capítulo treinta y cinco

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_ Pues si tú  no quieres ayudar ya lo encontraré por mi cuenta y al libro también, si es que de verdad existe, estoy segura de que Eduardo me ayudará a encontrarlo y ni tú ni nadie podrán impedirlo. Si ese ente tiene que enterarse pues que así sea, es una manera de facilitarme las cosas, así no tendré que rebanarme los sesos para descubrir de quién se trata y si quiere  matarme no se lo pondré nada fácil.
---- Pobre niña tonta, ¿crees que es así de sencillo?, cuando se entere de que estás a punto de descubrir los secretos que le ha contado a la escritora y que tal vez ponga fin a nuestra existencia en este mundo acabará contigo fácilmente, ¿crees que tu amigo te ayudará?, él ya no es el fuerte en ese cuerpo, hace tiempo que perdió el control, no seas estúpida y deja de ponerte en peligro, regresemos a casa, yo te ayudaré a buscar la manera de encontrar ese libro.
No pensaba dejar que me convenciese, Eduardo seguía allí, es verdad que ya no parecía el mismo y que sus ojos apenas se dejaban ver en su mirada, pero cuando le contase todo lo que sabía sus esperanzas se renovarían y lucharía con más fuerza contra la intrusa que se había apoderado de un cuerpo que no le pertenecía. Pasé todo el trayecto escuchando a mi ente, desafiándome o intentando convencerme de que desistiera de mi empeño en contarle a mi amigo todo lo que sabía. Cuando llegué al apartamento pulsé el timbre varias veces, sabía que no iba a ser fácil que abriese de nuevo la puerta pero esperaría lo que hiciese  falta para hablar con él, lo llamé al móvil pero estaba apagado, golpeé la puerta y pegué unos cuantos gritos para que supiese que no me movería de allí hasta que lograse hablar con él. Unos minutos después una mujer abrió la puerta que estaba a unos metros más a la derecha de la de Eduardo.
_ ¿Buscas al chico del apartamento?
_ Sí, ¿sabe dónde está?
_ Ayer por la noche llamó a mi  puerta, me dijo que si alguien se presentaba en su apartamento le dijese que se iba a ausentar unos días, sobre todo insistió en si la que aparecía por aquí fuese una chica testadura y muy gritona, supongo que se refería a ti.
Los colores se me subieron al rostro.
_ ¿Le dijo a usted a donde se iba?
_ No, no me lo dijo.
Después de darle las gracias y despedirme de ella me marché de allí decepcionada, eso hizo que mi ente se calmase de camino a casa, aún así agarré mi móvil y le dejé un mensaje, esperaba que lo leyese cuanto antes. Le decía que tenía novedades sobre los entes y que deberíamos hablar, puede que la solución de deshacernos de ellos estuviese cerca pero que necesitaba su ayuda para conseguirlo. Decidí caminar para pensar en todo lo ocurrido ese día antes de llegar al apartamento pero de camino a casa la imagen de Adam apareció y supe que tenía que ir al bar a disculparme por mi conducta. Hablaría con él igual que lo había hecho con Ana, tenía que ser sincera con él si quería que nuestra amistad no terminase en el olvido. Mi ente seguía callado y muy probablemente enfadado por lo que hice pero yo sentía que había hecho lo correcto. Una vez en el bar vi como dos personas salían de él sonrientes, al entrar por la puerta y echar un vistazo hacia la barra vi a Adam besando a una chica que estaba al otro lado del mostrador, me paré de repente y sentí un nudo en el estómago, al separarse de ella echó un vistazo hacia la puerta y se encontró con mi mirada, se sorprendió pero había algo más en su mirada que no logré descubrir. Iba a marcharme de allí a toda prisa cuando la chica se giró y reconocí su rostro, aquello sí que no me lo había esperado, mi compañera de piso me miró con cara de horror y yo empecé a ver todo lo  que ocurrió después como si sucediese a cámara lenta, Adam se movió a lo largo de la barra para venir a mi lado, Ana se había levantado totalmente del asiento que ocupaba con rapidez haciendo que la silla golpease el suelo y se había quedado petrificada en la misma posición y yo como siempre evité enfrentarme a los hechos y me fui del lugar poniendo pies en polvorosa antes de que Adam llegase hasta mí, lo escuché llamarme pero yo seguí   corriendo, sabía que no iría tras de mí porque no podía dejar solo el bar así que cuando dejé de escucharlo empecé a calmarme, mis mejillas estaban humedecidas, había llorado y aún no entendía por qué. Estaba segura de que yo  ya no amaba a Adam de la misma forma que hace unos meses, ¿entonces porque me sentía tan mal?,  no podía regresar al apartamento porque eso significaba enfrentarme a Ana,  empecé a sentir que mi vida se estaba precipitando hacia un abismo, ya no tenía a nadie con quien hablar de mis problemas, mi amigo se había ido, Declan. ¿ qué le iba a contar?, ya no estaba segura de nada y Adam nosotros dos jamás volveríamos a ser los mismos y mi compañera de piso, ¿por qué me había traicionado de esa manera?, ¿por qué no me lo contó?, ¿por qué me habían ocultado algo así?, ¿y desde cuando estaban liados?
---- Yo sigo aquí.
_ Vaya consuelo, pensar en acabar mis días contigo me hace tener más ganas de encontrar el libro para terminar con toda esta mierda y seguir mi vida sola, ¡no necesito a nadie a mi lado!, ¡no te necesito!
---- Sé que no lo dices en serio, todo el mundo necesita de alguien para que su vida sea más fácil de llevar.
_ ¡Pues yo no!, porque cuantas más personas entren en mi vida más vulnerable me volveré ante ellas y más dañó podré recibir de su parte, ¿es que no te has dado cuenta que desde que tú apareciste en mi vida he sido muy infeliz?, ¿por qué yo, porque a mí?
Corrí de nuevo calle abajo y dejé que mis lágrimas resbalasen por mi rostro, no impedí su avance, ni siquiera me importó las caras que ponían la gente al verme en aquel estado, no sé cuánto tiempo estuve deambulando por las calles, cuando me cansé de correr, caminé sin rumbo y solo me detuve cuando empezó a anochecer y el cansancio me venció. Ahora estaba delante de la puerta y llamando a la única persona que sentía que podía contar con ella, cuando abrió la puerta me eché a sus brazos. A pesar de conocerla de hace poco sentía una fuerte conexión con ella, Olga era mi salvavidas, hubiese sido una buena esposa para mi padre y estaba segura de que también iba a ser una buena madre, me llevó hasta la cocina y nos sentamos alrededor de la mesa, una al lado de la otra, su mano estaba apoyada en la mía y me preguntó que me ocurría. De mi boca no salían palabras solo sentía que había perdido el rumbo de vida y ahora llegaba a puerto seguro, me dio espacio para que yo pudiese tomarme el tiempo necesario para hablar, se levantó y me preparó una infusión. Al otro lado del aparato que había encima de la mesa se escuchó el llanto de mi hermana, Olga me pidió disculpas y fue en su ayuda, cuando regresó traía en brazos a Daniela, se veía tan pequeña, tan vulnerable, había parado de llorar, me preguntó si quería cogerla y yo le dije que sí. Cuando la tuve entre mis brazos sentí un afán enorme de protegerla, en ese mismo instante un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, ¿ cómo iba a protegerla a ella si ni siquiera podía protegerme a mí misma? Tenía miedo de que estando a su lado podía ponerla en peligro, ¡joder!, yo tenía un ente en mi interior, ¿ cómo la protegería de esos seres o de cualquier ser monstruoso que se le acercase? Cuando Olga dejó encima de la mesa la infusión de valeriana yo le devolví a mi hermana, le pedí disculpas por no haberle hecho ninguna visita desde que regresó del hospital y me sonrió.
_ Algunas personas necesitan más tiempo que otras para adaptarse a los cambios, no te disculpes por ello, las dos estamos bien y cómo te dije una vez sé que serás una buena hermana para ella, tú estarás ahí para ella al igual que nosotros estaremos aquí para ti.
No quería volver a llorar así que me aguanté las ganas, le pregunté si podía quedarme esta noche en su casa y me dijo que siempre sería bienvenida allí.
_ Beel cuando estés preparada para hablar yo estaré aquí si tú quieres para escucharte, no tienes porqué guardártelo todo para ti, eso no significa que seas más fuerte, a veces la fuerza radica en hablar y liberarte de todo lo que te preocupa, puede que eso haga que veas las cosas desde otro punto de vista y que le des un nuevo rumbo a tu vida.
_ Gracias Olga pero ahora lo único que quiero es descansar, si no te importa mañana hablamos.
Me fui a la otra habitación que en el futuro sería la de mi hermana y me acosté en la cama, las imágenes de Adam y Ana no dejaban de aparecerse en mi mente, quería enfadarme con ellos pero yo no tenía ningún derecho, ¿acaso yo no había hecho lo mismo con Declan?, no, lo mío había sido peor, yo aún no había roto con Adam. Pero el dolor de la traición seguía dentro de mí,  si me lo hubiesen contado tal vez ahora yo no estaría así, los había considerado mis amigos. Agarré el teléfono, en cuanto había salido del local no había parado de sonar y tuve que apagarlo, al encenderlo me encontré con un montón de llamadas y mensajes, todos de Adam y Ana.  Pasé de ellos y marqué de nuevo el número de Eduardo, seguía sin estar operativo,  seguí avanzando por la pantalla hasta encontrar el número de Declan, durante unos segundo dudé hasta que escuché los primeros pitidos, de todas maneras seguramente tampoco lo cogería.
_  ¿Beel?
Me levanté de golpe y me puse de rodillas en la cama con mi espalda apoyada a la pared, escuchar su voz hacia que mi cuerpo se pusiese en alerta y mi corazón latiese deprisa.
_ ¿Beel estás bien?
Yo seguía en silencio, incapaz de pronunciar palabra alguna, ¿ qué le iba a decir?, ¿ qué me sentía sola y que lo necesitaba a mi lado?, no, no podía, y entonces sin querer pretenderlo las malditas lágrimas volvieron hacer acto de presencia.
_ ¿Beel que te ocurre?, por favor habla, me preocupas.
_ Yo, yo lo siento, perdona no debí llamarte.
Y luego colgué, ¡mierda, no tenía que haberlo llamado!, y mucho menos comportarme de esa manera, escuché de nuevo el sonido de una llamada en mi teléfono, en la pantalla salía el nombre de Declan, me eché para atrás como si temiese que pudiese salir a través del móvil, ¿y ahora que iba a hacer?, no quería hablar, no podía, ¿por qué siempre hacía estupideces como esa y luego no podía afrontarlas? Cuando dejó de sonar le mandé un mensaje, esperaba que de alguna manera aquello le hiciese desistir en llamarme, le dije que estaba bien y que no sabía porque lo había llamado, que no se preocupase que todo iba bien.  Unos segundos después de haberle enviado el mensaje el teléfono volvió a sonar, lo cogí en mis manos y lo apagué, se habían acabado por hoy las llamadas y los mensajes, estaba demasiado agotada para pensar claramente.
_  Me imagino que pensarás que estoy loca ¿verdad?
Le había hablado a mi ente pero éste no me respondió.
_ Sé que estás ahí observando todos mis actos, escuchando todo lo que yo digo, al igual que yo tú no te puedes librar de mí, solo que a mí tu presencia me la has impuesto, en cambio tú, aún no sé porque no has acabado conmigo.
Después de dar un montón de vueltas en la cama y esperar a que mi ente dijese la última palabra me quedé dormida. Me desperté con el llanto de Daniela, después de ver la hora me levanté y llamé a la puerta de Olga, eran las seis y media de la madrugada.
_ Hola, perdona pero no sé si necesitas ayuda, está bien Daniela.
_ Si, tranquila, en cuanto le cambie el pañal y le dé de comer volverá a dormirse, siento que te despertase.
_ No hay problema, ¿quieres que te prepare algo de comer?
Me dirigí a la cocina y calenté agua para preparar unas infusiones y luego me puse a cocinar unas tortitas, cuando estaba colocando todo en la mesa apareció Olga, mi hermana hacía rato que había parado de llorar, me dio las gracias por el desayuno y se sentó en frente a mí.
_ Olga ¿crees que soy rara?
_ ¿Rara en qué?, ¿porqué lo dices, en que te basas?
_ No sé, yo no soy como las demás chicas, yo.

EL ENTE QUE VIVE EN MÍ  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora