capítulo veintitrés

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Mi amigo paró el vehículo a un lado de la carretera y yo salí rápidamente de él, cogí mi bolso y empecé a andar por la acera, escuché cerrarse con un fuerte golpe la puerta del coche y como Eduardo caminaba con pasos apresurados.
_ ¿Pero qué cojones haces?
_ ¡No me hables así!
_ ¿Piensas ir caminando hasta casa?
_ Si sigues comportándote como un gilipollas, sí
Suspiró y luego se paró, mientras yo seguía caminando escuché como me gritaba.
_ Está bien tienes razón estoy cabreado con mi madre, con el hombre que se ha cruzado en su camino cuando tuvieron ese accidente, con mi padre y mi abuelo por dejarme solo, con el mundo porque a veces esto me supera y tal vez contigo porque empiezas a conocerme mejor que yo.
 Me giré y comencé a caminar despacio hacia él.
_ ¿Por qué me has traído contigo Eduardo?
_ Pensé que si tú venías conmigo tal vez la situación cambiase, no sé, desde que ingresó en esa residencia llevo viniendo todas las semanas, me dijeron que su cerebro estaba demasiado dañado y aunque había hecho progresos jamás volvería a ser la que era. Yo lo intenté todo, había días que me enfadaba con ella, discutía, otros lloraba a su lado y los demás días intentaba mantener una conversación, aunque ya ves que eso es casi imposible. Necesitaba que alguien más viese lo que yo veo y que me diga que no abandone, que siga luchando a pesar de que jamás la recuperaré y que siempre estaré solo.
_ Tú jamás estarás solo, no pienso alejarme de ti, siempre seré tu amiga y tendrás que aguantarme a tu lado.
Me acerqué a él y lo abracé con todas mis fuerzas, Eduardo lloró entre mis brazos y yo no pude evitar derramar algunas lágrimas, jamás lo había visto llorar de esa manera. Los coches que circulaban nos pitaban y alguno se había parado para preguntarnos si estábamos bien, después de  estar un rato abrazados se separó de mí, secó sus lágrimas y caminó hacia el auto, había dado solo unos cuantos pasos  cuando se giró, me miró y me  echó una pequeña sonrisa.
_  ¿Vienes o sigues pensando que caminar hasta tu casa es una buena idea?
Me moví con paso apresurado hacia él y lo abracé antes de subir nuevamente en el coche, aquella noche Eduardo también durmió en mi apartamento, aquello se estaba volviendo en una costumbre y aunque mi ente al principio me había animado para tener una relación con él ahora le cabreaba que durmiera en mi cama aunque no manteníamos relaciones, solo éramos muy buenos amigos. Por la  mañana nos fuimos a la universidad, los exámenes estaban próximos y nos habíamos perdido algunas clases. Al salir me di cuenta que Declan se encontraba a un lado de la entrada del campus, seguía subido a su moto y hablaba con unas chicas que se habían acercado a él. Eduardo venía a dos pasos detrás de mí hablando con un par de compañeros de equipo, me acerqué a él y lo agarré por un brazo, luego lo llevé hasta la esquina del edificio libre de la mirada del rastreador.
_ ¿Y ahora que te ocurre?
_ De..., el rastreador está aquí.
_ ¡No jodas! ¿y qué es lo que quiere?
_ No sé, tal vez esté aquí por mí, sabe lo que soy.
_ ¿Y qué quieres hacer?
_ No estoy segura pero, ¿te acuerdas de nuestra conversación?, tal vez debería intentar averiguar que sabe de nuestros intrusos, hasta ahora no hemos conseguido nada.
_ ¿Estás segura?
---- ¿Es que te has vuelto loca o qué? , él es un rastreador y solo quiere una cosa de ti, eres una idiota si crees que hay algo más. Ni por un segundo me he creído que solo lo haces por sacarle información, tú quieres algo más de él, lo sé por cómo ha reaccionado tu cuerpo en cuanto lo has visto, creí que eras más lista pero me he metido en el cuerpo de una tonta, él solo está aquí por un motivo a ver si te enteras y acabarás muerta en cuanto él lo decida.
_ ¡Déjame en paz!
_ Lo siento Eduardo, no hablaba contigo sino con mi intruso molesto, ni te imaginas que ganas tengo de deshacerme de él.
---- ¡Jamás te desharás de mí!
_ Eso ya lo veremos.
Esas palabras las dije mentalmente para que Eduardo no las escuchase, no quería que él también intentase convencerme de que aquello era una mala idea.
_ Debemos intentarlo, tú quédate aquí, por ahora no sabe que existes y tiene que seguir siendo nuestro secreto, si te descubre y sabe lo que escondes en tu interior seguramente acabaremos muertos los dos.
Caminé en dirección a Declan, las chicas seguían allí sonriéndole, tocando su brazo  y a él parecía gustarle ser el centro de atención, lo que no entendía era porque a mí me molestaba verlo en esa situación. Mi intruso no dejaba de decir una variedad de insultos hacia mi persona e intentaba que yo perdiese el control de mi cuerpo para que dejase de avanzar hasta el rastreador, cuando no quedaba más que unos pocos metros para encontrarme con Declan dejé de escuchar a mi intruso, sonreí, debería pasar más tiempo con el rastreador si eso hacía que dejase de oír a mi ente.  De pronto los ojos de Declan se posaron en mí para luego recorrer con ellos toda mi anatomía, mi cuerpo se estremeció aunque no estaba muy segura si era de placer o de miedo. No sé lo que les dijo a las chicas que se habían congregado a su alrededor pero después de mirarme se fueron.
_ ¿Qué haces aquí?
_ Te esperaba.
Me miró a los ojos durante un buen rato, supongo que estaba rastreando a mi intruso, saber si se encontraba conmigo, yo no aparté la vista, estaba segura de que mi ente estaba bien escondido. Esperaba que por unas horas estuviese hibernando en el rincón más profundo de mi cuerpo.
_ ¿A mí?, ¿es que no son suficientes todas las chicas que revolotean a tu alrededor?
_ Ellas no son la que me interesa, venga sube.
Mi cuerpo volvió a estremecerse mientras daba un paso hacia atrás.
_ ¿A dónde vamos?
_ ¿Acaso me tienes miedo?
_ Para nada (¡mentirosa!) pero permíteme desconfiar de tus intenciones ya que tú sabes que soy yo y que tú eres un rastreador, no me gustaría ponértelo demasiado fácil.
_ No voy a acabar contigo, hoy no.
_ ¿Hoy no?, vaya me has dejado más tranquila.
_ Venga, no tenemos toda la tarde, sé que luego tienes que trabajar.
Me dio el casco y luego de ponérmelo me subí a su moto, puse mis manos en su cintura y sentí como sus perfectos y duros abdominales se tensaban,  una especie de electricidad deliciosa recorrió  todo mi cuerpo, me alejé un poco pero Declan me cogió las manos y me empujó más hacia él quedando pegada a su cuerpo, luego arrancó la moto. No sabía a dónde nos dirigíamos pero aun así yo no tenía miedo, por raro y loco que pareciese yo me sentía bien abrazada a él y deseaba que aquella sensación no terminase nunca. Luego de  alejarnos de la ciudad nos movimos por senderos llenos de curvas y grandes árboles a ambos lados de la estrecha carretera, si pretendía matarme y esconder mi cuerpo estaba segura que ese era un buen lugar para ello. Nos paramos donde terminaba la carretera y empezaba un camino de baches, piedras y tierra oscura, dejó la moto a un lado de una roca alta y empezó a caminar por el sendero, miró hacia atrás y con su mano hizo un gesto para que le siguiese. ¿A dónde se dirigía?, ¿por qué me había llevado a un lugar tan apartado solo para hablar conmigo?, y la pregunta más estúpida que me hacía, ¿por qué obedecía y ahora seguía sus pasos?, estaba segura de que  mi ente donde quiera que estuviese estaría hecho una furia.  Después de caminar unos pocos metros vi a Declan sentado en la cima de un grupo de enormes rocas, subí o más bien escalé hasta llegar junto él y lo que vi me sorprendió.
_ He descubierto este lugar hace unos meses y me gusta venir aquí cuando necesito pensar.
A lo lejos se divisaba el mar y detrás una ciudad con edificios altos, la vista era preciosa y la brisa que acariciaba mi piel  no era para nada molesta. Me senté cerca de mi rastreador aunque dejando un espacio entre los dos, necesitaba tener la mente bien despejada para escuchar lo que me tenía que decir.
_ ¿Y porque estoy yo aquí?
_ Intento comprender.
_  ¿Comprender qué?
_ Porque aún sigues viva, porque no soy capaz de terminar con tu vida para deshacerme del ente que llevas en tu interior.
Me miró fijamente a los ojos y durante unos segundos me enfrenté a su mirada, hasta que el miedo a que viese otros ojos que no fuesen los míos me asustó y bajé mi rostro. Nos quedamos en silencio durante unos minutos, me sentía incómoda y no solo por el silencio entre nosotros también porque sabía que estaba siendo observada por él aunque yo no lo mirase.
_ Tal vez has descubierto que te caigo bien y por eso no quieres hacerme daño.
_ No me lo has puesto fácil para que seas mi persona favorita.
_ ¿Y qué esperabas?, eres un rastreador.
_ Y tú una persona que lleva un ente dentro de ella y que tendría que acabar con él hace tiempo pero que no puedo porque eso significaría acabar contigo también. No he dejado de pensar en ti desde la última vez que nos vimos.
Sentía como mi cuerpo volvía a despertarse de nuevo, su mirada volvió a posarse en el horizonte. Esta vez era yo la que lo miraba fijamente, no podía negar que era guapo hasta rabiar y no podía evitar sentir cosas por él,  me asustaba ponerle nombre a esas cosas.
_ ¿Y entonces qué piensas hacer?
_ No lo sé, esperaba que tú me dieses alguna respuesta, de lo único que estoy seguro son de las ganas que tengo de besarte.
Se acercó un poco más a mí y antes de poner sus labios en los míos me miró a los ojos, sentí como miles de mariposas empezaban a revolotear en mi interior para luego alzar el vuelo por todo mi cuerpo, me quedé quieta intentando comprender porque me sentía así, su mirada era  magnética, profunda, los dedos de su mano me acariciaban el rostro.
_ Eres muy hermosa, ¿lo sabías?
Cada parte de mi cuerpo empezó a vibrar con solo rozarme, despacio se acercó un poco más a mí y me besó con pasión, agarré su cabeza con mis manos y mis dedos acariciaron su pelo, tirando un poco de él, tenía que admitir que desde la última vez que nos habíamos visto yo también deseaba volverlo a besar, sentir sus labios chocar con los míos, pero también había intentado no pensar en él y alejarme todo lo posible de su trayectoria. Había intentado y prometido escapar, resistirme  a este deseo por mi enemigo, porque a pesar de todo Declan no dejaba de ser un rastreador pero al final había fracasado estrepitosamente a ese intento,  mi ente tenía razón, yo estaba muy mal de la cabeza. Cuando nuestros labios se saciaron uno del otro y nuestros cuerpos volvieron a tener un cierta separación entre los dos y yo evité mirarle a los ojos, no estaba segura si por vergüenza, miedo, arrepentimiento
­ _ Beel
Su voz sonaba grave, viril y casi silenciosa, despacio posé mis ojos sobre los suyos, su mirada ensombrecida por el deseo hizo que mi cuerpo se acercase otra vez a él para nuevamente apoderarme  una vez más de su boca, estaba hambrienta de él. Por unos segundos creí que me rechazaría pero el deseo que se desató en nuestras bocas fue pasional y a la vez tormentoso. Cuando de nuevo nuestros labios se separaron tuve que tomarme mi tiempo para volver a recuperar el aire. Esta vez la separación entre los dos fue mayor que la anterior, yo lo observaba mientras Declan con su mano derecha se echaba unos mechones de su cabello hacia atrás, luego me miró.
_ ¿Qué voy hacer contigo?
Lo único que acerté hacer fue encogerme de hombros mientras él suspiraba.
_ Sabes que no puedo dejarlo ir, ¿verdad?, tengo que acabar con él.
A pesar del fuerte estremecimiento de mi cuerpo y del miedo que se apoderó de mí, logré que mis palabras saliesen sin ningún tipo de temor de mi boca. Me había levantado de la roca y me alejé de Declan unos pasos poniendo especial precaución en no caerme.
_ Haz lo que tengas que hacer, no voy a huir pero es tarde y si tus intenciones no son matarme en estos momentos debo irme, dentro de una hora y media tengo que trabajar.
---- ¡NO!
Él también se había levantado, nos miramos durante unos minutos sin decir nada, Declan tenía los puños cerrados ejerciendo una fuerte presión, yo sabía muy bien qué es lo que estaba viendo ahora mismo en mi rostro, unos ojos que no eran los míos.
_ ¡Sabes que no podrás huir de mí, acabaré contigo de la manera que sea!
Aunque entendía que aquellas palabras no iban dirigidas a mí, mi ente y yo íbamos en el mismo paquete y para acabar con él tenía que matarme a mí también.
_ Tal vez hubiese alguna solución.

EL ENTE QUE VIVE EN MÍ  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora