Un pueblo pequeño.
Una entrevista de trabajo.
Algo... Peculiar en ellos.
Letalidad.
Ojos mieles. Ojos azules. Ojos verdes.
Ella... Solo quería un trabajo, uno que ayudara su estabilidad económica, por ello viajó al pueblo más pequeño de Georgia, don...
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*
Alguien aparenta ser lo que esno es.
Stefany Renaldy.
—¿Matteo? —Intento no asombrarme, pero me es imposible, en serio está aquí, con una sonrisa y unas rosas en su mano mientras las empuña.
Todo regresa de golpe, lo que hice con mi jefe, la escena de crimen, lo del lago, lo de la tienda, lo de la hipnosis... Los ojos me arden cuando todo se reproduce en mi mente. Quiero llorar, pero contengo mis ganas yendo a él y enterrando mi rostro en su hombro. Sollozo, no por verlo, sino porque me siento sucia en todos los aspectos que existen; le mentiré, no puedo decirle la verdad.
Necesito sonreír pero no puedo. No encuentro las fuerzas suficientes.
No quiero mentirle... Aunque debo mentirle.
¿Por su bien?, ¿por el mío?
—¿Y esta sorpresa? —Calmo mi voz, le beso la mejilla en acto de cariño y le sonrío—. No me avisaste...
Me trago todo lo que le oculto mirando esos lindos ojos inocentes, que presentan pura emoción. Tengo un nudo en el pecho que por más que respiro no siento que el aire llegue bien a mis fosas nasales.
—Te extrañé. Te quería conmigo —Su voz es un poco gruesa con un toque ronco y agudo.
Se queda pensando unos momentos y su cara se transforma, ya no le brillan los ojos, ni mucho menos hay una sonrisa en su rostro. Es un acto seco y sus facciones faciales expresan molestia o furia, no lo se bien ya que mi concentración no se mantiene en nada.
Suelta las flores y las deja caer en el piso.
—No me has contestado mis mensajes. ¿Sabes como me hace sentir esa mierda? , me he preocupado estos dos últimos días, joder. —Baja su mirada decepcionado, se aleja un poco y suelta un leve suspiro.
Me quedo pensando unos minutos. No se que excusa darle, o que justificación decirle. ¿Cómo le contaba que estos dos últimos días la pasé con mi jefe en un bosque?. Me acerco pero retrocede y me armo de valor para enfrentarlo, no lo he visto hace tiempo y es raro que empezáramos una pelea, busco la excusa mas coherente.
—Stefany...
Lo interrumpo antes de que diga algo más.
—¿Acabas de llegar y me reclamas? —Alzo las cejas sintiendo que me muero por dentro al mentirle—. ¡He estado trabajando como una maldita esclava y a ti te importa que te conteste los mensajes!, ¿crees que tengo tiempo de usar el maldito teléfono?
