un beso en mi piel detrás de mi oreja, me acercó a la pared del  pequeño habitáculo y apoyó mi espalda contra el frio ascensor, su cuerpo se pegó al mío, tomó mi boca con un pasión casi brutal, yo hundí mis manos en su pelo. No tenía que preocuparme de encontrarme con vecinas molestas, a estas horas estaba casi segura  de que nadie cogería el ascensor.
_ ¿Es esto lo que quieres?
 Susurró en mi oreja,  no lo miré a los ojos por miedo a que viese en ellos a mi ente furioso ya que no dejaba de gritarme que parase, que no lo hiciese, pero yo ya no le prestaba atención. Llegamos al apartamento y abrí con dificultad la puerta ya que mi mano temblaba, lo llevé  apresuradamente hasta mi habitación, dejé la luz apagada a pesar de la insistencia de mi ligue en que quería verme, no iba a permitir que mis ojos me delatasen, me cogió nuevamente por mi cintura y como si no pesase nada me llevó hasta la cómoda, tiró al suelo todo lo que había encima y me sentó sobre ella.
_ Tus deseos son órdenes para mí, te voy a dar lo que me pides.
Me hablaba con voz ronca y llena de deseo, presionó su cuerpo contra el mío, desabrochó mi blusa con rapidez y la tiró al suelo, yo hice lo mismo con su camiseta, sus manos presionaban más mi cintura mientras besaba  mi cuello para luego volver otra vez a mi boca, aquello hizo que se me escapase un gemido de placer, escuchaba como el sonido de la cómoda crujía al ritmo de nuestros movimientos, mis piernas se envolvieron  alrededor de su cintura, sus manos acabaron por cogerme  por las nalgas y llevándome  hasta la cama, se deshizo del resto de su ropa y volvió acercarse a mi cuerpo, me desnudó para luego colocarse encima de mí, sus labios volvieron  atacar a los míos, toda yo me estremecí. Escuché  en mi cabeza los gritos de mi intruso pero volví  a concentrarme en el chico del bar, ni siquiera le había preguntado por su nombre, no importaba, no estaba aquí para charlar. Después de una noche de pasión mi cuerpo se había quedado completamente relajado, abrí los ojos, el chico aún seguía ahí, dormido, miré su pecho y mi corazón empezó a latir con fuerza, apenas podía respirar, su piel estaba manchada de rojo, mi cama también tenía manchas rojizas, miré mis manos y estaban cubiertas de sangre que goteaba  despacio por mis dedos para caer en la sábana. Me levanté temblorosa y rápidamente de ella, mis piernas temblaban y me costaba llegar al baño, ¿qué había ocurrido?, abrí el grifo y empecé a frotar con fuerza mis manos, un torrente de lágrimas resbalan por mi rostro, el agua se volvió roja, dejé  el agua correr y me senté en el suelo con la espalda apoyada a la pared, mis piernas ya no me sostenían, intentaba concentrarme en mi respiración que se había vuelto irregular, ¿qué  había pasado en aquella habitación?, ¿de verdad había asesinado a aquel chico?
_  ¿Qué has hecho maldito psicópata?, ¿por qué?
 Aquel ente maldito no hablaba, me había dejado sola con mi miedo y con aquel chico cubierto de sangre, miré mis manos, ya no había rastro del líquido rojo, tuve que  valerme de nuevo de todas mis fuerzas para levantarme y caminar hasta la habitación, ¿qué iba hacer ahora?, ¿llamar a la policía y que me encerrasen para siempre o huir?, las dos opciones hacían que me convulsionase de miedo, el dolor que sentía era tan grande que me costaba respirar, no podía dejar de llorar, ¿dios mío, y ahora qué hago?  Me acerqué de nuevo a la cama y mis ojos se abrieron desmesuradamente cuando vieron a aquel chico durmiendo plácidamente en mi cama sin rastro de sangre,  ¿qué había ocurrido?, ¿había sido solo un sueño?
----  ¿Has visto lo que puede ocurrir si me llevas al límite?, hoy he sido permisivo pero si ocurre una nueva vez lo que has visto sucederá, no volveré a ser indulgente aunque acabe haciéndote daño a ti también, no me obligues a comportarme como un fanático, como un loco, ahora deshazte de él antes de que cambie de opinión.
Nerviosa me puse encima de mi ropa interior una camiseta y unos leggins, me acerqué a aquel chico y con un poco de brutalidad lo desperté, me miró con los ojos aún cansados, luego me sonrió, cogí su ropa y se la eché encima de su cuerpo, todavía me temblaban las piernas.
_ ¡Ponte tu ropa y vete de aquí!
_ Pero, ¿por qué?
_ No tengo que darte explicaciones, ¡lárgate!
Evitaba mirarlo, el ente de mi interior seguía furioso,  el chico se levantó de la cama y se acercó a mí, pegó su cuerpo desnudo al mío.
_ ¿Es que no has quedado satisfecha?, podemos probar de nuevo.
_ ¡Lárgate!
Me aparté de él y me fui hacia la cocina, cogí un vaso de agua y me lo bebí entero, mis ojos se fueron hacia el cuchillo de cocina de grandes dimensiones que estaba en el cajón entreabierto, respiré con dificultad, corrí hacía el salón, cogí unos tenis que había dejado dos días antes allí y me los puse sin colocarme siquiera unos calcetines antes y salí del apartamento a toda prisa. Bajé las escaleras como alma que lleva el diablo y respiré profundamente el aire fresco de la mañana cuando crucé la puerta que daba a la calle. No me quedé allí, tres calles más abajo se encontraba un parque con  una  pequeña arboleda detrás, me senté en un banco que estaba al lado de un sendero por donde solían pasar habituales corredores,  cerré los ojos intentando atrapar las lágrimas que luchaban por salir.
---- Has sido traviesa y me has desafiado, ¡no lo vuelvas hacer! , si no he acabado con él es porque todavía te tengo aprecio.
Me caí de rodillas en la tierra todavía húmeda del sendero y le grité.
_ ¿Qué me tienes aprecio?, ¡eres un maldito loco psicópata del que no puedo deshacerme y que le importa muy poco la vida de los demás!, ¿por qué no acabas de una maldita vez conmigo?, ¡vivir así es una mierda!
Coloqué mis manos encima de mi cabeza y la apoyé entre mis rodillas, el llanto volvió con más fuerza, estaba harta, ya no podía más, las lágrimas mojaban mi cara y mis piernas. Sentí como alguien se paraba a mi lado y me preguntaba si estaba bien, era una chica joven, tal vez de mi misma edad, llevaba unos cascos alrededor de su cuello y me miraba con preocupación.  Me levanté, me limpié las lágrimas y la ropa, luego rodeé con mis manos mi cuerpo, no por el frio que había penetrado en mi interior, sino porque temía romperme en pedazos, me alejé despacio del lugar siendo observada por aquella chica, a pesar de que le había dicho que me encontraba bien ella no parecía muy segura. Cuando llegué a mi edificio la moto ya no se encontraba allí, suspiré de alivio y también de desilusión, tenía que hacerme a la idea de que jamás tendría una relación con alguien, fuese seria o eventual, jamás tendría una familia. Suspiré y cogí el ascensor, unos fragmentos de unas horas antes se asomaron a mis recuerdos,  aparté las imágenes de mi mente. Una vez en mi cuarto miré mi cama deshecha,  con rabia cogí las sábanas y tiré de ellas, luego envolví toda la ropa y la metí en la lavadora, regresé a mi habitación y me eché en el colchón que ahora estaba a la vista, puse los cascos y le di el máximo de volumen mientras de nuevo volvía a llorar.

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