mitsuya takashi.

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MARRY ME, AGAIN.

— Lo siento pero ya cerra...mos...

Tus palabras se trabaron en tu boca, el te observo con sus ojos chispeantes regalándote una sonrisa encantadora — Vine a ver a la preciosa dueña, no al local.

Tu alma dejó tu cuerpo por esos segundos.

Mitsuya se acercó a ti con un precioso ramo de flores, las inclinó hacia ti para que las tomara y las aceptaste con una sonrisa. Su rostro se acercó hacia ti para dejar un fugaz beso en tus labios.

— En si el local no es mío — hablaste mientras mirabas cada flor que yacía en el ramo — Sabes que es tuyo.

— Pero todo lo mío es tuyo ¿no?

Se sentó en su escritorio y empezó a mirar con atención sus pendientes en su agenda.

Takashi y tu llevaban de conocerse 10 años, 8 años de novios y 6 años de casados. Fue un gran sube y baja su relación pero podías decir felizmente que se encontraban estables.

Dejaste el ramo de flores en un pequeño florero para que estas no se marchitaran y miraste a través de los vidrios del local. Los carros pasaban y la gente caminaba con toda la tranquilidad del mundo.

Caminaste hasta los vidrios para bajar las cortinas, te paraste de puntitas para alcanzar el cordón y empezaron a descender con rapidez.

— Deberíamos de poner más cortinas ¿no?

— ¿Hah? — reincorporaste tu postura y giraste tu cabeza para mirarlo sobre tu hombro — Deberíamos de contratar a alguien que baje las cortinas.

Este soltó una risa e inclinó su cabeza haciendo que sus lentes descendieran por su nariz — Nah.

Bufaste ante su negación e hiciste la misma acción con la otra cortina. Después de terminar de cerrar todo el local te acercaste hacia su escritorio, el dibujaba un boceto de un vestido.

— Que difícil — se quejó soltando el lápiz y puso su mano en su mentón mirándote — Las novias actuales eligen vestidos demasiado extraños.

— Son bonitos — miraste el diseño que estaba haciendo, era un vestido de boda demasiado esponjoso y con demasiados brillos — Al menos para mi.

Frunció su ceño y se paró de la silla — ¿Podrías medirte algo?

Asentiste algo confundida, tus manos se abrazaron entre sí y lo seguiste hasta el vestidor del local. Empezó a sacar una caja y a revolcar la ropa entre esta, miraste con curiosidad que era lo que quería que me probara.

— Esto — su brazo se estiró para que tomaras el vestido color vino, rasco su cien y notaste como sus mejillas se sonrojaban al girar — Mídetelo y sales para verte.

Se alejó sin más dejándote sola en el vestidor e hiciste un puchero al caer en cuenta que no te trajo hasta ahí para otras intenciones.

Sacaste la ropa de invierno para poder ponerte la prenda, este era un bonito vestido de satin color vino con un escote pronunciado en la espalda.

El vestido quedó perfecta en tu silueta, hecho a la medida, giraste sobre tus pies mirándote en el espejo y sonreíste. Era precioso, tenía un gran talento.

Caminaste hacia donde se encontraba el, lo primero que vieron tus ojos fue el perfil de su rostro mientras cosía uno de los peluches que Luna le había traído para arreglar.

— Es lindo — hablaste para captar su atención, parpadeo unas cuantas veces algo anonadado y dejo el oso por un lado analizándote — Tienes un gran talento.

Sentiste tus piernas temblar al ver como sus comisuras se elevaron formando una sonrisa, se acercó a ti para acariciar con ternura tu mejilla y arrugaste tu nariz en respuesta.

Un suspiro salió de su parte, te tensaste al sentir como sus dedos trazaron la orilla de tus labios. Aquella acción te hizo volar al pasado.

La primera vez que se conocieron fue en una discoteca, estabas demasiada tomada y por alguna extraña razón el se hizo cargo de ti. Te cuido y te llevo hasta a tu hogar sana y salva, en un momento de calentura acariciaste sus labios y lo besaste apasionadamente.

Al día siguiente despertaste avergonzada y con ganas de que la tierra te tragara.

— Cásate conmigo — hablo claro, sonreíste de inmediato y lo tomaste de su chamarra para acercarte a él y rozar tu nariz con la suya.

— ¿No lo estamos ya? — miraste hipnotizada sus ojos, definitivamente podrías perderte en ellos el resto de tu vida.

'¿Que sería de mi sin ti, Takashi?'

Nunca te había importado estar perdida en el abismo. Siempre habías pensando en que no era posible perderse si uno conocía su propio corazón y sus propios pensamientos.

Pero caíste en cuenta que podrías perderte si no conocías el suyo.

Acercó tu rostro hacia el suyo fundiéndose en un beso delicado, su boca se movía despacio contra la tuya y eso te hacía querer más.

Ladeaste un poco tu cabeza para profundizar el beso y eso lo hizo sonreír. La yema de sus dedos trazaron un camino desde tu espalda hasta tu nuca, sentías que su toque quemaba.

Abriste tus ojos al caer en el sofá, habías quedado sentada en su regazo y se separó de ti para poder verte — ¿Si te quieres casar conmigo?

Reíste ante la ternura de sus palabras, asentiste y empezaste a dar leves besitos en su mejilla. La comisura de sus labios se levantó y sus manos fueron hasta tu trasero acariciando con suavidad.

— El vestido es para ti.

— ¿Hah? — pusiste tus manos en sus hombros observándolo con confusión — ¿Para mi?

— Se te verá lindo en la boda de Pa-chin — retiro uno de tus mechones rebeldes de tu rostro y beso fugazmente tus labios.

— ¿Como le hiciste para que me quedara a la medida?

— De tantas veces que he visto tu cuerpo me lo aprendí de memoria — sus palabras hicieron que tu rostro se sintiera caliente, el al notarlo empezó a carcajear y empujó de tu trasero para que sus rostros se acercaran — Bueno... ¿me dejarás quitarte el vestido?

Si, definitivamente en cualquier momento iba a matarte.

Si, definitivamente en cualquier momento iba a matarte

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necking and misery | tokyo revengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora