No voy a decepcionarte

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Semanas después

Si esto no cambia. Habrá serias consecuencias.

Si no toman cartas en el asunto. Nosotros, personalmente, lo haremos.

Las palabras que había escuchado estaban revoloteando dentro de mi cabeza. Las escuchaba diariamente el último tiempo.

¿Por qué no podía estar todo bien?

Cuando por fin hacía algo bien, mandaba al diablo lo otro.

Solté el aire en mis pulmones mientras negaba sacando esas ideas de mi cabeza. No quería preocuparme de eso ahora, no. Lo haría mañana. El día siguiente a ese. Pero de momento lo único que quería era una sola cosa. Sonreí cuando mis ojos la vieron.

-¿Tarde ocupada? -Pregunté con las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Me apoyaba en el marco de la puerta del estudio. Me veía encantadoramente seductor. Sí, como no.

Levantó al vista de la pila de libros y hojas revueltas sobre el escritorio. Sonrió al verme.

-Llegaste. -Dijo con alegría. Sonreí mientras me acercaba donde estaba. Me coloqué detrás de ella. Mis brazos a sus costados. Apoyé mi cabeza en su hombro, mi mentón sobre este. Ella sonrió volteando. Sus labios tocaron los míos. Sonreímos.

-Hola. -Sonrió a causa del tono seductor que empleé. Oh, vaya.

-Hola. -Repitió mordiendo su labio inferior, trataba de no sonreír tanto. Desvié mi atención a lo que había sobre el escritorio.

-¿Cómo vas? -Le pregunté. Ella volteó a los libros sobre el escritorio.

-Tratando de no incendiar el libro de matemáticas como sacrificio indio -solté un risa-. Lamentablemente tengo que esperar que sea luna nueva y que un volcán entre en actividad.

-Te irá bien. -Abracé su cintura y coloqué mi mejilla contra la de ella.

-No entiendo nada. Mi cabeza está en blanco.

-¿Por qué entonces no le pediste a la Sra. Cacia -su tutora- quedarse más tiempo? -Pregunté y ella negó.

-Ya no puede hacer más conmigo. Soy un caso perdido. -Gruñí.

-Ella siempre me dice que eres muy brillante e inteligente. Que incluso pensaba que era innecesario que ella viniera -movió su nariz de un lado a otro haciendo una mueca observando las notas que tenía en la mano-. Sé que puedes. Te irá bien. Confío en ti. -Susurré en su oído besando su mejilla después. Para colocar mi mentón sobre su hombro, de nuevo.

-Lo escribiré en mi brazo con letras gruesas y grandes para recordarlo mañana. -Durante las últimas semanas se la había pasado estudiando para dar aquellos exámenes. Samantha -a la cual debía de comprarle algo en agradecimiento por todo-, no se cómo o que hizo para conseguir que Christina tuviera que rendir exámenes que acreditarán que podía graduarse.

El plazo que le dieron fue dos semanas, suficiente ya habían hecho dándole la oportunidad, por lo que pasaba día y noche estudiando. Aún tenía la marca de un libro de Historia en la espalda ya que hasta dormía con estos en la cama y conmigo, solo dormir.

-Sé que vas a poder. -Besé su cabeza mientras me levantaba de su hombro. Soltó un suspiro.

-Deben de ser nervios.

-No podría haberlo dicho mejor -me estiré y le quité los apuntes en sus manos-. Quiero que descanses. Tus ojos estás hinchados y no has dormido bien.

-Pero... -levanté una ceja y ella soltó un suspiro-. Está bien. No veré nada referente a matemáticas-. Volteó hacía el escritorio y rebuscó un libro en la pila de libros que había-. Voy a repasar algo de Geografía. -Bufé y tomé el libro que leía con otra mano.

La Embarraste Payne, está embarazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora