Un agradable aroma estaba presente. Era dulce. Era suave. Era… cálido. Era agradable.
Era un aroma al cual me había acostumbrado.
Mis ojos lentamente se abrieron. Los rayos del sol atravesaban las cortinas y llegaron a mi rostro. Bueno, a toda la habitación. Estiré mis labios y besé su cabeza. Lentamente baje la mirada y vi que aún estaba dormida. Dormida entre mis brazos.
Sonreí antes de volver a colocar mis labios en su cabeza. Escondí mi nariz en su cabello.
La desperté sin querer.
Se movió un poco. Mis brazos alrededor de su cuerpo lo hacían algo difícil. Aún estaba de espaldas. No nos habíamos movido en toda la noche. Apretó mi mano en su abdomen antes de voltear. Su cabello me hizo cosquillas. Se dio la vuelta y pude ver su rostro.
Sus ojos estaban algo hinchados. No había ni una sola gota de maquillaje en su rostro. Su cabello estaba desarreglado, un tanto esponjado.
Sonreí.
-No quise despertarte. –Me disculpé mientras ella restregaba sus ojos. Mis brazos no la habían soltado.
No negaré que nunca me había sentido tan feliz de despertar. Era una sensación extraña. Una sensación tan confortable. Tan especial que tenía miedo de nunca más volverla a sentir.
-Buenos días. –Musitó dos segundos antes de ocultarse en mi cuello. Entre mi cabeza, mi hombro y la almohada.
No, nada podría compararse a despertar y tenerla entre mis brazos.
Era lo mejor.
…
Aparqué el auto entre una camioneta blanca con el parachoques corroído y un espacio vacío. Salí del auto con la intención de rodearlo para abrirle la puerta, pero fue más rápida que yo. Noté que veía a los costados, estábamos en el estacionamiento.
-¿Sucede algo? –Le pregunté al notar que estaba algo nerviosa mientras cerraba la puerta del auto. Se abrazaba a sí misma. Dio un vistazo rápido a ambos lados antes de fijarse en mí.
-Es raro estar en el mundo exterior. –Le di una pequeña sonrisa tratando de hacerla sentir algo más cómoda. Era la primera vez que salíamos en semanas. Habíamos pasado en casa todo ese tiempo.
-Si quieres podemos regresar. No hay problema. –Su vista divagó entre el auto, un auto que salía del estacionamiento, el local y yo.
-No, es que no estoy acostumbrada –durante meses prácticamente había pasado encerrada en casa-. Puedo.
Tomé su rostro entre mis manos.
-Sabes que estoy contigo. No estás sola. –Sonrió de medio lado y asintió. Bajé mi mano de su rostro y la estiré en su dirección. La tomó.
-Estoy haciendo demasiado drama tan solo por ir al supermercado. –Reí mientras nos encaminábamos a la entrada del local.
-Me gusta sentir que soy el héroe de la historia. –Ella sonrió y se apegó más a mí. Solté su mano para pasar mi brazo por su espalda y colocarlo en su cintura.
-Para mí lo eres. –Besé su frente mientras entrabamos al lugar.
Las despensas se habían quedado vacías. Y diría que todos los suplementos básicos se estaban agotando. Me había ofrecido a ir por ellos, había hecho cortas visitas, rápidas, antes. No me gustaba dejarla sola. Tampoco me sentía bien al no estar junto a ella. El Dr. Shore me había dicho que tenía que tener un poco de cuidado. A veces, cuando sucedía lo que nos pasó, la madre del bebé podía entrar en depresión. Luego de cambios bruscos en el embarazo, el parto era una difícil prueba. No solo era riesgo físico, también lo era emocionalmente y sicológicamente.
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La Embarraste Payne, está embarazada
FanfictionÉl, una estrella. Un adolescente que comenzaba a ser hombre. En la cima de su carrera. Con el mundo a sus pies. A veces la vida te tiene sorpresas. Sorpresas que nunca esperas. Para bien, para mal todas son sorpresas. Nadie nace preparado. Ni siqu...