Capítulo 39

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Poca humanidad...

Stefany Renaldy.

Mi primer impulso al saber que iban a revisar mi entrepierna fue agarrar el cuchillo quirúrgico y meterlo en su cuello. No quería que me tocaran, y mucho menos a mis bebés. Todos se asustaron y retrocedieron. Me levanté de la cama con la estúpida bata y a pesar de la debilidad estaba consciente de lo que quería y era salir a toda costa. El doctor empezó a expulsar sangre por la herida y doctoras fueron a él para ayudarlo.

—Calmate... Tu cuerpo tiene mucha tensión y adrenalina —Susurró una y sentí que todo me dio vueltas.

—¡Alejense de mi!. ¡Nadie me va a tocar! —Grité asustada y salí de la habitación. Empezó a escucharse la alarma y fui a correr por los pasillos hasta llegar a una habitación de medicinas.

Frustrada, empecé a temblar por todo lo que le pasaba a mi cuerpo. La alarma era un martirio para mis oídos y débil caí al suelo gracias a la velocidad en que trabajaba mi cuerpo. Mi pulso estaba alterado, mi piel ardía y mis ojos se nublaban. Mi entrepierna palpitaba y mis venas se tornaban negras.

Todos los dolores se esfumaron y con nitidez pude ver a Adrein entrar a la habitación. Rápidamente me levanté del suelo y cree alejamiento entre ambos. Sus ojos verdosos me detallaron de pies a cabeza y esbozó una sonrisa tan imbécil que juro que quería matarlo en ese momento.

—¿Escapando de mi? —Murmuró poco divertido, su voz era seriedad y susurro.

—No te me acerques —Suspiré, en busca de calma—. Te puedo hacer daño y no quiero hacerlo. No quiero ni verte.

—Que lástima —Hizo un puchero—. Porque te recuerdo que tú me metiste en este problema. Son nuestros hijos quienes están en tu maldito vientre.

—¿¡Este problema¡? —Exclamé con ironismo—. ¡Si tan siquiera pudiera acordarme de cuando tuve relaciones contigo sería muy diferente!.

—¡Los tienes y me los das!.

—¡No son objetos, y van a estar con su madre!.

—¿La madre que está inestable?. ¿La madre que tiene a miles de personas tras de ella?. ¿La maldita madre que ha estado encerrada por meses consumiendose en su locura? —Ironizó cada palabra con odio—. ¡No vas a poder con ellos, Stefany!. ¡Tu realidad es que serias una mala madre por traerlos a este mundo!. ¡Serían tan inestables con una madre como tú!.

Retrocedí y alcé el mentón para verlo. Me acerqué y señalé su pecho.

—Hablemos de que si fueras su padre... Has sido torturado, abusado y eres un maldito psicópata en todo su sentido. No tienes empatia, arrepentimientos y el sadomasoquismo es tu maldito fuerte —Recordé toda la información que tengo de él en mi mente.

—Te quiero matar, maldita.

—Y yo quiero cortarte la yugular, maldito imbécil —Señalé su pecho.

—Los tienes y me das la custodia a menos que quieras que todo sea con cuestiones legales —Amenaza, firme y directo.

—Antes muerta que darte a mis hijos —Le aclaro—. Además, hay más probabilidades de que sean de Adriel. Así que no te ilusiones.

—Estupideces —Se ríe—. Fuimos pareja hasta donde tengo entendido, y con lo santa que eres no creo que sean de Adriel.

—Me vas a dejar en paz —Le suelto—. Antes de que quieras ver mi peor faceta.

—¿Que piensas hacer?.

—Voy a revelar lo que está sucediendo con su querida Eva. Hablaré de los problemas del banco. Diré lo del marketing y los pondré en una cárcel para nunca verlos salir —Amenazo.

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