Conciencia

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Daba pequeños golpes con las yemas de mis dedos a la mesa. Moví mi cabeza al costado derecho, luego al izquierdo. Moví mi nariz de la misma manera fijando la mirada en donde estaba mi mano, que continuaba dando golpecitos.

Solté todo el aire de mis pulmones antes de levantar mi cabeza, que estaba recostada sobre la palma izquierda de mi mano. Me estiré haciendo tronar algunos huesos de mi columna.

Vaya diversión en un sábado en la mañana.

Llevaba prácticamente sentado en el comedor por como media hora, sin hacer nada productivo. Luego de una semana de estrés con Paul sobre nosotros, logró darnos el fin de semana libre. Nos estaba dando un poco más de... tranquilidad, solo un poco.

Di un bostezo, no era hambre. Había desayunado hace un par de horas. Mi rutina diaria era levantarme, salir a correr, un baño, desayuno e ir a la disquera. Pero como no fui, me encontraba sin hacer nada en casa. Vaya vida, ¿no?

Me percaté que mi teléfono estaba sobre la mesa. Lo tomé en mis manos. Era un teléfono nuevo, bueno, no tanto. Llevaba conmigo dos meses. El otro que tenía se me perdió. Capaz lo deje en algún lugar al que fuimos en esa pequeña gira de seis semanas que tuvimos hace como un mes y medio. No recordaba haberlo tenido durante esa gira, pero bueno, ya tenía otro en mi poder.

Miré la pantalla y se me ocurrió llamar a Niall, capaz también estaba aburrido en casa. O eso pensé hasta que no contesto las dos veces que llamé.

Extrañado colgué. Bueno, Niall tiene una vida social muy activa por lo que opte por intentar con Zayn. Quién tampoco contestó. Luego llamé a Louis, quien tampoco atendió el teléfono. Bueno, si lo pensaba Eleonor se iría el próximo lunes, por tanto eso excusaría a Louis. Y Perrie, el próximo viernes, pero conociendo a ese par no desaprovechan un solo segundo. Me faltaba una opción, Harry. El momento en que estaba dispuesto a aplastar el botón de marcar. Algo interrumpió.

Un ruido, siendo específico.

Amber, siendo exacto.

Las cacerolas rebotaron contra la baldosa de la cocina. Di un pequeño salto ante aquel estrepitoso sonido. Realmente ese día se estaba afanado en la cocina. Era pésima en ello, pero lo intentaba. Por alguien en especial.

Christina

Sentí un pequeño calor en la boca de mi estómago al recordar la razón por la cual Amber dejaría en un desastre la cocina en un par de horas. De haber sido alguien más, hubiera ido a la cocina a ayudar. Pero, como era Amber, no quería poner en riesgo mi seguridad. Sí, soy un infantil. Sin contar con que nunca me dejaría ayudarla en la cocina. Al parecer nuestro acuerdo de paz estaba revocado. Lo cual era bueno.

No por el hecho que Amber y yo peleáramos por cualquier tontería, sino, porque la razón que estábamos en paz, estaba bien. Desde el día de ayer, luego de nuestra pequeña reunión de dulces, Christina se veía un poco más alegre. Incluso sonrió la mayor parte de la noche, lo cual fue bueno.

Su apetito se abrió, y no por el hecho de comer todos los dulces. Los cuales menos del veinte por ciento fueron devorados, por Amber y por mí, de hecho. Sino que esta mañana mientras desayunaba, solo, como de costumbre, Amber colocó varios trastes en el lavavajillas.

<<Su apetito volvió>>

Esas tres palabras me sacaron una sonrisa. Era algo bueno.

Bajé la mirada hacía a mesa sin dejar de sentir un calor en la boca de mi estómago, algo muy raro qué me hacía sentir extraño. Y más aún, al preguntarme dónde estaba.

Amber estaba haciendo un no tan silencioso almuerzo en la cocina. Y el resto de la casa estaba en silencio. Christina no estaba en su habitación, puesto que Amber en vez de estar en la cocina, estaría sentada pensando en que le pasaba. Hizo eso toda la semana. Por lo que...

La Embarraste Payne, está embarazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora