Carter tiene el cabello de color naranja, ojos cafés y cuerpo de nadador, veo que traen a quien debe ser el que se dio un golpe al disparar.
Me sucedió, solo que no tan grave, con las armas más potentes hay que tener mucha fuerza, en especial en el hombro que es donde se posiciona para disparar.
Carter me sonríe y cambia su actitud adorable y agradable, por la de un enfermero dedicado y serio.
—Necesito que nos dejen solos, vuelvan a sus labores.
El Cabo me observa nuevamente.
—Menos tú, recluta. —Se señala y le hace una seña de que se retire el cabo. —Puedes ayudarme aquí para no sentirte sola al ser la única chica de aquí.
—A tus órdenes. —Observo al chico que ya no sangra sobre la mesa, observa a Carter y le mueve las cejas. —Pero, creo que ahora tengo un deber en...
—Tranquila, cuando te desocupes vienes. —Me sonríe de espaldas al chico, parece demasiado emocionado.
Me retiro rápidamente, una vez fuera escucho el caer de algunas cosas dentro pero decido ignorarlo, están en sus asuntos...
—Entonces, eres una recluta. —Escucho venir de una dirección opuesta, si no escucho no me habló. —¿Ya has tocado antes una arma, por lo menos?
—Tantas que perdí la cuenta. —Me giro a encararlo, sus ojos azules intentan intimidarme pero no sucede.
Formo una sonrisa falsa y le doy la espalda, camino lo más que puedo, me vendría bien disparar una de esas grandes armas que utilizan en el entrenamiento.
Pero quería preguntarle sobre ese tema tan delicado, que es lo que dijo Brandon, sin embargo la caída que nos pegamos debió ser mortal si es que había un bebé.
A penas cruzo un descampado con tierra y verde en todo escucho una especie de piropos en lo bajo.
—Es propiedad del Coronel, ¡Cállate! —Le regaña otro, los chicos de ahí casi están pelones.
No me gusta.
Me gusta de donde se puede tirar y jugar, no que parezca erizo.
—No soy propiedad del Coronel. —Gruño llegando a donde está uno vestido de soldado con el rifle, lo empujo de una patada y me coloco en posición.
Tienen que darle a unas botellas lejanas, pero que malditamente fácil.
—¡Eh! ¿Que haces?
—Aprendan, principiantes. —Mascullo con rabia.
Aquí ya tiene el soporte, pero aún debo posicionarlo contra mi hombro para no terminar como Maxson.
Apunto y observo por la mira que acerca los escenarios, tantas botellas y solo veo 5 derribadas.
Apunto a la primera, suelto un balazo.
Segunda, otro balazo.Y así sucesivamente hasta que no queda ninguna, de una sola bala y como es el más bueno de todos los francotiradores de un solo balazo puede dar un impacto y atravesar a dos cuerpos.
Luego de unos segundos sintiéndome libre me levanto para ver qué hay más de 10 soldados observando boquiabiertos lo que hice.
Uno con binoculares les cuenta que tal fue.
—Dejen de andar de sapos, ¡A sus posiciones!
La voz del Coronel pone a brincar a todos ellos, casi vuelvan a sus puestos, me pongo de pie y sacudo mi ropa, el Coronel se encuentra detrás de mí, mirándome.

ESTÁS LEYENDO
RHYSS. [AKDR #4]. ©
Mystery / ThrillerSage se ve forzada a convivir varios meses con el desquiciado Coronel, este se queda encantado con ella al ser la única mujer entre ellos y la encierra en su batallón militar aislado de todo. Dos meses después, cuando por fin logra escapar, envenena...