Adam me miró furioso y me llevó a un lado de la barra.
_ ¿Pero qué cojones te pasa?, tu trabajo es servir a los clientes, incluso a los que no te caen bien.
_ ¡Es tu amiguita!, ¿por qué no le sirves tú?
Me aparté de él y seguí sirviendo copas al resto de la gente, Adam había cogido a la morena y se la había llevado hasta una mesa cerca de la barra, luego de hablar con ella cogió un ron-cola y se lo sirvió, la chica se lo agradeció mostrando una sonrisa seductora. Por fin las horas de trabajo en el bar habían llegado a su fin, pensé que Adam vendría a hablar conmigo luego del numerito que había montado la morena pero cuando salí del cuarto él y la chica que no se había movido de su mesa durante las horas que pasó en el bar me estaban esperando para cerrar el local. De nuevo me marché sin desearles las buenas noches, él tampoco me dijo nada, caminé despacio y sola por aquellas callejuelas, mi cuerpo se estremecía aunque no estaba segura si era por el frio o por el intenso dolor que sentía, en esta horrible noche ni siquiera me acompañaba en mi caminata mi odioso ente. El lunes amaneció gris, mientras caminaba por los pasillos de la facultad escuché gritar mi nombre, al girarme me encontré cara a cara con Eduardo.
_ Te estuve llamando durante un buen rato pero parece que no escuchaste.
_ Lo siento, estaba sumergida en mi propio mundo.
_ Si, supongo que como siempre.
Levanté una de mis cejas sorprendiéndome por aquella frase.
_ ¿Qué quieres decir?
_ Nada, perdona.
Bajó la cabeza, su cara se había sonrojado un poco.
_ Yo quería darte tus apuntes, son bastantes buenos, los he fotocopiado y me han ayudado mucho, gracias.
_ Pues me alegro, a veces suelo garabatear encima de ellos y no suelen ser muy ilegibles.
_ A mí no me lo parece.
Sonreí y caminamos juntos hasta la siguiente clase, esa mañana los dos estábamos en la misma aula ya que habíamos cogido la misma asignatura, me sorprendió cuando se sentó a mi lado.
_ No te molesta, ¿verdad?
_ En absoluto, aunque tendrás que discutirlo con mi compañera de pupitre.
_ Estoy seguro de que ella estará de lo más agradecida, ¿has visto a mi compañero?, está bastante cachas.
_ ¿Crees que a nosotros nos gusta un chico solo por su físico?
_ ¿Hay algo más?
_ ¡Por supuesto!, nos gustan que sean inteligentes, alegres, divertidos.
¡Espera un momento!, ¿por qué estaba hablando de chicos con Eduardo?, parecía como si lo conociese de toda la vida y apenas habíamos empezado a hablarnos hacía unos días atrás. El profesor hizo acto de presencia y ahí acabó nuestra conversación, de vez en cuando Eduardo decía una respuesta ingeniosa a la pregunta de nuestro profesor y yo no podía evitar reírme, por supuesto que todo ello sin que nadie se diese cuenta. Después de mi última clase sin la compañía de Eduardo cogí el autobús y me fui a casa, de vez en cuando dejaba escapar una sonrisa por los momentos vividos aquel día con mi nuevo compañero, me lo había pasado estupendamente bien con él y era divertido, podía llegar a convertirse en mi nuevo amigo. Cuando pronuncié en silencio aquellas palabras la imagen de Adam llegó hasta mi cabeza, una tristeza invadió de nuevo mi espacio, deseché todos mis pensamientos hacia él, no podía dejar que aquel sentimiento me acompañase el resto del día, tenía que darles clases a unos chicos cuyos vecinos estaban descontentos con nosotras y debía dar todo de mí para que no acabasen despidiéndome, necesitaba aquel dinero. El miércoles mientras caminaba calle abajo hacia el campus universitario después de bajarme del autobús y mantenía una discusión silenciosa con mi molesto intruso decidí que tal vez había llegado la hora de callarme y dejar que él fuese quien dijese la última palabra, ya estábamos cerca del campus y no quería que nadie me tomase por una loca que hablaba de cuando en cuando sola. Esa mañana me había maquillado, casi nunca lo hacía, solo un poco de brillo de labios y una fina raya negra en los ojos era lo que habitualmente me ponía, pero hoy me había tomado mi tiempo en mi maquillaje y en escoger mi ropa, no deseaba impresionar a nadie, solo quería sentirme guapa por unas horas. Mi odioso ente me repetía una y otra vez que aquello era por el chico nuevo con el que empezaba a entablar amistad y yo le insistía en que no era así, no me sentía atraída por él, pero sí que deseaba ser su amiga. También se quejó durante todo el trayecto de lo corta que era mi falda o de lo que poco que me cubría mi abrigo. A pesar de sus amenazas le grité que no pensaba ceder en nada más, había perdido ya bastantes cosas valiosas, mis padres, mi libertad y sobre todo mi amistad con Adam. Cuando nos estábamos acercando a la entrada del campus una moto que me resultaba conocida se podía ver aparcada a solo unos metros de donde yo me encontraba, el chico se había quitado el casco, varias chicas lo rodeaban y le sonreían, a él no parecía desagradarle aquella situación, con su mano había tocado su cabello negro y luego lo había echado hacía atrás dejando a la vista sus mechas rubias. Me aparté de su campo de visión y corrí para entrar por el otro lado del campus, tendría que dar un pequeño rodeo para llegar a mi facultad pero no me importaba. ¿Qué estaba haciendo él aquí?, ¿acaso ya había descubierto mi paradero?, me sentía nerviosa y hasta que llegué a los pasillos de mi facultad mi respiración no se mostró calmada. Miré por unas de las ventanas que daban a la entrada y aunque la gente ya estaba entrando en sus facultades, había algunas chicas rezagadas que no estaban dispuestas a irse de su lado. Lo observé, desde allí podía mirarlo sin que él lo notase, tenía una de sus manos apoyada en la moto mientras sonreía a una de las chicas, se había quitado su cazadora de motero dejando a la vista una camiseta blanca casi ceñida a su musculoso cuerpo, tenía unos hombros anchos, unos bíceps de infarto y una cintura estrecha, en definitiva un buen cuerpo y atlético. Eran joven, estaba segura de que no llegaba a los treinta años, su sonrisa era atrayente, carismática, sensual aparté la vista del cristal y caminé por el pasillo hacia mi aula, aquel chico era peligroso.
---- ¿Ahora te das cuenta?, deberías controlar más tus hormonas, se te caía la baba mientras lo observabas.
Decidí ignorar su comentario, esta mañana ya había sobrepasado su límite de frases mordaces, estaba cansada de escucharlo y aún no había entrado en clase. A tercera hora y cuando entraba en el aula Eduardo ya me estaba esperando en su pupitre al lado del mío con una sonrisa enorme.
_ Te veo contento hoy.
_ Las clases han estado bien y sentarme a tu lado me pone de mejor humor.
_ Me alegra que por lo menos uno de los dos se encuentre bien.
_ Te noto algo cansada, ¿ocurre algo?, ¿puedo ayudarte?
_ Necesito que pase deprisa las clases, tengo un horrible dolor de cabeza.
_ Haré lo que pueda, tal vez una llamada anónima por una amenaza de bomba convierta tus deseos en realidad.
Lo miré menos discretamente y con una pizca de preocupación, ¿estaría hablando en serio? Esperaba que no, mi nuevo amigo me sonrió como para calmar mis dudas, le devolví la sonrisa, era como un pequeño rayo de sol en mi vida sombría, tormentosa, y estaba agradecida de ello, esperaba que nada ni nadie estropease lo que ahora teníamos. Cuando salí de la facultad, aquel chico y su moto ya habían desaparecido cosa que me alivió bastante, escuché la voz de Eduardo llamándome desde la distancia, al girarme lo vi correr hacia donde yo estaba.
_ Siento llamarte a gritos Beel pero me preguntaba si querías quedar conmigo un día de estos para estudiar, el examen está a la vuelta de la esquina y tal vez nos viniese bien resolver entre los dos las dudas que podamos tener.
Lo miré sorprendida, no me esperaba para nada aquella invitación pero no parecía mala idea, además mi ente entrometido no había dicho ni una palabra.
_ Hoy no puedo tengo un terrible dolor de cabeza y mañana por la tarde debo dar clases a unos chicos de doce y trece años pero podíamos quedar el viernes antes de que empiece mi jornada laboral, si te parece bien hablamos luego o mañana y te digo la hora.
Intercambiamos nuestros números de teléfono y después nos despedimos.
---- Sabía que no era una buena idea que te vistieras de ese modo, ahora él también quiere meterse en tu cama.
_ ¿Es que te has vuelto loco?, ¿crees que cada vez que un chico intenta hablar conmigo es para meterse entre mis piernas?, tienes un problema.
---- ¿Piensas que soy yo el que tiene un problema?, te equivocas.
Dejé de escucharlo, cogí mis cascos y de nuevo puse la música a todo volumen, la gente a mi alrededor me miraba con cara de espanto pero me daba igual, la cabeza me palpitaba del dolor que tenía y aquella música no ayudaba a mejorar mi estado. Al llegar al apartamento dejé los libros en el suelo, me tomé dos pastillas e intenté dormir un poco. El jueves cuando salía de la facultad y me dirigía hacia la salida después de hablar con Eduardo y quedar para el día siguiente mis piernas se pararon de golpe, delante de mí estaba el chico del bar con el que me había acostado , a mi mente volvieron las imágenes de su cuerpo ensangrentado , empecé a girarme para dar media vuelta e irme en dirección opuesta cuando lo escuché llamarme por mi nombre, ¿cómo sabía cómo me llamaba y porqué estaba aquí?, ¿había sido solo casualidad o alguien se lo había dicho? Pensé en Adam, no, estaba segura de que él no había sido. En unos segundos había llegado hasta mí y me tenía agarrada de un brazo, me solté bruscamente.
_ ¿Oye que pasa, ya no te acuerdas de mí?
_ ¿Qué haces aquí?
_ Te estaba buscando.
Me giré hacia él y lo miré entre sorprendida y enfadada.
_ ¿A mí, por qué?, ¿quién te ha dicho que estaba aquí?
_ Tu compañera de piso, me vio sentado delante de la puerta de tu apartamento y después de decirle que era un amigo me dijo dónde encontrarte.
Nota mental, apuntar en mi lista de tareas matar a mi compañera de piso, aunque pensándolo bien ella no tenía la culpa de que yo llevase a un desconocido a nuestro apartamento para tener una noche de sexo, tendría que haber sido más discreta, más reservada. Otra nota mental, buscar para mis futuros rollos ocasionales fuera de mi entorno de trabajo o de amistad y sobre todo no llevarlos nunca a mi apartamento.
_ ¿Qué quieres de mí, es que no ha quedado claro que no quería verte más?
_ Creo que me merezco una explicación, lo habíamos pasado muy bien aquella noche y luego por la mañana te comportaste como una loca, como si hubieses visto un fantasma y te largaste de tu apartamento como alma que lleva el diablo, ¿por qué?
_ ¿Crees que te debo algo?, ha pasado más de una semana y ahora me vienes con eso, ¿es que te has vuelto loco?
He tenido que irme por unos días pero ya estoy de vuelta y quiero retomar lo nuestro, no sé lo que te ha pasado aquella mañana pero me gustaría que me lo aclarases o lo olvidásemos y empezáramos de nuevo.
_ ¿Es que no entiendes?, ¡no quiero nada contigo!, ¡solo ha sido un polvo ocasional!
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EL ENTE QUE VIVE EN MÍ ( Completa)
ParanormalBeel era una chica aparentemente normal o eso es lo que pensaba, hasta que descubrió que un ente habitaba en su cuerpo. Un ente odioso, manipulador, pretencioso ... y por si eso no era suficiente ahora estaba siendo perseguida por su rastreador.