*N. del Autor: Lamento algunas descripciones un tanto raras. No son mi fuerte.
-¿Te sucede algo? -volteé mi cabeza hacía ella. Sentí que mi corazón se aceleró. Mi garganta se secó. Abrí la boca tratando de decir algo, pero tenía un nudo en está-. Liam -repitió Christina mientras me veía frunciendo el ceño tratando de saber que me pasaba.
-Solo... pensaba -musité. Me brindó una sonrisa que hizo que una corriente pasará por todo mi cuerpo. Instintivamente sonreí. No podía dejar de hacerlo con ella cerca. Abrió sus labios tratando de decir algo, pero los volvió a cerrar. Bajó la mirada al tiempo que sus mejillas se sonrojaba. Me había dado cuenta que cada vez que la veía, sucedía ello. Y eso me gustaba, me gustaba bastante.
-Christina, Liam -llamaron a que deje de ver que jugaba con los botones del abrigo que llevaba. Un abrigo realmente ancho y grande que la cubría por completo. Más abajo de su pecho este se abría como pliegues hasta la altura de su cadera. Siendo honesto nunca prestaba atención a lo que las personas se podían. Pero por alguna extraña razón no dejaba de ver detalladamente cualquier aspecto de ella. Su cabello estaba recogido en un moño y con una cinta que actuaba reteniendo algunos mechones que podían caer sobre su frente.
Levanté la mirada de ella hacía Leyla que estaba de pie, con unas carpetas entre las manos apretándolas contra su cuerpo. Llevaba una falda que le quedaba a la altura de la rodilla con una chaqueta a juego, su uniforme. Me preguntaba como lograba soportar el frío que hacía allí dentro del hospital.
-El Dr. Shore va a atenderlos ahora -nos avisó mientras nos indicaba que la siguiéramos, a pesar de que supiéramos donde quedaba su consultorio. Christina se levantó y yo la seguí. Caminaba lentamente detrás de Leyla y yo iba a su lado. No levantaba la mirada mientras colocaba sus manos sobre sus codos.
-¿Sucede algo? -le pregunté acercándome, para que solo lo escuchará ella. Levantó la mirada, sonrió de medio lado y negó sin dejar esa pequeña sonrisa.
De nuevo, volví a sonreír.
Leyla abrió una puerta distrayéndonos. Nos indicó entrar, percatándome de algo.
-Este no es su consultorio -dije ya que la puerta era de otro color sin contar con que el cartel que estaba a un costado de la puerta no decía Dr. E. Shore-Obstetra. Si no estaba en blanco, pero luego caí en cuenta que ya habíamos estado allí antes.
-Luego irán al consultorio, primero tienen la ecografía -mi estómago saltó. Volteé a Christina quien también me veía. Igual de sorprendida.
-o-
-Gracias -musitó mientras le cerraba la puerta del copiloto. Sonreí, por enésima vez, en respuesta. Di la vuelta y entré también al auto. Tratando de no parecer tan nervioso, como me sentía, metí la llave y encendí el auto. Con cuidado saqué el auto del parqueadero del Hospital St. Peter.
Detuve el auto ante un semáforo en rojo, a unas cuadras del hospital. Dejé mi mano sobre la palanca de cambios mientras veía a algunos peatones cruzar frente al auto, pero mi atención no estaba en ellos. De soslayo podía observarla. Tenía una sonrisa en su rostro, a pesar de estar sonriendo al piso o eso pensé al notar que veía a aquellos cuadrados de color con la imagen del bebé dentro.
Sentí que mi corazón se aceleró ante ello, mentía si decía que no lo había estado todo aquel momento. Al igual que la sonrisa que tenía de oreja a oreja.
-¿Es... es...? -mi voz temblaba al querer decirlo.
-Es el bebé -nos dijo el Dr. Shore mientras veía en la pantalla una pequeña, diminuta forma en el monitor.
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La Embarraste Payne, está embarazada
Fiksi PenggemarÉl, una estrella. Un adolescente que comenzaba a ser hombre. En la cima de su carrera. Con el mundo a sus pies. A veces la vida te tiene sorpresas. Sorpresas que nunca esperas. Para bien, para mal todas son sorpresas. Nadie nace preparado. Ni siqu...