Y más confesiones

3.3K 67 13
                                    

Noté que la zona era industrial. No existía gran cantidad de viviendas por el lugar, pero no le di importancia al ver la cantidad de coches estacionados cerca del edificio color hueso. Veía a varias personas ajetreadas en la entrada del lugar. Me pregunté la cantidad de personas que estarían allí ya que el único lugar de estacionamiento disponible era a dos cuadras del lugar. Mas recordar que Sophia había dicho; amigos de amigos, por lo que supuse que esos amigos tenía amigos y estos amigos y más amigos, me respondió eso, o me dio una ligera idea. El sitio en dónde deje el auto estaba desolado, en el hecho que no había personas, puesto que ambas veredas estaban agolpadas de autos. Hizo que no me preocupara, no del todo.

Metí mis manos en los bolsillos del pantalón tratando de tener un poco de calor. Me reprendí internamente de no haberme colocado una chaqueta más abrigada, pero no pensaba en salir de la casa en cuando lo hice. Y no podía regresar, estaba allí.

STOLLER enarcaba sobre mi cabeza el letrero del edifico tal y como Sophia me había dicho. Solté el aire en mis pulmones permitiendo que una estela de vapor saliera de entre mis labios.

Una parte de mí no podía creer lo que estaba a punto de hacer y otra me había empujado hacía uno de los ascensores junto con un grupo de chicos. Esa parte denominada; el Liam salvaje.

Mi estómago sintió el peso de la gravedad cuando este comenzó a subir. Creo que fue esa la razón.

-¿Tú también vas a la fiesta? -volteé mi cabeza y salí de mis pensamientos al escuchar esa pregunta. Vi a un chico, tal vez de mi edad, preguntando eso. Metro sesenta, cabello castaño claro, ojos verdes. Llevaba una gorra de béisbol, la visera estaba al revés, en espera de mi respuesta. Pero antes que pudiera dársela, mi vista se fijó en sus otros dos acompañantes. Un chico, quizás de mi tamaño, cabello negro, ojos azules, tez pálida que me hacía pensar que la última vez que vio el sol fueron meses, una barba de chivo, un aro en la oreja izquierda. Las cuencas alrededor de sus ojos eran profundas y había algo en estos, que era escalofriante y más aún por la mirada que me daba. Pasé la mirada de aquel chico, un tanto gótico, a un tercer sujeto en el ascensor que llamó mi atención y como no hacerlo con el flequillo de su cabello púrpura que caía cubriendo su ojo derecho. Sí, púrpura. Ojos verdes, pálido, aunque no tanto como el gótico, sin vello facial en el rostro que fácilmente me ganaba con una cabeza y media. Fornido, mucho más fornido que yo. Un tanto regordete.

Aclaré mi garganta y retome la pregunta del de gorra de béisbol antes que su amigo, el de cabello púrpura, se diera cuenta que lo observaba. Cabe decir que tenía cara de pocos amigos.

-S-sí -por muy extraño titubee al responder.

-¿Conoces al anfitrión? -insistió meciendo su peso de los talones a las puntas de los pies. Viendo más detalladamente quizás tendría 18 ó 19.

-No, pero una amiga en común me invitó -existían dos cosas que no cuadraban con la última frase que salió de mis labios. Era verdad que no conocía de quien era la fiesta, y que si me invitaron. Lo que no estaba acorde o si sabía que estaba era llamar a Sophia amiga del anfitrión, porque si mal no recordaba ella estaba en el grupo de amigos de amigos de algún amigo. Y lo segundo, creo que más importante, si estaba bien que llamará a Sophia: amiga. Ya que bueno, ella era mi...

-De seguro no seremos los únicos en colarnos -interrumpió mis pensamientos el chico de la gorra de béisbol. No, no era el hecho que fuera pequeño, para mí lo era, que lo hiciera <<joven>>. Su tono de voz estaba recién cambiando y podía jurar una pelusa de pelo creciendo bajo sus patillas.

-Thomas -murmuró el del aro en la oreja. Mi vista pasó a él y pude notar que su aspecto <<gótico>> no era muy convincente. Ese aspecto un tanto escalofriante de sus ojos se debía al delineador que utilizaba, mal delineado cabe recalcar. Y si era un poco más minucioso juraría que era maquillaje el que hacía que su piel fuera pálida.

La Embarraste Payne, está embarazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora