Capítulo 17

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Stefan Renaldy.

Adrein Walk.

Simples palabras me descomponen la respiración, que cada vez se torna más intensa debido a la ansiedad que siente mi cuerpo cuando sé que alguien que... Valoro, corre gran riesgo. Pienso en mí, en sus ojos, en todo lo que ha sucedido y en lo que puede suceder por mi maldita culpa.

Las palabras de Adriel resuenan en mis oídos como claras advertencias que ponen mis vellos erizados y me permite tener esa preocupación que me remueve el pecho.

Corre.

Le doy una última mirada a Adriel y mis pies cobran vida empezando a buscarla por todas partes. Escucho el vidrio de los ventanales estallar y percibo las patrullas que no deben tardar en venir... La multitud se amontona en mi camino y noto el alteramiento de todos, los gritos me aturden y la música sofoca el desespero de todos. Los disparos me quitan audición y no puedo evitar correr rápido hasta llegar a su camerino, el cual tiene la puerta con seguro. Toco la puerta, grito su nombre lleno de desespero y la sangre me hierve al pensar que alguien le ha hecho daño.

Cierro los ojos buscando que mi fuerza se multiplique y lo hace, con el enojo y la frustración rompo la manilla yendo directo al interior del camerino donde yace Stefany Renaldy con la mirada perdida, en una esquina de la habitación mientras se abraza de piernas. Está sentada, hay cuerpos sin vida rodeándola y no puedo evitar quedarme petrificado con la escena que se muestra ante mis ojos.

Visualizo sus lágrimas bajando por sus ojos y mi corazón late desbocado cuando reacciono y noto que el poder finalmente se está desarrollando, habrán veces donde se desconocerá... Las manos me tiemblan y no pienso cuando me arrodillo frente a ella, rogándole que me mire. Sin embargo, no lo hace por más que se lo suplique, luce ida, sin querer quitar la vista de su horizonte.

—Ven conmigo, princesa. Hey, hey... —Le palmeo la mejilla limpiándole las lágrimas que salen a cada nada.

Se abraza más las piernas como si en este momento fuera lo único de lo cual aferrarse. Sus manos llenas de sangre gotean el líquido carmesí sin cesar y el ruido del exterior aumenta, logrando que me apresure en explicarle lo que sucede, cosa que deja a medias cuando veo que realmente está en algún estado de shock que no la deja pronunciar nada. Parece que no tuviera vida, que por más que le hablara solo fueran sus ojos que respondieran con lagrimas.

—No sé que me sucede —Mira sus manos cubiertas de sangre, se concentra en ellas un momento y su voz se corta—. Adrein... Yo... No fue mi intención... Es que... Estaba tranquila... Entraron... Cerré los ojos... Estaban en el suelo...

Balbucea nerviosa y no comprendo lo que me quiere decir.

—Está bien, está bien —Intento calmarla sobando sus brazos—. Solo ven conmigo y arreglemos esto —Propongo soltando una respiración larga para que la cabeza me dejara de palpitar.

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