Capítulo 26 - Una vida sin elección

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Josefina llegó a la casona como alma que lleva al diablo, mientras que Nora gozaba verla enojada. El viaje de regreso fue muy incómodo. Mientras Alí manejaba, sentía la mirada iracunda de Josefina clavada en él. Aquella actitud rara y distante la notó durante todo el día, hasta el punto en que no pudo aguantar más la indiferencia de aquella mujer.

—Señora, ¿está todo bien? —preguntó Alí con su sombrero entre manos.

—No me hables, Alí —respondió Josefina intentando contener su furia, tarea que le era muy difícil mantener.

—¿Qué pasa? La he notado rara todo el día.

—¿Que qué me pasa? ¿No te has dado cuenta que ya sé todo?

—¿Todo qué? —Alí estaba más que confundido.

—¡Todos los chanchullos que has hecho, Alí! —bramó Josefina, ya no podía aguantar más la indignación—. No puedo creer cómo nos has cagado a mi hermana y a mí.

—¿De qué está hablando, señora? —Alí no terminaba de entender, pero algo suponía.

—No te hagas el tonto, Alí. No te bastó con darle un tiro por la espalda a mi hermana, sino que también la mandaste al hoyo ese donde la están tratando como a una mierda.

En ese momento lo comprendió todo. Doña Nora le habría contado todo lo de las joyas para separarlos. Lo peor de todo es que no tenía justificación.

—Señora, déjeme explicarle.

—¿Explicarme qué, Alí? ¿Que escondiste las joyas a propósito para que la culparan a ella? ¿Que planeaste todo junto a la bruja esa? ¿De qué lado estás, flaco? Ya dos veces nos clavaste un puñal por la espalda, ¿cómo sé que no me querés joder otra vez?

—Yo tampoco tengo mucha elección, señora.

—Más que yo, sí —respondió Josefina dispuesta a irse.

—Usted no sabe por qué estoy acá —Alí estaba dispuesto a contarlo todo—. No estoy acá porque quiera, sino porque tengo un motivo de peso bastante fuerte como para aguantar a esta gente.

—¿Y cuál es ese motivo?

—Mi hermana —admitió Alí con un suspiro—. Desapareció... hace diez años. Lo último que supe de ella es que se iba a casar con Manuel —confesó con la mirada perdida. El silencio los unió—. Ella y yo fuimos separados de muy chicos, y nos mandaron a distintos orfanatos antes que estar vagando por las calles. Éramos huérfanos y no teníamos ni para comer. Tampoco tuvimos elección, Josefina. Nos separaron de muy chicos, y durante años intenté encontrarla. Lo último que supe es que se la habían llevado al Estrella del Norte, y ya siendo mayor de edad se iba a casar con don Manuel, hasta que desapareció. Quiero saber qué pasó con ella. Desde que pude salir de mi orfanato me he pasado los días tratando de encontrarla, o lo que quede de ella.

Josefina vio el sufrimiento asomándose por los ojos de Alí, y allí entendió que ella y su hermana no eran las únicas prisioneras de una vida sin elección. Tal vez ella hubiese hecho lo mismo por Antonia.

—¿Cómo se llamaba tu hermana? —Le preguntó con un tono más empático.

—Fátima.

—Vamos a salir de todo esto, Alí —Le promete Josefina—. Encontraremos a tu hermana, y llegaremos al fondo de toda esta mierda.

—Eso espero, señora.

—¿Creés que en la puerta del fondo haya algo más de lo que ya vi?

—Yo he sentido esos mismos golpes, señora. Y sé que me quieren decir algo. Solo que es algo en código, algo que no sé todavía.

—¿Algo en código?

Susurros del viento © (Universo Monstruoso # 0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora