Capítulo 37 - El día del sacrificio

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El amanecer ya llegaba, sin embargo para Antonia aún seguía siendo oscuro, como la sombra que recordaba acercándose con gran velocidad a ella en medio del bosque, o como la bolsa que tenía puesta en la cabeza al momento de despertar y no poder moverse. La desesperación se fue incrementando con el pasar de los segundos, y aún más cuando escuchó unos pasos acercándose a ella que se sintieron como un escalofrío aterrador en todo su cuerpo. Sin embargo, no tardó en darse cuenta de quién se trataba y dónde exactamente estaba. Era una sala roja y lujosa, con un escritorio entre medio, un vaso de whisky y olor a cigarrillo. En una esquina de la sala estaba parado el motivo de sus pesadillas durante mucho tiempo. Se encontraba frente a un espejo arreglando su traje carísimo: era Arturo.

—¡Despertó, mi bella durmiente! Justo a tiempo que me ando probando unos trajes para la boda de tu hermana, ¿cuál creés que me queda mejor? —preguntaba el tipo mirándose de perfil—. Éste creo que me resalta la panza, ¿no? ¿Vos qué opinás?

Antonia tenía ganas de llorar, no entendía cómo había llegado a aquel infierno de un momento a otro. Intentó moverse, pero las cuerdas estaban muy bien amarradas.

—¿Qué me hicieron? —preguntó asustada.

—Te traje de vuelta a casa. Soy tu papá adoptivo, ¿te acordás?

—¿Qué quiere de mí? Déjeme ir —Las lágrimas se asomaban sin contemplación alguna.

—Quiero pasar tiempo con mi hija. ¿Por qué llorás? Se te arruga ese rostro bello que tenés —dijo Arturo burlándose de su temor—. Te iba a ir a buscar al internado, pero por suerte te vieron salir y no aguantamos la felicidad de traerte de vuelta. Ese internado feo no es lugar para alguien que puede vivir como princesa con un padre ejemplar como yo.

Antonia sabía de sobra que las intenciones de aquel hombre no eran buenas. Algo tramaba, y justo en aquel día.

—¿Quiere joder a mi hermana, no es cierto?

—Sé un poco más específica, porque yo siempre ando jodiendo —Le respondió él mientras se probaba un saco que le disimulara la panza.

—Quiere arruinarle su boda.

—Vos también, ¿no? Te ibas a escapar y dejar a todos preocupados. Menos mal que yo sí soy un padre presente.

—En realidad... la iba a salvar —admitió con la mirada perdida.

—¿Salvar de qué? ¿De no pagarme lo que me debe?

—¿No se cansa de arruinarle la vida a las personas? —preguntó indignada.

—No, de hecho es lo que mejor me sale —Le dijo Arturo mientras terminaba de arreglarse—. Creo que éste está bien, igual voy a empezar a hacer ejercicio porque no puedo verme esos rollos... La vida es injusta, che. Así como yo no puedo comerme todos los postres por mi diabetes, tu hermana no va a poder disfrutar de su boda de princesa. Y bueno, qué se va a hacer, yo siempre cobro mis deudas, corazón. Esto son solo gajes del oficio —confesó antes de irse y dejarla allí sola.

Antonia estaba asustada, sabía que Arturo era capaz de cualquier cosa por desgraciar la vida de quienes se interpusieran en su camino. Se sentía frustrada, puesto que en su intento de solucionar las cosas, ahora se habían vuelto peor... mucho peor de lo que podría imaginar.



***

Otra noche sin dormir, para variar. Josefina se había pasado toda la noche en vela sabiendo que en unas horas más se acercaba el sí definitivo a su sentencia de muerte.
La pedante de Nora y sus modistas llegaron temprano aquel día para hacer de Josefina la novia más memorable de toda la alta sociedad montevideana. Su recogido le apretaba, y el vestido, aunque era hermoso a simple vista, lo sentía como una armadura de espinas que se clavaban en su piel. No tenía cómo huir de aquel destino, aunque prefería no saber lo que le iba a deparar de ahora en más. Al verse al espejo sintió que no era ella... el maquillaje recargado la hacía ver artificial, como las macabras muñecas de los Ferreira. Era inevitable pensar si en eso se convertiría: en un simple juguete sin vida. Aunque a decir verdad, ya hacía mucho tiempo que se sentía así... como una muñeca rota que solo intentaba sobrevivir, una vez más.

Susurros del viento © (Universo Monstruoso # 0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora