capítulo treinta y nueve

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 – Te espero en un par de horas donde el amigo de tu querido Eduardo se quitó la vida, creo que ese lugar me trae buenos recuerdos y no te olvides de traer el manuscrito. Mi cuerpo se tensó y un leve escalofrío lo recorrió por completo. ¿Qué pretendía hacer aquel ser?, ¿pensaba abandonar el cuerpo de mi amigo para lanzarlo al vacío?, esta vez yo se lo impediría, buscaría la manera. Nerviosa guardé de nuevo mi teléfono en el bolsillo trasero de mi pantalón y caminé con prisa  hacia Mar para despedirme de ella, necesitaba llamar a mi otra compañera de piso para pedirle que me devolviese cuanto antes el manuscrito. Cuando salí de la habitación cogí mi teléfono para llamar a Ana, no me había dado cuenta de que Adam me había seguido y una vez a mi lado me cogió el teléfono de mi mano, al descubrir de quién se trataba mi sorpresa se convirtió en enfado.
_ ¿Pero qué mierda crees que estás haciendo?, ¡devuélveme mi móvil!
Intentaba atraparlo pero él era más fuerte y más alto, había empezado a pasar sus dedos por la pantalla y ahora leía el mensaje que me habían enviado unos minutos antes.
_ ¡Cómo te atreves a invadir mi intimidad!, ¿estás loco o qué?
_ ¿Quién es ese que te ha escrito y qué quiere de ti? , ¿es por tu amigo verdad? No puedes ir, seguro que es una trampa, ese supuesto amigo tuyo aún sigue suelto y parece que no es el único que está buscando esa cosa, si a Mar le han golpeado de esa manera a ti te puede ir mucho peor, ¿por qué es tan importante ese manuscrito?
_ ¡Eso a ti no te importa!, métete en tu vida, ¿vale?
_ No sé qué es lo  que te está ocurriendo pero creo que no estás pensando razonablemente así que iré contigo.
_ ¡No, no lo harás!
_ Oh, créeme claro que lo haré, aunque tenga que caminar a unos pasos detrás de ti.
Una mujer vestida de blanco se acercó a nosotros y nos echó la bronca por levantar la voz, que si queríamos discutir que lo hiciésemos en otro lugar y nos amenazó con llamar a seguridad, mientras Adam hablaba con ella para disculparse yo corrí hacia el ascensor que empezaba a cerrarse, un hombre mayor bloqueó la puerta para que yo pudiese entrar, Adam me llamaba y corría hacia mí, el mismo hombre intentó de nuevo impedir el cierre de la puerta pero yo le di al botón para que se cerrase rápidamente, suspiré cuando empezamos a descender.
_ ¿Tienes algún problema con ese chico, quieres que llamemos a seguridad?
El hombre mayor me miró y yo le contesté con una media sonrisa que todo estaba bien, cuando se abrió de nuevo las puertas dos pisos más abajo pensé que Adam se encontraba al otro lado pero suspiré cuando no lo vi, decidí salir del ascensor y perderme por el hospital antes de salir por la puerta de entrada. Después de caminar por los pasillos durante un buen rato y llamar a Ana para saber cómo podía recuperar el manuscrito llegué hasta el pasillo que me llevaría a la salida. No podía llevarle la carpeta amarilla, Ana aun le quedaba como dos horas para llegar y yo no tenía tanto tiempo así que tenía que buscar la manera de engañar a la intrusa que ahora poseía el cuerpo de mi amigo.
---- ¿Crees que es así de fácil?, no subestimes a ese ente, ella quiere ese manuscrito y hará lo que sea para hacerse con él, ¿ qué crees que hará contigo cuando descubra que la has engañado?, ya has visto como le ha ido a tu compañera de apartamento, contigo será peor, no vayas a ese lugar, irás a una muerte segura.
_ ¡No me queda otra opción!, si no aparezco ella posiblemente hará con Eduardo lo mismo que hizo con David, su amigo, y no pienso abandonarlo a pesar de todo lo ocurrido últimamente, sé qué él no es el culpable, no puede impedir hacer lo que hace porque su ente ha tomado el control pero ahora tengo el manuscrito y estoy segura de que vamos a salir de ésta.
---- ¿De verdad te crees eso?, cuando la policía lo encuentre, ¿a quién crees que meterán en la cárcel? Su vida está completamente jodida, es lo que nos gusta provocar, llevar al límite la situación de nuestro huésped cuando éste nos incómoda y ya no estamos a gusto en ese cuerpo.
_ ¡No puede ser, entonces estoy en lo cierto!, ella quiere deshacerse de Eduardo, ¡con más razón tengo que detenerla!
---- ¿Y qué piensas hacer?
_ ¡No lo sé, no me dejas pensar con tus estúpidas preguntas!
Caminé con pasos más rápidos hacia la salida, el teléfono no había parado de sonar desde que le había dado esquinazo a Adam, luego de hablar con Ana y ver de quién eran las llamadas decidí apagarlo, había unas cuantas de Adam y también de Declan, seguí moviéndome hasta estar solo a unos metros de la puerta que me alejaría de este edificio  cuando me paré de repente, por la puerta entraba Declan, me moví rápidamente y me escondí detrás de una esquina del otro pasillo que daba a la cafetería, esperaba que a él no se le ocurriese ir hacia ahí. ¿Qué hacía aquí?, ¿se había enterado de lo ocurrido?, volví a mirar hacía el pasillo de la entrada y Declan estaba hablando con la chica del mostrador, él le había sonreído y ella le había devuelto la sonrisa, no sé porque aquella simple acción me irritaba tanto, cuando lo vi salir en dirección a los ascensores corrí para alejarme del lugar como alma que lleva el diablo. Miré mi reloj, no tenía mucho tiempo, cogí un autobús y al llegar al apartamento me cambié, cogí mi mochila , una carpeta de plástico azul y metí en ella papeles de mis trabajos de la universidad, esperaba que eso sirviese para engañar al ente  porque no sabía que otra cosa podía hacer, mi intruso no dejaba de insistir para que no fuese a aquel encuentro, incluso había intentado apoderarse de mi cuerpo, tomar el control, pero mi fortaleza en esos momentos era mucho mayor que la de él, nadie iba a detenerme para salvar a mi amigo. Después de meter la carpeta en mochila pedí un taxi y salí del apartamento a toda prisa. Mientras iba en el coche mi cuerpo no dejaba de mostrarse alterado imaginando las diferentes situaciones que podían producirse en el tejado de aquel edificio. Llegué a la universidad y caminé hacia la facultad donde tendría mi encuentro con la intrusa, a cada paso que daba me temblaban más las piernas, la puerta principal del edificio estaba cerrada, giré a la derecha y lo rodeé para luego subir unos pocos peldaños, la salida de emergencia había sido manipulada y estaba segura de quien había sido, entré en el edificio y empecé a subir escaleras, mi ente me gritaba que parase, que diese media vuelta pero cuanto más él insistía en alejarme de allí yo más deprisa subía los peldaños, puede que estuviese un poco loca  pero no iba a abandonar a mi amigo a su suerte. Cuando llegué a la azotea mi respiración estaba terriblemente agitada, me tomé unos minutos para calmar mi pulso, Eduardo estaba a unos pocos metros del borde del tejado, llevaba unos pantalones vaqueros desgastados, una camiseta oscura, el pelo le había crecido, tenía ojeras y la barba de varios días cubría una parte de su rostro. Quería echar a correr y abrazarme a él, decirle que todo saldría bien, que yo estaría con él hasta el final, pero la mirada de la intrusa en sus ojos me detuvo, todo el odio que sentía por aquel ser se podía ver a través de mi mirada.
_ Quiero hablar con Eduardo, ¿por qué no te largas y le das a mi amigo lo que le pertenece?
-- ¿Qué tal tu amiga, cómo está?
El  puño de mi mano ejercía una fuerte presión,  creí que acabaría dislocándome los dedos.
_ No tenías que haberle hecho daño, ella no sabía nada del manuscrito, deberías esperar y  hablar conmigo.
-- Lo sé pero ha sido divertido.
_ No te saldrás con la tuya.
-- Tú estás aquí, creo que sí que me he salido con la mía.
En el rostro de mi amigo se dejaba ver una sonrisa falsa mientras avanzaba hacia mí, yo sujetaba con fuerza el asa de mi mochila.
-- Y ahora dame ese manuscrito.
_ Antes quiero hablar con Eduardo.
-- Él ya no está, acabó por rendirse y aceptando que su cuerpo ya no le pertenecía.
_ ¡Eso no es cierto, él no se rendiría tan rápido!
--Dame el manuscrito.
Su cara empezaba a cubrirse de ira.
_ ¡No!, jamás tuviste intención de deshacerte de ese cuerpo, solo me dejaste pensar que lo harías para que así viniese a este lugar, ¿no es cierto? Sabías que haría lo que hiciese falta para salvar a mi amigo.
Su cara volvió a mostrar una sonrisa y antes de que pudiese responder la puerta de la azotea se abrió con un fuerte golpe y apareció Fernando. Mi rostro mostraba sorpresa, asombro, estupefacción ¿ qué es lo que estaba haciendo él aquí?, me miró con su impasibilidad habitual y dio unos pasos hacia mí, yo me moví hacia mi derecha alejándome de las dos personas que me observaban atentamente y en aquel momento lo entendí todo.
_ Tú, ¿tú eres el ente gris verdad?, ¿ cómo has logrado engañarme?, ¿y al rastreador?, él ha estado varias veces en el local.
------ Si me haces esas preguntas es porque no has leído aún el manuscrito, ¿lo has traído?
Miró la mochila que agarraba con fuerza y luego sonrió, era la primera vez que veía una sonrisa en su rostro y también era la primera vez que descubría en su mirada unos ojos diferentes a los habituales.
------Podría dejarte ir ya que no conoces el contenido del manuscrito pero estoy seguro de que mi amiga se cabrearía mucho, ella disfruta haciendo sufrir a los de tu especie y lleva mucho tiempo aguantándose las ganas de golpearte, además nuestro amigo debe recibir una lección, aún no he  comprendido que clase de vinculo habéis creado pero tu ente ha desobedecido en varias ocasiones las normas que corresponde a nuestra jerarquía y por ello también debe ser castigado.
Sentía como el ente se removía en mi cuerpo y estaba segura de que sus ojos ahora miraban a las dos personas poseedoras de cuerpos de los que no eran dueños. Estaba segura de que se estaban comunicando entre ellos porque se hizo un largo silencio pero ellos no dejaban de observarse, necesitaba recuperar el control de mí misma y acabar con aquella conexión. Mi ente habló conmigo mentalmente.
---- Muéstrales el contenido de la carpeta.
_ ¿Estás loco?
Yo también le había hablado mentalmente.
---- Solo estoy ganando tiempo para que no te maten aquí y ahora mismo, si descubren que no es el manuscrito puede que te dejen vivir hasta que le digas donde está, aunque seguramente te torturarán para que hables.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
Fernando se movió hacia donde me encontraba y nuevamente escuché la puerta golpearse contra la pared, cuando vi quien era la persona que acababa de llegar a la azotea no sabía si estaba aliviada o por lo contrarío me sentía aterrada. Lo que sí pude ver en los ojos de Fernando fue sorpresa, inquietud y puede que hasta temor. Declan me miró y me preguntó si me encontraba bien, yo asentí con la cabeza, luego observó a las dos personas que se encontraban conmigo en el tejado, ¿ cómo me había encontrado?
_ ¡Aléjate de aquí, yo me encargo de estos dos!
Me quedé quieta observando a las personas que estaban conmigo para luego señalar a Eduardo.
_ ¿No le harás daño a mi amigo verdad? Declan me miró sorprendido y luego su rostro mostró ira.
_ ¿Estás de coña verdad?
Antes de que le pudiese responder Fernando sacó del interior de su cazadora de cuero dos dagas, ¿ cómo podía llevar eso ahí escondido sin que nadie se percatase? Se abalanzó hacia Declan y yo pegué un grito, el rastreador había sorteado, evitado con destreza el golpe.
_ ¡Lárgate de aquí Beel!
Antes de que pudiese reaccionar la mano de Eduardo me agarró fuertemente del brazo y empezó a arrastrarme hacia la cornisa, la intrusa quería lanzarme desde el tejado pero yo intentaba resistirme, le golpeaba, le pegaba patadas e incluso forcejeaba para soltarme de su agarre, pero el cuerpo de mi amigo era más fuerte y más musculoso que el mío. Intenté comunicarme de alguna manera con él, le gritaba que pelease, que me ayudase, que sabía que aunque ella me hubiese dicho que se había rendido no era cierto, que buscaría la manera para regresar a su cuerpo y ayudarme, ayudarnos los dos,  mientras tanto mi ente golpeaba mi mente con sus palabras una y otra vez.
---- ¡Déjame a mí tomar el control de tu cuerpo!, puedo acabar con ella.
La intrusa me golpeó el rostro y un dolor fuerte y la sensación de ardor en mi mejilla hizo que levantase la mano hacia mi cara. Esto no podía terminar así, yo no podía terminar así, tenía que luchar, golpeé sus piernas y cayó al suelo llevándome con ella en su caída, me golpeé el hombro y sentí un dolor agudo, miré en dirección a Declan, seguían luchando y el rastreador seguía teniendo cierta ventaja, puede que si yo aguantaba un poco más Declan nos salvaría. Con el codo de mi otro brazo sano golpeé su estómago, emitió un pequeño quejido, sentía haberle hecho daño a mi amigo pero necesitaba apartarme del borde del tejado, empecé a arrastrarme por el suelo pero la intrusa se levantó y me pegó una fuerte patada en un costado, la vista se me nubló y me quedé sin respiración,  creí que acabaría desmayándome del dolor, sangraba por la nariz, el hombro me dolía una barbaridad, me había hecho varios cortes en la pierna y en rostro, me cogió por una pierna y empezó a avanzar hacia el borde del tejado.

EL ENTE QUE VIVE EN MÍ  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora