Veneno lujurioso...
Stefany Renaldy.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro al verme en aquel espejo del bar, nada había cambiado en mi físico y era de admirar. Una cintura pequeña, senos firmes y no tan grandes, unas caderas anchas y un cabello miel abundante. Nunca crei que llegaría a ese punto donde miraría mi reflejo y tendría admiración por mi misma, pero lo hacía. Joder, por supuesto que tenía admiración por mi misma.
Una mujer empresaria, con cuentas millonarias, siendo dama de una compañía lo suficientemente grande para destruir hasta un propio gobierno y obteniendo lo que desea. Tenía una compañía a mis pies, miles de acciones por toda Georgia. Hasta tenía un banco.
Además que era lo suficientemente poderosa para destruir amenazas letales.
Adriel agarró mi cintura y sus manos calientes la acariciaron un poco. Solo un poco y el cosquilleo fue inmediato. Nos miramos en el espejo y plasmó un beso delicado en mi cuello. La punta de su lengua humedeció la zona delicada y me juntó más a él, logrando que mi espalda chocara con su pecho.
—Que tal si... —Murmuró acariciando mis caderas. Las yemas de sus dedos tibios se enterraron en mi piel y solté un gemido cuando sentí su dureza— Dejamos la fiesta para después...
—¿Ansioso?
Cuestioné escuchando su corazón frenético. Un suspiro se escapó de sus labios y sus grandes manos tocaron mi cuello. Lo ahorcó un poco haciendo que arqueara mi cuello por la sensación tan exquisita que me tenía estremecida.
—Mucho... —Susurró con toques de malicia. Sentí su aliento acariciar mis vellos y pasó la punta de su lengua por mi cuello. Un beso muy húmedo y mi respuesta a él fue un jadeo débil.
Tragué grueso y tensé la piernas cuando sentí mi humedad desplazarse por mis bragas.
—Ya te mojaste... —Alzó su mirada azulada viendo la mía en el espejo. Una dilatación oscura convirtió su mirada es seducción perversa—. Eso significa que ya mi prometida debe abrirme las piernas.
Prometida. Oh, amaba esa palabra.
—Estás muy desesperado... —Seguí el juego mediante susurros—. Adriel, el psiquiatra dijo...
—Que debemos mejorar a nivel sexual por nuestras adicciones —Aquellas palabras no le gustaron—. Renaldy, yo no vivo para cumplir las reglas. Vivo para sentir adrenalina y hacer de todas las locuras del mundo hasta morirme.
Me giré a él para tocar su rostro. Le di un casto y delicado beso fijándome en sus ojos.
—Ya debemos salir del baño —Avisé dándome la vuelta e inclinándome al espejo para retocar mi labial que se había movido un poco.
Se inclinó hacia mi espalda y restregó su dureza en la línea de mi trasero. Se sentía tan duro que volví a tensarme mirando al espejo y su rostro. Me aferré al lavamanos y su mano cubrió la mía. Se sentía ansioso, desesperado, agobiante el calor que nos tenía envueltos.
Su rostro pulcro y con el ceño fruncido mientras entreabria los labios soltando un pequeño gemido viril. Una reacción muy placentera fue ver su expresión y saber cuanto lo disfrutaba, cuanto me ansiaba y deseaba. Una mano estrujó mi seno, lo amasó y el murmuro que sentenció fue tan seductor y arriesgado que mojé mis labios con mi saliva tras escucharlo.
—Se consciente de lo duro que me has dejado, Stefany Renaldy —Advirtió respirando con pesadez y enterrando más su mano en mi cadera cuando ella era el soporte que lo mantenía muy pegado a mi trasero. Una corriente torturosa se extendió por mi cuerpo y mi intimidad palpitó gravemente—. Hazte la pregunta de si seremos gentiles después de provocar y dejar a medias.
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Mi Crimen Favorito
RomanceUn pueblo pequeño. Una entrevista de trabajo. Algo... Peculiar en ellos. Letalidad. Ojos mieles. Ojos azules. Ojos verdes. Ella... Solo quería un trabajo, uno que ayudara su estabilidad económica, por ello viajó al pueblo más pequeño de Georgia, don...