capitulo veinticinco

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Lo miré, aquel era el Adam que yo había conocido cuando empecé a trabajar en el bar y estaba encantada de que regresase, me abracé y le dije que sí que aceptaba encantada esa cita. Nos besamos unos minutos y me fui para el apartamento siendo la mujer más feliz del mundo, mi intruso no se había aparecido en toda la noche y Adam y yo íbamos a tener una cita como una pareja cualquiera, volvía a sentirme normal. Al llegar a mi habitación me di cuenta de que mi teléfono estaba apagado, se me había olvidado enchufarlo ayer cuando Adam se apareció en el piso y luego con las prisas de llegar tarde al trabajo ni siquiera me acordé. Cuando volvió a estar operativo una serie de pitidos se empezaron a escuchar, después de lavarme los dientes y ponerme el pijama le eché un vistazo, ¡mierda, se me había olvidado llamar a Eduardo!, le había prometido hacerlo el viernes cuando terminé de hablar con Declan . Tenía unas doce llamadas de él y unos cuantos mensajes, miré mi reloj ya era demasiado tarde para llamarlo pero aun así le mandé un mensaje para que dejase de preocuparse, en uno de aquellos mensajes me decía que sabía que no estaba muerta, que mi amiguito escrito entre comillas no me había matado porque había hablado con una de mis compañeras y sabía que seguía entre los vivos pero que estaba preocupado por mí, no le había llamado ni contestado a sus mensajes y mi teléfono no comunicaba. ¿Cuándo había venido al apartamento?, hablaría con él mañana. Aún dormía cuando escuché unos golpes en la puerta y luego alguien entrar en mi habitación, ¿pero que les pasaba a mis compañeras de piso?, a no ser que hubiese ocurrido algo grave en el apartamento y tenía que salir de él pitando  les iba a caer una buena bronca por despertarme, al levantar la cabeza me encontré a Eduardo delante de mí.
_ ¿Pero tú qué haces aquí, quien te ha dejado entrar?
_ Llevo diez minutos golpeando la puerta de la entrada, tu compañera de piso, la cariñosa  me ha abierto, aunque hoy no parecía muy cariñosa conmigo más bien estaba cabreada, me abrió la puerta y luego regresó a su habitación, ni siquiera me saludó.
_ Pero ¿sabes qué hora es?
Miré el reloj,  las agujas marcaban las siete y diez de la mañana.
_ ¡Mierda!, cuando me vea me va a caer una buena bronca por tu culpa.
_ Te aguantas, ¿sabes cuantas horas estuve esperando a que me llamases después de haberte dejado ir con el rastreador?, ¿ qué pasa contigo?, ¿es que no sabías que me iba a preocupar por ti?
De nuevo metí mi cabeza debajo del edredón.
_ Lo siento.
_ Eso no es suficiente, de veras que temía por tu vida, me sentía culpable por haberte dejado ir con ese tío.
Bajé de nuevo el edredón y lo miré, estaba sentado al borde de mi cama y me miraba con tristeza, me acerqué a él y lo abracé.
_ Lo siento mucho de verdad, no pensé que te ibas a preocupar tanto.
Seguíamos abrazados pero me miró a los ojos.
_ ¿Cómo no me iba a preocupar por ti?, eres mi amiga joder.
_ Perdóname por favor, no volverá a ocurrir
_ Eso espero o te lo haré pagar y tendrás que suplicarme mucho para que vuelva a ser tu amigo,  además me debes una salida y ya puedes currártelo bien para que yo te perdone, ¿ qué te parece el martes?
_ Estaba seguro que se me habían subido los colores.
_ El martes no puedo, pero podemos quedar otro día.
Me miró fijamente durante un buen rato, yo me había vuelto a meter debajo de la manta, pero él la agarró y tiró de ella dejando mi cabeza y parte de mi cuerpo al descubierto.
_ ¿Qué ocurre aquí?, ¿con quién has quedado?, no me digas que tienes otra cita con nuestro amiguito.
_ ¡No!!
_ Entonces quien es él y porque te has puesto colorada, ¿lo conozco?
_ Es Adam, mi compañero de trabajo.
_ ¿El barman?, ¿por fin se ha decidido?
_ ¿Qué quieres decir?
_ Se veía a la legua que está coladito por ti.
_ Vamos a tener una cita a ver qué pasa.
_ ¿Sabe tu secreto?
_ Sí, yo se lo he contado hace unos meses.
_ Beel eso no va a salir bien y siento ser yo quien te lo diga pero hay que ser realista, él no te va a dejar ser feliz con nadie.
Sabía a quién refería.
_ No estoy de acuerdo, empezamos a entendernos y me deja mi espacio, desde ayer no lo he vuelto a escuchar, creo que empiezo a controlarlo.
---- Eso es lo que tú te crees muñeca pero solo me estoy tomando mi tiempo, él tiene razón puedo hacerte daño y disfrutar con tu dolor cuando yo quiera así que no te equivoques conmigo y hazle caso a tu amigo.
Sentí unos escalofríos recorrer todo mi cuerpo pero no pensaba amedrentarme con sus palabras, había comenzado a recuperar un poco de ese control que me rebató sobre mi cuerpo y no pensaba dejarme vencer de nuevo sin haber luchado, aunque también sabía que podía hacer que sintiese todo el dolor del mundo si se lo proponía. No tenía pensado contestar a su provocación y decidí como hasta ahora seguir ignorándolo.
_ No voy a hablar contigo de mi relación con Adam, acabamos de empezar y ya quieres fastidiármela.
Aquellas palabras iban dirigidas a los dos.
_ Vale está bien pero con el tiempo me darás la razón y yo seré el hombro en el que llorarás.
_ Creo que no has venido a estas horas de la mañana para hablar de mi relación con Adam.
_ Tienes razón, quiero que me cuentes todo lo que ha sucedido con el rastreador, y cuando digo todo es todo, incluso las cosas indecentes que hayas pensado o hecho con él.
_ Se llama Declan por si te interesa y no ocurrió nada indecente.
Yo no lo llamaría indecente lo que pasó entre los dos, más bien necesidad uno del otro pero no pensaba contárselo.
---- ¿De qué tienes miedo?, ¿de qué te diga que has sido una estúpida?, ¿de qué sigas siendo una ilusa por creer en sus palabras? No hace falta que te lo diga él, no me cansaré de repetírtelo hasta que esa torpeza, esa ingenuidad tuya acabe por matarnos a los dos, ¿o es que te has creído en serio sus palabras?
Seguí ignorándolo aunque sabía que cuando se cansase  me lo haría pagar.
_ Dame unos minutos para ducharme y vestirme y luego tendremos esa conversación mientras desayunamos juntos.
_ ¿Quieres que te ayude a frotarte la espalda?
_ ¿De verdad Eduardo?, si quieres puedo llamar a Mar a ver si sigue enfadada contigo, tal vez a ella le apetezca que le frotes la espalda.
_ No creo a juzgar por su mirada, más bien desearía ahogarme en la bañera por haberla despertado.
Después de despejarme con una buena ducha y vestido con ropa cómoda me fui a preparar el desayuno, Eduardo cogió mi bolso y mi chaqueta y me la dio antes de abrir la puerta del apartamento.
_ ¿A dónde vamos?
_ Por lo de pronto me debes un desayuno
_ Creo que me va a salir caro el haberme olvidado llamarte.
_ Y esto es solo el principio princesa.
Después de hablar de mi encuentro con Declan omitiendo algunas cosas que no necesitaba saber llegamos a la conclusión de que con él no íbamos a avanzar mucho en buscar alguna solución para deshacernos de nuestros entes, teníamos que probar suerte por otro lado aunque no tenía ni idea por dónde empezar. Luego de terminar nuestro desayuno su teléfono comenzó a sonar, lo miró y me dijo que tenía que marcharse, ni siquiera me dio tiempo a preguntarle que sucedía, ya había cogido su cazadora y se dio la vuelta mientras hablaba por teléfono, me quedé allí sentada viendo cómo se marchaba del local, esperaba que no fuesen malas noticias.  Cuando llegué al apartamento me encontré a Adam y a Ana en la cocina, charlaban animadamente sentados alrededor de la mesa.
_ Hola, ¿ qué haces aquí?
_ Vine para darte una sorpresa y el sorprendido fui yo, quería desayunar contigo antes de irme al trabajo, incluso había traído café y bollitos.
_ Yo lo siento.
_ Menos mal que tu compañera de piso se ofreció a acompañarme ¿ dónde estabas?
Yo no quería mentirle pero sabía que si le decía que había desayunado con Eduardo se iba a enfadar y muchísimo.
_ Tenía asuntos que atender.
_ ¿A estas horas?
Ana, mi compañera de piso había salido para dejarnos hablar a solas.
_ Adam, de verdad que siento que no estuviese aquí pero espero que no quieras controlar mi vida preguntándome a cada momento donde estoy o lo que hago porque estar con alguien de ese modo, mantener una relación y querer controlar todo de la otra pareja,  eso no funciona así.
_ Vale confío en ti, ¿has desayunado por lo menos?
_ Si, gracias.
_ ¿Entonces quieres que vayamos a dar una vuelta antes de que entre a trabajar?
_ Me encantaría.
Nos fuimos a un parque con varias zonas verdes  y también un pequeño lago con diminutos pececitos rojos, zonas para practicar skate, o pequeñas pistas de baloncesto y futbol. Caminamos cogidos de la mano por un sendero de árboles centenarios, el camino cubierto de adoquines de piedras oscuras iba casi en paralelo con un carril para bicicletas. Hablamos de nuestras vidas, a pesar de que llevábamos tiempo trabajando juntos codo con codo casi no  teníamos tiempo para charlar de nosotros  y conocernos un poco más , así que hablamos de todo un poco , de nuestro plato preferido, nuestra estación, del futuro y de lo que esperábamos el uno del otro. El tiempo había pasado tan deprisa que casi no nos dimos cuenta de que  faltaban unos minutos para que Adam entrase a trabajar. Desde que Marcos nuestro jefe lo dejó a cargo del local porque él estaba más interesado en ligar con chicas y llevarlas de viaje desapareciendo meses enteros, aunque eso sí,  lo llamaba a menudo, Adam casi no tenía días libres, solo se permitía uno a la semana para desconectar. Los días siguientes los pasé tranquilos y no solo porque empezaba a entender a mi intruso y la mayoría de las veces lo ignoraba a pesar de sus comentarios mordaces. Había llamado a Eduardo para preguntarle como estaba, luego de haberse marchado el domingo de aquel local a toda prisa aún no había tenido noticias de él, ni siquiera había contestado a  mis mensajes. Supongo que me lo tenía merecido después de haberle hecho pasar más o menos por lo mismo cuando me fui con el rastreador. El lunes por la tarde decidí llamar a la puerta de su apartamento, ya estaba cansada de que me siguiese ignorando, tardó unos minutos en abrirme después de llamar un montón de veces y de dar casi la media vuelta para irme de allí, cuando lo vi delante de su puerta me quedé impactada por su aspecto desastroso, tenía el cabello revuelto,  ojeras e iba en calzoncillos como única prenda.
_ ¿Qué haces aquí?
_ ¿Qué hago aquí?, ¡llevo días intentado hablar contigo y has pasado de mí!
Tenía mi  teléfono levantado hacia su rostro, estaba enfadadísima y preocupada por él.
_ ¿Esa es tu manera de vengarte de mí?
_ No seas cría, la verdad es que no sé dónde he dejado mi móvil.
_ ¿Te lo han robado?, eso explicaría porque me salía tu contestador.
Seguía sin dejarme entrar en su apartamento, su mano agarraba la puerta y  mi amigo estaba delante de mí bloqueándome la entrada.
_ ¿Qué, no piensas dejarme entrar después de venir  hasta aquí?
_ La verdad es que este no es un buen momento.
_ ¿Por qué?
Miré su rostro para luego centrarme en sus ojos, tenía las pupilas dilatadas pero no había rastro de su intrusa,  me colé por un lado de su cuerpo y entré, me quedé paralizada a dos metros de él.
_ ¿Qué ha ocurrido aquí Eduardo?
El salón estaba desordenado, una librería se encontraba en el suelo rota y con los libros, discos, películas y algunos objetos de decoración esparcidos por el suelo, varias botellas de alcohol se apilaban en la pequeña mesa y en los sofás de aquella habitación, otras estaban en el suelo o rotas. Me daba miedo que se acabase cortando con algunos de aquellos cristales y corrí para recogerlos.
_ ¿Qué haces?
Me agarró por el  brazo antes de que me agachase para recoger las botellas rotas.

EL ENTE QUE VIVE EN MÍ  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora