Un viernes por la noche

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Con el sonido del cierre me di cuenta que ya había terminado de hacerlo. Solté el aire en mis pulmones para luego sentarme al lado de aquella maleta repleta.

Seis semanas en una pequeña gira.

Nada fuera normal de la vida del cantante Liam Payne, si puedo presumir.

Miré a mí alrededor y revolví el poco cabello que tenía. Aquel apartamento era pequeño pero... mientras componían la tubería que se le dio por reventar mientras dormía, no me quedaba de otra que estar en un piso de la Calle Falks que fue mi "hogar" mientras estaba en el concurso. Diferencias de ello: ya no lo comparto con Niall, no tengo el temor que al levantarme ya no haya nada en el refrigerador, no duermo pensando que puede ser el último día que esté en Londres y el sueño termine, mi ropa no alcanza en los armarios y pues... lo compré (lo admito soy apegado a algunas cosas y pues... tengo buenos recuerdos de este lugar), o la compramos (Niall también es un poco sentimental con ello).

El plomero dijo que estaría... hace como dos semanas. Por lo que el apartamento que durante un año y medio nos había acogido al rubio y a mí. Había estado un tanto empolvado el día que con una pijama empapada y unas maletas había llegado a la madrugada. Sin contar un poco el hecho de haberme acogido por todo ese tiempo, estaba un tanto caótico.

Es temporal, o bueno... si es que en el siguiente mes y medio acaban de reparar en mi casa.

Miré a mi alrededor, era un lugar amplio debo de admitir. Aunque para solo una persona, es demasiado y para dos, lo justo. Las paredes eran blancas, si lo eran. Ya hace bastante tiempo nadie había estado aquí sin contar con que tener a Niall caminando, comiendo y hablando por teléfono, fiestas con los chicos mientras estábamos en el concurso y quien sabe de donde esa mancha roja que parece que... espero sea gelatina de cereza, habían cambiado la tonalidad.

Una cocina, un baño, una sala que estaba conectaba a la entrada, tres habitaciones conectadas por un pasillo, un pequeño balcón que daba vista al oeste y una pequeña plaza... era acogedor.

Era tarde, ya mismo anochecía. Y yo... no tenía nada que hacer. Volví a soltar el aire en mis pulmones, y la puerta sonó.

Me levanté extrañado ya que casi nadie sabía de mi ubicación actual, bueno salvo...

-No soy claustrofóbico, pero con ese ascensor reconsideraré la idea de subir por las escaleras dos veces –reí ante el comentario mientras me hacía a un lado dejándolo pasar.

-¿Recuerdas que es el doceavo piso? –dije mientras ambos pasábamos a la pequeña sala. Tocó su barbilla pensativo.

-Pues... vale la pena subir.

-¿Acaso quieres que te lo venda? -él volteó levantando una ceja con una sonrisa coqueta en sus labios.

-¿Para qué quisiera un departamento que nadie conoce su ubicación, aprueba de ruido, un soltero como yo? –una serie de escenas rápidas y no aptas para todo público me cruzaron por la mente.

-Harry –reté causando que riera mostrando sus hoyuelos.

-No preguntes lo que no estás dispuesto a saber, Payne –me dijo guiñando un ojo. Rodé los ojos.

-¿Quieres algo de tomar? –pregunté encaminándome a la cocina. A diferencia con el resto del departamento (si lo admito, no era tan pequeño. Era un piso), era pequeña pero con azulejos de distintos colores cálidos adornando, un lavabo que por su tamaño había causado que rompiera casi todos los platos que tenía, una nevera que me quedaba de la altura de los hombros y sorprendentemente aún funcionaba luego de tanto tiempo. Con Niall decidimos que en cualquier caso de emergencia lo tendríamos y pues... me había servido en esta "emergencia doméstica". A pesar de ser pequeña, era acogedora -. Tengo leche chocolatada, jugo de naranja, agua mineral o... –un ruido proveniente de la sala me alarmó. Yendo hacía esta me encontré con Harry bajó el sofá.

La Embarraste Payne, está embarazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora