Manuel vió llegar a su madre como un alma en pena que arrastraba sus tacones sobre el suelo del mismo modo que mantenía su mirada perdida en algún rincón de sus pensamientos. Temía que algo malo hubiera sucedido, juzgando por su cara de preocupación.
—Madre, ¿está todo bien? —preguntó él mirándola confundido—. Salió como alma que lleva el diablo y ahora viene así... ¿pasó algo?
—Libertad murió, Manuel —confesó ella sin mirarlo. Josefina se quedó igual de sorprendida que su prometido.
—¿Cómo que murió? ¿Qué le pasó?
—La mataron. No se sabe quién fue.
Josefina no podía sentir ni un ápice de empatía con la situación. Le daba igual lo que sucediera con aquella desgraciada mujer, y es que de algún modo sentía que se lo merecía.
—Más vale que Antúnez y su gente investiguen bien —respondió Manuel indignado—. ¿Cuándo es el sepelio?
—Voy a hacer todo para que sea en cuanto antes. Lo más triste es que no tiene ningún hijo que reclame por su cuerpo, prácticamente no tenía nada —Se lamentaba Nora, de sus ojos salían lágrimas de cocodrilo—. Que efímera es la vida, venimos sin nada, y nos vamos sin nada.
—Tranquila, mamá. Si quiere yo me encargo de todo el papeleo —propuso Manuel abrazándola.
—No, no. Vos tenés que recibir a Berenstein hoy, ¿no? Dejá que yo me encargo —Le dijo antes de irse a la cocina. Josefina la siguió.
—¿Cómo está Antonia? —preguntó.
—Debe estar felíz porque la directora murió, igual que vos, ¿no?
—Ni nos va, ni nos viene. Solo me importa mi hermana —admitió Josefina de forma tajante.
—Tu hermanita estaba muy lastimada, yo creo que le siguieron haciendo cosas y todo por portarte mal —Nora se olvidó de su dolor de un momento a otro, y volvió a arremeter sin piedad contra su nuera.
—¿A qué se refiere?
—No está bien visto que una señorita como vos se ande paseando en la noche con otro hombre. ¿Te imaginás si mi hijo se entera que se va a casar con una querendona como vos?
—Yo no soy así, señora.
—Seguro que no, y si lo volvés a hacer tu hermanita va a seguir pagando las consecuencias de tus actos. Que no se te olvide.
—Usted está enferma. ¿Cómo puede ser tan cruel?
—Puedo serlo y todavía más si te hacés la viva —Le dijo en un tono amenazante. Aquella mujer era el diablo en persona.
—¿Manuel sabrá la clase de basura que la crió? Porque si no lo sabe, se lo puedo mostrar.
—Nunca te va a creer, porque yo soy la que lo parió, lo crió y todo prácticamente sola. Él también me debe mucho a mí.
A Josefina le llamaba la atención que aquella bruja tuviera tanto poder sobre el apellido Ferreira. ¿Dónde estaba el padre? Era una de las incógnitas que envolvían a esa familia.
—Escúcheme bien, señora. Si usted le llega a hacer algo más a mi hermana, le juro que la voy a hacer pedazos —Le avisó Josefina apuntándole con el dedo—. ¡Se lo advierto porque me llamo Josefina Ortiz!
Estaba harta de soportar tantas amenazas, pero tampoco tenía a dónde ir. No por ahora, por lo que debía aguantar un poco más, hasta decidir qué haría con ellos dos. Y es que después de robarle a ella y a su hermana la libertad, a Josefina no le temblaba el pulso al pensar que también podría hacer lo que quisiera con ellos y su fortuna. «Solo tengo que averiguar cómo hizo esa bruja para encargarse de la fortuna de su marido», pensó Josefina. Solo con el permiso de su esposo podría encargarse de todo siendo mujer, pero era muy extraño que no se supiera nada de él desde que llegó, y al parecer había sido así desde... ¿siempre?
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Susurros del viento © (Universo Monstruoso # 0.5)
Terror¿Qué serías capaz de hacer para evitar algo marcado por el destino? Josefina tuvo que cambiar su felicidad por la libertad. Manuel le propuso tener un matrimonio a cambio de liberarla de su condena. Él la ve como una muñeca; ella como su próximo jug...