capítulo treinta y tres

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_ ¿Aún no lo has entendido?, ¡yo quería implicarme, quería formar parte de tu mundo! Pero tú no me has dejado, ¿por qué no  has confiado en mí?, me dejaste de lado mientras corrías para apoyarte en los brazos de otro, no sabes lo mucho que me ha dolido tu actitud.
_ Lo siento, siento mucho haberte hecho tanto daño, no lo merecías.
_ ¿Sabes?, a veces me quedaba despierto en la cama pensando en lo que estaba haciendo mal contigo pero no me llegaba la respuesta, al final lo comprendí, no era yo, eras tú. Tú no me dejaste participar en tu vida porque yo ya no era importante para ti.
_ ¡Eso no es cierto Adam!, siempre serás importante en mi vida, yo te quiero
Las lágrimas corrían imparables por mi rostro, mi corazón se sentía roto, había hecho daño a mi amigo  y puede que nunca me lo perdonase, se acercó a mí y con sus dedos borró las lágrimas de mis mejillas, me miró a los ojos con tristeza.
_ Beel, mereces a alguien que te quiera por completo, que te entienda y que esté ahí para ti, que te cuide y te proteja, una persona que mueva montañas por ti, alguien a quien dejes entrar en tu mundo, tú necesitas un amor así, el tipo de amor por el que lucharías y dejarías todo por él. Sé que me quieres y aunque me duela sé que yo no soy la persona que tú necesitas, la que ocupa últimamente tus pensamientos, ¿me equivoco?
_  No era mi intención lastimarte y no quiero perderte, eres importante para mí, sé que suena egoísta pero aún te necesito. No quiero mentirte pero tienes razón, tú siempre supiste leerme, conocí  a alguien, a una persona que entendía muy bien mi vida, una persona que pudiendo destruirme no lo hizo, intenté alejarme de él pero fui incapaz, perdóname por no habértelo dicho, estaba confundida, creo que aún lo estoy, mi vida es un caos y no quiero involucrarte en ella.
_ Siempre estaré a tu lado mientras tú lo desees, siempre que necesites un amigo ahí estaré pero yo ya no soy tu héroe, ¿verdad? Ya no soy la primera persona a la que llamarías para ir en tu ayuda, no, no quiero saber quién es él, aún no estoy preparado para saber su nombre aunque tengo una ligera idea.
_ ¿Qué pasará ahora con nosotros?
_ Dame un poco de tiempo para que pueda asimilarlo, tú también necesitas tiempo para poner en orden tu vida, seguiremos siendo amigos, cómo te he dicho antes no quiero alejarte de mi vida pero ahora necesito espacio.
_ Está bien pero quiero que sepas que a pesar de nuestras discusiones, de todo lo que hemos vivido bueno y malo yo siempre te querré y nunca fue mi intención hacerte daño.
Después de un emotivo y fuerte abrazo  me marché de allí, siempre había estado segura del amor que tenía hacia él, siempre había querido una relación con él y ahora lo estropeaba todo, ¿por qué Declan tenía que aparecer en mi  vida?, ¿por qué tenía que acabar enamorada de él? No, no podía ser, él y yo nunca podríamos estar juntos, no mientras un ente viviese dentro de mí. Cuando llegué al apartamento las lágrimas aun no habían cesado, Ana me miró sorprendida, yo corrí hacia mi cuarto y me tiré en la cama, lloré con más ganas porque todo había sido por mi culpa, mi compañera de piso abrió la puerta despacio y me preguntó lo que me había sucedido, se sentó en el borde de la cama y acarició mi cabello, me acerqué a ella y la abracé.
_Ana, lo he estropeado todo con Adam, él y yo hemos roto.
_ ¿Quieres contármelo?
_ No, no, ahora no puedo.
_ Tranquila, estoy segura de que todo se arreglará entre tú y él.
Pasaron los días y yo seguía igual de rota, había llamado a Eduardo pero no cogía el teléfono, sentía como cada día se alejaba más y más de mí y eso también me dolía, con Declan tampoco me atrevía a llamarlo, para qué si lo nuestro era imposible, mis compañeras de piso hacían lo posible para levantarme el ánimo, incluso habíamos tenido una noche de películas, todas de acción o de terror, nada de romanticismo. El viernes llamé a mi jefe, por suerte estaba en el local y no tenía que hablar con Adam directamente, creo que aún no estaba preparada para verlo, ¿ cómo nos íbamos a comportar ahora?, no estaba muy segura. Le dije a Marcos que no me encontraba bien y que me quedaría en casa, mis compañeras se sorprendieron cuando me vieron en el apartamento.
_ ¿No piensas ir a trabajar Beel?
_ No, yo no puedo.
_ Siento ser yo la que te lo diga pero cuanto antes te reencuentres con tu ex antes podrás superarlo.
_ ¡Déjala en paz Mar!, lo superará cuando esté preparada, cuenta con nosotros para ayudarte.
Regresé al refugio de mi cuarto pero una hora más tarde seguía sin poder pegar ojo, me di una ducha rápida, me puse unos vaqueros y una camisa, agarré la cazadora y salí disparada hacia el apartamento de Eduardo. Teníamos que hablar, pensé que lo habíamos solucionado todo la última vez pero volvía a desaparecer y ya empezaba a hartarme,  si quería que lo ayudase tenía que dejar de huir de mí.  Llamé varias veces al timbre, le dejé varios mensajes en el contestador y ya cuando estaba a punto de perder las esperanzas le grité que si no me abría llamaría a la policía para que tirasen la puerta.  No hubo contestación alguna y empecé a alejarme por el pasillo hasta que sentí abrir la puerta, al girarme me encontré con un Eduardo casi desconocido para mí, solo habían pasado unos días pero su pelo se había cubierto de unos cuantos mechones negros, tenía barba de varios días, grandes ojeras y la ropa empezaba a quedarle algo grande. Corrí hacia él y lo abracé, lo había echado mucho de menos, él no respondió a mi abrazo, me cogió por los brazos y me apartó un poco de su lado.
_  ¿Qué ocurre Eduardo?
_ ¿Por qué estás aquí?
Mis ojos se agrandaron, era la primera vez que me hablaba con aquella frialdad y rudeza.
_ ¿Cómo que hago aquí?, te he mandado cientos de mensajes y no me has contestado a ninguno, creí que habíamos aclarado nuestra situación.
_ ¿Y después de eso no has pillado la indirecta?
_ ¿Qué?
 _ Pues que no quiero verte, no quiero hablar contigo.
_ ¿Estás drogado o qué?
Le había gritado aquellas palabras, Eduardo seguía en medio de la puerta sin dejarme entrar en su apartamento, una mujer abrió la puerta de su piso al otro lado del pasillo y nos miró con mala cara antes de decirnos que aquel no era lugar para solucionar nuestros problemas.
_ Vamos Eduardo déjame entrar para que podamos hablar.
_  No, vete.
Mis lágrimas estaban a punto de volver a hacer su aparición, ¡joder!, ya estaba harta de llorar todo el tiempo, aspiré fuertemente y las retuve.
_ ¡Tú, intrusa déjame hablar con Eduardo!
_ Soy yo Beel, mírame a los ojos, por eso quiero que te vayas, necesito que te alejes de mí, ¡no quiero verte más!
Di unos pasos atrás, la vecina de enfrente había cerrado nuevamente la puerta después de avisarnos que llamaría a la policía si seguíamos discutiendo en el pasillo.
_ Tú no me puedes hacer eso, yo te necesito, Adam y yo hemos roto.
Miré sus ojos, seguían siendo los de él pero su rostro se mostraba impasible ante mis palabras aunque una mueca de disgusto se observó en su cara durante unos segundos, se limitó a observarme sin decir nada, yo seguía manteniendo a raya mis lágrimas que estaban luchando por salir.
_ ¿Y qué hay de huir juntos, de buscar una solución a nuestro problema?
_ Ya no tiene caso.
_ ¡No, no puedes darte por vencido! , ¡déjame ayudarte!
_ ¡No!, no quiero que me ayudes, no quiero estar cerca de ti cuando.
_ ¿Cuándo qué?
_ Vete Beel, aléjate de mí.
Después de aquellas palabras entró en el apartamento y cerró la puerta, yo me quedé allí quieta, observándola, esperando no sé muy bien lo qué  y después de algunos minutos corrí, corrí  y salí de aquel edificio a toda prisa, no sabía a dónde iba pero necesitaba correr, alejarme de todo y de todos.
---- Aunque ahora no lo puedas ver ese chico te ha hecho un favor.
_ ¿Eso es lo que tú querías verdad?,  que terminase sola, todos se han alejado de mí, ¡me he quedado sola!, ¡no tengo a nadie, estoy sola!
Y en aquel instante volví a derrumbarme y las lágrimas ya no pudieron aguantar más, era tan grande el dolor que sentía en aquellos momentos que temí romperme en pedazos, creí que al igual que la escritora que había visitado yo también empezaba a perder la cabeza. Me recosté en un banco de aquel parque donde me había parado y cerré los ojos, no quería pensar, no quería sufrir, no quería sentir ya nada. Cuando el frio empezó a cubrir mi cuerpo, me levanté y regresé a mi casa, me encontré a Ana entrando en el edificio, estaba hablando por teléfono y sonreía, parecía que ella ya había superado lo de su ex, por fin alguien a mi alrededor que empezaba a ser feliz.
_  Hola Ana.
_ Hola Beel, ¿has salido?, yo creí que estabas en el apartamento.
_ No, no me sentía a gusto y he ido a visitar a un amigo.
_ ¿Te encuentras bien?
_  Lo superaré Ana.
No quería hablar más de mí, no quería que siquieran sintiendo lástima por mí.
_ ¿Y tú qué a dónde has ido?
Ana bajó su rostro con la mirada clavada en el suelo, parecía que se avergonzaba de su salida. Esperaba que no hubiese quedado de nuevo con su ex, él no se la merecía, pero Ana seguía callada así que no insistí, si lo quería mantener en secreto estaba en su derecho, yo también le ocultaba muchas cosas, subimos el ascensor en silencio  y cuando me dirigía a mi habitación me giré a ella.
_ Espero que todo te haya ido bien.
Esa noche apenas dormí, me pasé gran parte buscando información en internet sobre entes, tipos de entes y todo lo que podía encontrar sobre ellos. Ya había buscando junto con Eduardo pero intentaba descubrir si se nos había escapado algo, tal vez Eduardo no quería mi ayuda pero yo seguiría ofreciéndosela de igual modo. Al día siguiente a pesar de haberle dicho a mi jefe que no iría a trabajar decidí cambiar de opinión, dejé el ordenador y todos los papeles con anotaciones sobre mi búsqueda de información de los entes esparcidos por la cama y me preparé para ir a trabajar, necesitaba despejar mi mente y escapar de esta soledad.  Cuando llegué apenas había gente pero estaba segura que pronto se llenaría, Adam estaba a un lado de la barra hablando con una chica, sonreía, bueno por lo menos él ya lo había superado, se sorprendió al verme  pero yo me quedé estupefacta cuando la chica con la que estaba hablando se giró y descubrí que era mi compañera de piso. Ni siquiera me había dado cuenta de que no estaba en el apartamento, ¿desde cuándo ellos dos se volvieron tan amigos?, aún no me había recuperado del impacto que me causo verlos juntos y sonrientes que me dirigí  rápido al cuarto donde nos cambiábamos en cuanto vi como Ana bajaba del taburete y caminaba en mi dirección. No entendía porque reaccionaba así, no estaban haciendo nada malo, además él y yo habíamos terminado, cuando se abrió la puerta pensé que sería Ana la que había entrado así que intenté poner una de mis mejores sonrisas y me di la vuelta. Pero no era mi compañera de piso la que estaba frente a mí, en su lugar un Adam preocupado me miraba fijamente.
_ ¿Cómo estás Beel?, creí que hoy tampoco vendrías a trabajar.
_ ¿Qué, habéis estado hablando de mí tú y mi compañera de piso?
_ ¿Te molesta que venga a verme y hable conmigo?
_ Eso es asunto vuestro no mío, tú y yo ya no estamos juntos, puedes hacer lo que te dé la gana.
Y con esas palabras salí del cuarto, ¿por qué le había hablado de esa manera?, sí, tenía que reconocer que me había sentido mal verlos juntos y sonrientes pero no podía ser celos, yo no amaba a Adam, ¿entonces qué me pasaba? Adam intentaba hablar conmigo pero yo hacía todo lo posible por evitarlo, me alegré mucho cuando apareció el jefe, le pedí que se hiciese cargo de la barra junto con Adam y yo ayudaría a Fernando.

EL ENTE QUE VIVE EN MÍ  ( Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora