Capítulo 16 - Ecos de un destino incierto

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Josefina salió de aquella oficina como alma que lleva el diablo. Sus lágrimas quemaban como lava su piel de tanta rabia contenida, que esta vez era dirigida a esa maldita directora.

—¡¿Qué mierda le hizo a mi hermana?! —Le gritó siendo contenida por Manuel—. ¡¿Con qué derecho se siente de torturarla?!

—Parece que la falta de modales viene de familia —respondió la directora algo consternada por su reacción—. ¿Vio por qué es necesario una corrección?

—¡Le llega a hacer algo más y le juro que la mato! —amenazó Josefina, totalmente fuera de sí.

Sin embargo, lejos de amedrentarla, la directora quiso redoblar la apuesta con la advertencia que le dió:

—Más vale que usted y su hermana se comporten, o los castigos serán peores.

—¡¿Ah sí?! ¿La va a hacer desaparecer como a la chica que nadie sabe dónde está? —gritó Josefina con ganas de acabar con ella—. ¿Qué hizo con ella?

—¡¿Está insinuando que soy una asesina?! —bramó Libertad con indignación—. ¡¿Usted sabe que le puedo meter una denuncia por difamación?! ¡Pordiosera ignorante!

Manuel se tuvo que interponer entre ambas para evitar una masacre:

—¡Basta! ¡Basta de insultarse las dos! —Levantó la voz enojado—. ¡Eso no hacen las mujeres! Pelearse como dos bataclanas, ¿dónde se ha visto? —aseveró indignado intentando calmar las aguas—. Alí, llevátela, haceme el favor.

Otro que le daba mucha ira de tan solo nombrarlo, Josefina no quería saber nada con aquel tipo.

—¡Ni se te ocurra tocarme! —Le dijo de mal modo mientras se dirigía a la salida.

Fue al llegar al auto y verla por el retrovisor, que Alí se animó a darle un consejo, aunque su vida terminara en ese mismo instante si aquella mujer no controlaba su ira:

—Señora, yo sé que usted me odia, pero de corazón le digo que trate de calmarse y seguirles el juego.

—¡Ah! Así que eso has hecho vos, ¿no? Seguirles el juego... —respondió ella con ironía—, ¿hasta dónde serías capaz de jugar, Alí? ¡¿Hasta casi matar a una persona indefensa por la espalda?! —Josefina no obtuvo respuesta alguna de aquel hombre—. ¿Qué estabas haciendo la otra noche forzando la puerta? ¿Qué escondés?

—Tengo mis propios motivos, señora.

—Que también me incumben, porque me has hecho tremenda judiada y los platos rotos los pagó mi hermana, así que todo esto es tu culpa.

—Nadie la mandó a estar fuera de su cuarto de noche.

—¡No te hagas el vivo conmigo, Alí! Acordate que pronto también voy a ser tu patrona.

—Por eso mismo le aconsejo que se calme. En ese estado no va a poder hacer nada —Le volvió a advertir mientras Manuel se acercaba y ambos quedaban en silencio.

—¡Perfecto! Ya hablé con Libertad. Su hermana va a estar bien, Josefina —aseguró Manuel, aunque ella se mantenía excéptica a sus palabras—. Al parecer su hermana desobedeció algunas reglas y por eso el castigo. Pero le hice ver que fue excesivo y no necesitaba ser así de severa con Antonia. Y en cuanto a la chica desaparecida, todos la están buscando, de igual modo voy a traer a la policía a que investiguen bien.

—¡Mi héroe otra vez al rescate! Gracias... por nada —susurró ella con ironía que fue captada por él.

—Intento ayudar, Josefina. No hace falta ese sarcasmo.

Susurros del viento © (Universo Monstruoso # 0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora