capítulo cincuenta y ocho

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Según seguíamos leyendo más información nueva encontrábamos, empezamos a pasar páginas para buscar la manera de deshacernos de ellos y descubrimos que las últimas páginas estaban arrancadas, todas nuestras esperanzas para acabar con ellos se esfumaron como las hojas desaparecidas del libro. Estábamos como al principio, sabíamos que el tiempo corría en contra nuestra, no tenía ni idea de donde estaban aquellos entes que habían huido pero estaba segura de que planeaban algo muy gordo contra nosotros y lo peor era que llevábamos días sin apenas descansar, necesitábamos dormir y recuperar energías si queríamos empezar de nuevo a buscar esas hojas que tanto necesitábamos y enfrentarnos a ellos en buenas condiciones. Algunos de los monjes que se habían quedado nos prepararon un buen menú para recuperar fuerzas, muchos de nosotros comimos en silencio, con el pensamiento puesto no solo en lo que habíamos vivido esos días, también pensando en cómo recuperar las últimas páginas de aquel libro. ¿Y si los habían quemado?, destruidos para siempre, ¿y si nunca descubriríamos como deshacernos de ellos?, ¿ qué pasaría entonces con la humanidad?, ¿ cómo íbamos a lograr que un ente no se apoderase del cuerpo de una persona?, ni siquiera sabía si éramos suficientes para enfrentarnos a ellos, y si aquellos que creían que habían sido destruidos no fuese así, ¿ cuántos entes habría ahora ocupando un cuerpo que no les pertenecía? Cuantas más vueltas le daba a mi cabeza más miedo tenía a enfrentarme a la realidad.
_ No sé en qué estás pensando pero deberías dejar de hacerlo, tus orejas empiezan a echar humo.
Pegué un salto en mi silla, me había asustado, estaba tan absorta en mis pensamientos que me había aislado de todo lo que tenía a mi alrededor, ni me percaté del momento en que Declan se sentó a mi lado, creía recordar que estaba Raquel cuando llegamos a la mesa.
_ Declan, ¿ qué va a pasar si no encontramos esas últimas hojas?, ¿crees que en ellas se encuentran la manera de destruir a los entes?, ¿y si ya no existen esas páginas del libro?
Mantuvo esa sonrisa forzada en su rostro intentado calmar mi ansiedad pero supe por su mirada que él también había pensado en esa posibilidad.
_ Es casi de madrugada, deberíamos descansar un poco, después de algunas horas de sueño tal vez veamos las cosas con mayor optimismo, tendremos que hacerlo si queremos acabar con ellos, esas hojas aparecerán aunque tengamos que tirar cada una de las paredes de este edificio.
La gente empezaba a levantarse y recoger su plato, yo busqué con la mirada a Raquel, las pocas noches que dormí en este lugar fue en compañía de la prima de Sandro y alguna que otra sola, aunque esa idea no me gustaba mucho, seguía temiendo a la aparición de los entes.
_ ¿A quién buscas?
_ A Raquel, tal vez pueda hacerme un hueco en su habitación, no me gustaría dormir hoy sola, no me siento segura aquí.
_ Venga, vamos.
_ ¡Eh!, ¿a dónde?
Me llevó por los pasillos hasta que me hizo entrar en su habitación.
_ ¿Qué hago aquí?, si piensas que puedes traerme a tu cama cuando a ti te dé la gana vas listo, tenemos mucho que solucionar entre nosotros, aún no te he perdonado.
_ Por eso estás aquí, estoy cansado del tira y afloja, vamos hablar y solucionar nuestros problemas y empezar de cero o alejarlos el uno del otro para siempre.
Aquellas últimas palabras me estremecieron todo el cuerpo, pensar en no volverlo a ver nunca más era algo que no me había propuesto y aunque seguía teniendo un resentimiento contra él por la muerte de mi amigo no estaba segura de querer renunciar a su compañía y a lo que me hacía sentir. Nos miramos unos segundos a los ojos, no sabía que había visto en los míos pero apartó su mirada de la mía y se dirigió al armario, sacó una camisa y me señaló una puerta tres habitaciones más adelante.
_ Puedes usar mi ropa si te apetece, te sentirás más cómoda para dormir que con esas prendas, el baño está justo allí, es la puerta oscura , cierra con el pestillo si quieres algo de intimidad porque es el único en todo este pasillo.
Después de agradecérselo me di una ducha y esperé sentada en la cama a que regresase él de su baño, si quería hablar hablaríamos aunque estaba muy segura que iba yo a decirle. Supongo que no me di cuenta de lo cansada que estaba porque cuando abrí los ojos unos rayos de sol entraban por la pequeña ventana de su habitación, Declan estaba en la cama con el brazo apoyado en el colchón y yo me encontrada acostada y con una manta cubriendo mi cuerpo a su lado, no recordaba en qué momento me había quedado dormida, su rostro a poca altura del mío me observaba con una pequeña sonrisa.
_ ¿Has dormido bien?
_ Sí, he recuperado energías, tengo ganas de empezar a buscar esas malditas hojas cuanto antes.
_ Ya, pero antes tú y yo vamos a hablar.
De pronto me senté en la cama nerviosa, puede que lo que hablásemos aquí decidiera nuestro futuro y eso me asustaba, no sé si estaba preparada para un nosotros.
_ Sabes lo que siento por ti, te lo he dicho varias veces aunque algunas de esas veces me vuelvas loco y te grite, he intentado darte tiempo para que superaras la muerte de tu amigo, sé que tu vida no ha sido fácil sobre todo este último año, todo lo que ha sucedido ha sido una locura para ti pero lo has superado con creces, has sido muy fuerte y muy valiente y eso me da también un poco de miedo, me asusta pensar que ya no puedas necesitarme, te quiero, supe que eras especial ya el primer día que te conocí, allí, en aquellas escaleras donde te vi la primera vez y esa misma noche soñé contigo. Cuando supe tu secreto casi me vuelvo loco, por un lado estaba mi deber de cumplir con el juramento que había hecho hace años para proteger a la humanidad y por otro estaba lo que sentía por ti.
Sonrió de una forma tan sensual que hizo que mi cuerpo se estremeciese de placer, le devolví la sonrisa.
_ Tú con tu mal carácter y tu insistencia de no dejarte intimidar por mí me convenciste de que valía la pena luchar por ti, nadie jamás me había hecho pasar por lo que has hecho pasar tú, casi me vuelves loco, ha sido una suerte que esté enamorado de ti porque a estas alturas no estarías aquí conmigo, has vuelto mi mundo patas arriba pero no me arrepiento de haberte conocido.
Se acercó a mí y empezó a besarme, sus besos eran cada vez más ansiosos y apasionados, me recostó en la cama y me miró a los ojos separándose un poco de mí.
_ Dime, ¿sigues culpándome por la muerte de tu amigo?, sé que no te va a gustar oírlo pero no me arrepiento de lo que hice, él ya estaba demasiado hundido en la oscuridad que se creó a su alrededor, jamás sería el mismo, tengo que confesarte que tenía miedo de que te hundiese con él pero de lo que sí me arrepiento fue de las formas, no tenía que haber muerto de aquella manera, no delante de ti, si pudiese dar marcha atrás lo habría hecho de otra forma para que no sufrieses como lo has hecho, no fue fácil para mí verte en aquella cama de hospital sin vida en los ojos y odiándome de aquella manera.
_ Yo...
Antes de que pudiese hablar y decirle que para mí tampoco fue fácil aceptar la muerte de Eduardo y que una parte de mí aún lo culpaba, llamaron a la puerta, era Fabián y traía en la mano un móvil que lo levantó hacia mí, su cara mostraba sorpresa.
_ ¿Qué ocurre Fabián?
_ Alguien quiere hablar con Beel.
_ ¿Conmigo?, ¿quién?, ¿porqué llaman a tu móvil?
Cuando agarré el teléfono y lo acerqué a mi oreja la voz de mi madre se escuchó al otro lado.
_ Beel cariño mío, ¿ cómo estás?
Me sorprendió escuchar aquella palabra en boca de mi madre, vale que ahora nos llevábamos mejor pero hacía muchísimos años que no se dirigía a mí tan cariñosamente.
_ Mamá, ¿cómo sabías que estaría aquí y cómo conseguiste el teléfono de Fabián?
------ Pensé que ya lo habrías deducido pero cómo siempre vamos a dos pasos delante de vosotros.
Aunque la voz seguía siendo de mi madre, la persona que estaba al otro lado del teléfono no lo era. Mi cuerpo temblaba de miedo porque aunque no quería creer lo que mi cabeza me decía no había otra razón, sola había una manera de que mi madre supiese que estaba allí y era que alguien la estaba utilizando, pero ¿cómo podía ser?, ¡le había dado un amuleto para protegerse de esos seres!, estaba muy asustada.
_ ¿Quién eres y qué es lo que quieres de mi madre?, déjala en paz.
------Vaya parece que ya vas entendiendo.
Declan se había acercado a mí y ahora me abrazaba un poco sorprendido, no sabía lo que estaba ocurriendo, al igual que Fabián que aún seguía en la habitación.
------No protegiste muy bien a tu familia y a tus amigos y ahora nos toca a nosotros mover carta, vais a sufrir por todo lo que nos habéis hecho, ni por un momento penséis que podéis vencernos, ahora os tocará decidir quién es más importante para vosotros. Si quieres volver a ver a tu madre no te despegues del teléfono, pronto tú, Declan y los demás tendrán noticias nuestras.
_ ¡Suelta a mi madre hijo de perra, déjala en paz!, ¡no la quieres a ella sino a mí!
------No te creas tan importante, también quiero a Declan y a sus amigos, todos los que nos habéis sacado de ahí terminaréis destruidos, pero tranquila todo a su debido tiempo.
No pude seguir hablando porque la comunicación se cortó, me movía nerviosa por la habitación mientras Declan y los demás me miraban esperando alguna respuesta a esa llamada tan extraña.
_ ¿Qué ocurre Beel?
Recogí la ropa del suelo y me la puse rápidamente con nerviosismo.
_Tengo que irme, tengo que encontrar a mi madre, está en peligro.
_ Eh, eh, espera.
Declan me abrazó fuertemente mientras yo intentaba soltarme.
_ ¡No lo entiendes Declan, van a matar a mi madre, ellos la tienen!
_ ¿Quiénes la tienen?, cálmate, estoy aquí para ayudarte.
_ No Declan, si no hago lo que me piden van a terminar con su vida igual que hicieron con Eduardo.
Seguía abrazada a Declan y las lágrimas empezaron a salir sin control, después de un rato llorando a lágrima viva pude calmarme un poco y les expliqué lo que me habían dicho, luego me levanté rápidamente y le pedí el teléfono a Declan. Necesitaba saber si mis amigos estaban bien, hablé con Adam, él y Ana se habían cogido unos días de vacaciones y estaban en Nueva York, por ese lado estaba algo tranquila, le mandé por el móvil una foto del tatuaje que quería que hiciesen, les prometí que les contaría todo a su vuelta pero ahora necesitaba tener la promesa de que se lo iban hacer en cuanto terminase de hablar con ellos. Mar estaba en el pueblo porque su padre había tenido un accidente, se rompió una pierna en el trabajo y ella les estaba echando una mano, con Olga no pude hablar y eso me estaba poniendo nerviosa, si le ocurría algo a mi hermanita no podría vivir con ello. Llamé varias veces pero nadie me contestaba al teléfono, al final decidí que tenía que ir a verla, esperaba que no fuese demasiado tarde y no se la llevasen también. Estábamos subiendo al coche, Declan al igual que Fabián y Kiara me acompañaban, Sandro aún necesitaba unos días para recuperarse, cuando me senté en el asiento del copiloto el teléfono de Declan sonó, pegué un salto, el terror se apoderó de mi cuerpo, no tardaron mucho en ponerse de nuevo en contacto con nosotros, pensé que era la voz de mi madre la que escucharía al otro lado pero era Olga y se estaba preguntando quien era la persona que le había llamado tantas veces. Pensaba que le había ocurrido algo a Daniela, a mi hermana. Resulta que había dejado su antiguo puesto y se había ido un par de días para una entrevista de trabajo muy bien pagado y con horas más flexibles para estar con mi hermana, una amiga suya había viajado con ella y ahora se encontraba en el hotel con mi hermana, le pedí que no se quitase nunca el colgante y que no hablase ni le dijese donde estaba a mi madre y que se quedasen en ese lugar al ser posible una semana al menos.

EL ENTE QUE VIVE EN MÍ  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora