Prólogo

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Yace arrodillado y con cadenas rodeandolo como si fuera un animal el cual amarrar. Tiene una capucha negra cubriendo su cabeza y una máscara la cual cubre todo su rostro pero lo reconozco... En mil vidas seguiría reconociendo los latidos de su corazón, su olor, sus ojos que gritan lo asustado que está. Hay oficiales, militares y agentes rodeandolo, haciendo un círculo donde a él lo dejan en el centro siendo la atención de todos.

Luces azules y rojas alumbran el lugar haciéndolo ver como es: Una escena del crimen. Todavía hay muchos cuerpos en el suelo y eso no me afecta, me afecta querer ir a él y que su hermano me lo impida. «Déjame ir» le grito con los ojos llorosos pero su fuerza me doblega y me hace retroceder mientras me sigue teniendo sujetada. Forcejeo pero me siento muy mal, sin fuerzas y las busco donde no las hay. «Me quedan diez minutos»
reviso el conteo que tiene mi reloj.

-Sueltame, por favor... -Le ruego repetidas veces en un susurro.

Los helicópteros derrumban el techo con un líquido sumamente letal que vuelve los cimientos polvo, el cual cae encima de él y lo hace toser mientras se ahoga. Le quitan la máscara dejando ver sus mejillas rojas y húmedas por las lágrimas, inmediatamente noto la cinta que cubre su boca y frunzo el ceño. El ruido aturde mis oídos... Los helicópteros dan luz que queda encima de él, el cual alumbra todo su cuerpo. Su ropa totalmente negra está sucia, de sangre... De tierra y manchas húmedas que no se que son.

Escucho las sirenas de la policía y como recargan sus armas apuntandole. Él no se mueve, se mantiene con las rodillas tocando el suelo y alza el rostro queriendo gritar pero la cinta se lo impide.

Uno se acerca quitandole la cinta de mala gana y tiembla al tenerlo cerca. Cuando veo como llora con tanto dolor quiero ir a él pero por mas que pelee con él que me apresa tiene mucho más tiempo que yo y cada segundo me roba vitalidad. Él me ve unos segundos con sus ojos completamente dilatados y verdes cristalinos cuando la luz se enfoca en ellos y me guiña el ojo con complicidad. Hay más de cien guardias apuntandole con las luces rojas que iluminan su pecho.

Una mujer se intromete viendolo directamente.

-Puede que sea inocente... -Se arrodilla ante él-. ¿Que sucedió?

-Ella... Ella... -Tiembla él con la voz entrecortada-. Me tenía... secuestrado y...

La mujer inmediatamente manda a bajar las armas y empieza a mirarlo fijamente.

-No miente. -Responde la mujer como si fuera psiquiatra.

En ese momento él, con el cabello húmedo cayéndole por los ojos, con su perfecta ropa manchada de sangre, con su rostro iluminado y sucio por sus lágrimas más el polvo que cayó encima de su cara y sus perfectos labios; sonríe ensanchando sus comisuras y dándole vida mi cuerpo porque reconozco esa sonrisa llena de maldad, llena de crueldad y llena de peligro que demuestra.

Sus colmillos relucen e inclina la cabeza acercándose un poco a la mujer, ella retrocede alarmada y todos vuelven a apuntarle como robots. Él mantiene su sonrisa lameteando sus labios y haciéndole un pequeño "Bú" que pone a temblar a la mujer, la cual se respalda en los guardias.

-¿Soy culpable o inocente? -Pronuncia observando a todos, un peligroso brillo se asoma por sus ojos y ríe con voz baja. Todos están sorprendidos pero él está calmado demostrando que lo que menos tiene es miedo «Hasta a mi me engañó». Me mira un segundo y me tira un pequeño beso el cual nadie toma en cuenta.

»»La tocaron , ¿No es así? -Rompe las cadenas sobando sus manos. Levanta un poco los brazos señalando la escena pero nadie hace nada más que verlo y apuntarle-. Entonces supliquen por su vida como los malditos que son por ponerle una mano encima.

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Vamos, sigue leyendo, sé que te gustó...
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