La noche llegó, y lo que más le pidió Josefina a Dios fue que no sucediera nada en el correr de las horas siguientes. Para su suerte, las súplicas fueron escuchadas y por primera vez en mucho tiempo, pudo descansar tranquila, en la medida de lo posible. Esta vez los golpes y avistamientos del más allá no la atormentaron, sino sus propios pensamientos que parecían predecir el futuro desolador del que intentó huir pero ahora lo elegía antes que seguir en aquella casa aguantando estupideces.
En la mañana, despertó deseosa ya de irse de una vez, convencida de que aguantar el frío, las goteras y un piso sucio era mejor que soportar la presencia de espíritus y a una futura suegra malvada. Sin embargo, ese día notó un cambio en la petulancia de aquella señora. Tal vez se había dado cuenta de lo dura que fue, porque su forma de tratarla resultó incluso agradable, como la de un perrito mojado en culpa. Josefina sabía que Manuel había tenido algo que ver en ese cambio de actitud, no obstante, su decisión ya estaba tomada.—Quería disculparme con vos, Josefina. Creo que he sido muy dura, y a veces me cuesta entender que las personas pueden cambiar —Empezó diciendo doña Nora con cara de arrepentimiento—. Creo que a mi hijo le enseñaste algo que me ha costado ver, y yo quiero la felicidad para él. Perdón por hacerte sentir mal.
—Está bien, señora. Pero mi decisión está tomada.
—Josefina, por favor, piénselo —intervino Manuel sin éxito.
—No, de verdad prefiero dormir en un calabozo con las goteras cayéndome encima antes que seguir aguantando todo esto. Vayan y hagan la denuncia si quieren.
—Está bien, querida. Respetamos esa decisión. Y de mi parte no habrá denuncia —afirmó la señora bajando el copete—. De mi parte creo que ya quedó todo saldado.
—Josefina, no me puede dejar así —Insistió Manuel al borde de las lágrimas. Josefina no entendía tanta falta de autoestima en aquel tipo.
—Manuel, ya está. Ella lo decidió así —interrumpió su madre intentando hacerlo entrar en razón—. Creo que ya sufrió mucho y es lo justo.
—Quiero que liberen a mi hermana por favor. Al menos de ese lugar.
—Con mi chofer podemos llevarte hasta el internado, yo tengo que ir también —insistió la señora, siendo el primer y último acto de cortesía que iba a recibir de su parte.
Josefina aceptó que la llevaran luego de hacer sus maletas, y aunque Manuel haya insistido una vez más con que recapacite, la realidad era que ya lo había pensado desde antes de llegar a esa casona. Antes de irse, le cumplió un último deseo a Manuel,quien se moría de ganas de probar sus labios aunque sea por una única vez. Josefina había desarrollado un sentimiento extraño hacia él que se encontraba entre la ternura y la lástima, pero no el amor que él tanto había ansiado.
Irse de aquel lugar le aliviaba, y aún más el poder ver a su hermana de nuevo, aunque ésta seguramente la siguiera detestando. Al llegar al internado se le dibujó una sonrisa en su rostro, una de esas que generan satisfacción al saber que la has sacado barata después del daño que pudiste ocasionar. Después de todo, ella y su hermana saldrían libres y sin consecuencias... o eso creía.—Llegamos, querida. Imagino que tenés muchas ganas de ver a tu hermanita, ¿cierto? —preguntó la señora Nora mirándola por el retrovisor con una sonrisa algo inquietante cuando Josefina asintió—. Bueno, creo que acá entre nosotras podemos hablar de forma más franca —Le dijo con una voz tranquila que asustaba—. ¿Vos creés que las voy a dejar ir así nomás sin ningún tipo de consecuencia?
—¿Qué está queriendo decir, señora? —Josefina estaba confundida ante aquellas palabras.
—Manuel es muy benevolente. Pobrecito él... es muy bueno, a veces peca de inocente. Pero yo no soy así. Yo no me olvido que nos quisieron robar, chantajear, secuestrar y hasta matar a la luz de mis ojos —Le dijo mirándola por el retrovisor con una sonrisa tan falsa que se volvía cada vez más siniestra—. Lo mínimo que podés hacer es tratar de hacer felíz a mi hijo, después de todo lo que nos hiciste.
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Susurros del viento © (Universo Monstruoso # 0.5)
Horror¿Qué serías capaz de hacer para evitar algo marcado por el destino? Josefina tuvo que cambiar su felicidad por la libertad. Manuel le propuso tener un matrimonio a cambio de liberarla de su condena. Él la ve como una muñeca; ella como su próximo jug...