capítulo treinta y ocho

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_ ¡Dios mío Mar!, ¿ qué te ha pasado, qué te ha hecho?
Tenía sangre en la cara, el labio partido y muy probablemente una conmoción cerebral porque había llevado su mano a su cabeza quejándose del dolor.
_ Necesitas ir a un hospital, ¿por qué te ha hecho esto?
Las lágrimas empezaban a brotar de mis ojos, Eduardo no era así, él era buena persona, la persona que había golpeado a mi compañera de piso no era mi amigo Eduardo, no podía ser. La levanté con cuidado del suelo, a cada paso se quejaba de dolor, se había ensañado con ella con ganas, se sentó a un lado de la cama porque empezaba a marearse.
_ Lo siento mucho Mar, todo esto es mi culpa.
_ ¡Claro que es tu culpa! ese tío está loco, quería que le entregase un manuscrito, cuando le dije que no sabía de qué hablaba empezó a tirarlo todo, intenté que parase incluso lo amenacé con llamar a la policía pero parecía fuera de sí, cuando me vio con el teléfono en la mano se puso aún más si cabe hecho una furia, intenté encerrarme en la habitación pero él entró rompiendo la puerta y empezó a golpearme exigiéndome que le dijese donde estaba ese manuscrito.
_ Él te...., te... ya sabes.
_ ¿Qué?, ¿quieres preguntarme si abusó de mí?, no, no creo, me desmayé con el último golpe, recuperé el conocimiento cuando te escuché gritar el nombre de tu amigo. Que sepas que pienso denunciarlo, me da igual que sea amigo tuyo, deberías alejarte de él, es peligroso, tiene que pagar por lo que me ha hecho.
No dije nada, sabía que tenía razón pero también sabía que la persona que la había golpeado no era Eduardo aunque su cuerpo le perteneciese a él, yo estaba totalmente segura de que todo lo sucedido era culpa de la intrusa que llevaba mi amigo en su interior. Ahora no estaba muy segura de cómo ayudarlo a salir de ésta, si les contaba a la policía lo que nos ocurría acabaríamos seguramente encerrados como le había pasado a la escritora.
Después de pedir un taxi y caminar despacio hasta la entrada del edificio nos dirigimos al hospital más cercano, mientras la examinaban aparecieron dos policías preguntando por ella. Una de las enfermeras los llevó hasta la habitación donde se encontraba Mar, no sabía que le estaba contado pero estuvieron un buen rato con ella, llamé de nuevo a mi otra compañera de apartamento para saber qué había pasado con el manuscrito y después de tres tonos me contestó, antes de que pudiese contestarle me preguntó por Mar, supongo que Adam ya había hablado con ella. Le conté brevemente lo sucedido, se preocupó por nuestra compañera y me dijo que estaba en casa de sus padres haciéndole una visita pero que en unas horas se pondría de camino para estar a nuestro lado. Le pregunté por la carpeta que le había entregado y luego de unos segundos me pidió perdón por que se había olvidado por completo de ella y aún se encontraba en el asiento trasero de su coche, suspiré aliviada y le dije que mañana hablaríamos y que necesitaba esa carpeta. Mientras esperaba para poder entrar a ver a Mar mi teléfono empezó a sonar, Adam me estaba llamando otra vez, cuando deslicé mi dedo por la pantalla para coger la llamada su voz sonaba preocupada.
_ Lo siento Adam pero no he podido regresar.
_ No te preocupes por eso lo hemos solucionado bastante bien, quería saber cómo estás, te marchaste a toda prisa y asustada, he hablado con Ana, ha intentado ponerse en contacto con Mar pero su teléfono está apagado ¿ qué ha pasado con tu compañera de piso, está bien?
_ Ella está en el hospital.
_ ¿Qué?
Empecé a explicarle lo que le había ocurrido omitiendo algunos detalles cuando de pronto los agentes de policía que había visto antes caminaron en mi dirección.
_ Lo siento Adam tengo que colgarte, yo ahora no puedo hablar.
Lo último que escuché de Adam fue un ¿ qué sucede? antes de que la comunicación se cortase. Mar le había dicho a los policías que la persona que la había agredido era amigo mío y quería que le hablase de él y le diera todos los datos que tenía sobre Eduardo, dirección, nombre, apellidos, número de teléfono, familia.... Cuando los padres de Mar aparecieron en el hospital los agentes aún no habían terminado de interrogarme, una enfermera los llevó hasta donde se encontraba mi compañera de piso. Mi teléfono volvió a sonar, era una llamada de Declan, ¿por qué me estaba llamando ahora?, corté la comunicación y dejé que sonase un par de veces más. Cuando Adam apareció los agentes me estaban haciendo la última pregunta, después de que se fuesen, mi amigo se acercó a mí y me abrazó, apenas duró unos segundos ya que por primera vez ese abrazo me hacía sentir muy incómoda. Después de contarle brevemente lo ocurrido empezó a dar vueltas por el pasillo, de vez en cuando llevaba las manos a la cabeza.
_ Sabía que era peligroso, tenías que haberte alejado de él, ¿ qué hubiese pasado si Ana también estuviese en el apartamento?
_ ¿Es lo único que te preocupa?, si Ana estuviese en el apartamento tal vez las cosas fuesen distintas, se protegerían una a la otra, pero tranquilo tu Ana está fuera de peligro, puedes sentirte aliviado, no estaba en el apartamento porque ha ido a visitar a sus padres.
_ Lo sé, he estado hablando con ella.
_ ¡Pues muy bien ya puedes respirar tranquilo, ella no ha sufrido ningún daño!
Yo empezaba a levantar la voz más fuerte de lo normal, en la mirada de Adam podía ver cierta ira mientras señalaba con su brazo el lugar donde se encontraba Mar para luego hablarme despacio y en voz baja, por lo menos él sabía mantener el control.
_ Te recuerdo que la persona que se encuentra en esa habitación no ha sido golpeada por ninguno de mis amigos así que no la tomes conmigo.
_ ¡Vete a la mierda!, si has venido para darme la chapa puedes irte ahora mismo, ya me siento lo suficientemente culpable para que encima tú me lo pongas más difícil.
_ No, no estoy intentando responsabilizarte de lo ocurrido pero me jode que después de que ese individuo golpease a tu amiga y la mandase al hospital aún sigas intentando defenderlo.
Cuando iba a responderle mi teléfono sonó, era un número desconocido pero aun así contesté a la llamada, la voz que se escuchaba al otro lado era la de Eduardo, me sorprendió que no se escuchase para nada arrepentido.
_ ¿Dónde está el manuscrito?
La voz era la de mi amigo pero su comportamiento me hacía pensar que no estaba en posesión de su cuerpo, me alejé unos metros de Adam aunque él seguía observándome detenidamente.
_ A ti no pienso contestarte, quiero hablar con Eduardo.
Había dicho aquellas palabras en voz baja teniendo la esperanza de que Adam no las escuchase pero fue inútil, Adam avanzó unos pasos hasta donde yo estaba e intentó cogerme mi móvil aunque yo se lo impedí con una mirada furiosa.
_ ¡Estás hablando con ese imbécil!, déjame decirle unas palabras a ese hijo de puta.
_ ¡No, tú no vas a decirle nada, yo arreglaré esto!
_ ¿De verdad, crees que lo ocurrido tiene arreglo?, debería hablar con la policía y decirle que el muy cabrón se ha puesto en contacto contigo.
_ Si lo haces jamás volverás a verme, aunque eso signifique dejar mi trabajo.
Adam comenzó a moverse de un lado para otro exasperado, unas enfermeras que pasaron a nuestro lado no dejaban de observarnos con atención. La llamada se cortó y yo intenté recuperarla pero después de un rato el teléfono dejó de sonar, seguramente lo había apagado por culpa de Adam, ¿y ahora como volvería a ponerme en contacto con él? Estaba cabreada con mi compañero de trabajo, cuando iba a guardar el móvil me di cuenta que tenía dos llamadas perdidas de Declan y un mensaje de él donde me decía que tenía que hablar conmigo y quería saber porque no le cogía las llamadas, dejé de nuevo mi teléfono en el bolsillo del pantalón y entonces mi supuesto amigo me cogió por el brazo y caminamos hasta la sala de espera, después de recorrer toda la sala y no encontrar a nadie en ella me soltó y me miró con rabia y dolor a los ojos.
_ ¿Qué mierda te ha hecho para que sigas protegiéndolo de esa manera?, ha golpeado a tu compañera de piso, ¿o es que para ti eso no significa nada?
_ Ya sé lo que ha hecho Eduardo, no dejas de recordármelo cada minuto pero no era él, el motivo por el que los dos tenemos un vínculo muy especial es porque él y yo tenemos el mismo problema.
_ ¿Qué quieres decir?
Eché de nuevo un vistazo a la habitación para comprobar que aún seguíamos solos y luego seguí hablando.
_ Ya sabes que yo comparto mi cuerpo con un ente y que a veces intenta dominarlo, ya te había hablado de eso, pues veras a Eduardo le ocurra lo mismo, solo que ese ente ha dominado su cuerpo casi por completo, yo intento ayudarlo pero necesito un poco más de tiempo.
_ ¡Joder!, no me vengas otra vez con esa historia de mierda sobre seres irreales o fantasmagóricos porque ya estoy harto, a Mar casi la mata tu amiguito y tú sigues sin ser consciente de ello.
Me alejé unos pasos poniendo una cara de sorpresa, sus palabras me hicieron comprender algo de lo que yo no me había dado cuenta, mi ente tenía razón, era una pobre ilusa que se lo creía todo, Adam jamás me había creído solo me seguía el juego, pero esto no era un juego sino algo muy real y ahora me daba cuenta que nunca había sido un verdadero amigo, porque los amigos se apoyan, confían uno en el otro, están contigo cuando los necesitas y no te mienten ni te engañan. Creo que Adam empezó a ser consciente de lo que significaba sus palabras para mí porque de pronto me miró con preocupación e intentó acercarse a mí, yo retrocedí unos pasos.
_ Mierda Beel, no quería decirlo así, yo.... estoy preocupado por ti, ¡has cambiado tanto estos últimos meses!, déjame ayudarte.
Volvió a avanzar unos pasos hacia mí y yo puse distancia entre los dos, sentía un vacío inmenso en el pecho.
_ ¡No te acerques a mí!, ¡tú nunca me creíste!, a partir de ahora tú y yo no volveremos a ser amigos.
Después de aquellas palabras salí a toda prisa de la habitación y llamé a la puerta donde se encontraba mi compañera de apartamento, las lágrimas intentaban salir pero logré mantenerlas controladas. Sus padres estaban con ella pero nos dejaron a solas después de hacer las presentaciones, por suerte no le contó que yo era la amiga de su agresor o no estaría en esa habitación. Mar tenía una parte de la cabeza vendada, al igual que un brazo, la cara seguía hinchada y un ojo morado y en algunas de las partes de su cuerpo que quedaba al descubierto se veía algunos moretones. Me acerqué a ella y evité abrazarla porque tenía miedo a hacerle daño, ya le había hecho suficiente, me disculpé nuevamente y le dije que si quería que me fuese del apartamento lo entendería perfectamente porque en parte, que ella estuviese en ese estado era mi culpa. Mientras hablamos y me disculpaba en todo momento la puerta se abrió y entró Adam, todo mi cuerpo se tensó, él se colocó al otro lado de la cama y me miró antes de mostrar en su rostro su disgusto cuando sus ojos se posaron en el cuerpo magullado de Mar.
_ Siento mucho lo que te ha pasado.
_ Oh tranquilo, pienso cobrármelo, tú amigo se arrepentirá de haberme hecho esto, aún no se ha dado cuenta con quien se ha metido, ¡y pensar que me parecía tan dulce!, ¡hasta había tenido sueños eróticos con él!
Sonreía mientras hablaba, sabía que intentaba relajar el ambiente de aquella habitación pero ninguno de los que nos encontrábamos en ella se sintió relajado ni tranquilo, lo que le había sucedido era demasiado preocupante. Después de unos incómodos minutos de silencio el sonido de un mensaje en mi móvil hizo que los ojos de todos se volteasen hacia mí. Mar giró nuevamente su mirada hacia Adam y se puso a charlar con él mientras yo veía quién me había escrito, solo necesité un par de segundos para saber de quién se trataba.

EL ENTE QUE VIVE EN MÍ  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora